
Con la versión de "Asesina" a cargo de Andrés Calamaro y Los Palmeras ya pubicada oficialmente, el Salmón les cuenta a los lectores de Silencio sobre su amor por diferentes formas de cumbia, el significado del género entre las clases populares y cómo se concretó el sueño de grabar junto a los titanes santafesinos. Esto sí es "cargar la suerte".
Personalmente tengo amor por nuestra música popular y nuestro folklore, la dulzura del folklore, la excelencia de la música argentina. Además, como todos, soy muy aficionado al rock nuestro, cultor y amoroso con nuestros talentos, incluidos los contemporáneos míos, por supuesto. Pero la dulzura del folklore es muy especial y la interferencia cultural de la cumbia es algo que trasciende incluso la argentinidad.
Sabemos que la cumbia tiene su origen en Colombia. Allí hay mil ritmos más y además supieron apropiarse del tango, al que consideran colombiano de la misma manera que en Sudamérica nos apropiamos de la cumbia. Incluso, en la provincia de Córdoba, donde el folkore popular es el cuarteto, la cumbia también entra.
La cumbia -como interferencia cultural- suma alegría espiritual a nuestro pueblo, porque es la música de las piernas, del corazón. La Argentina baila cumbia. Cuando era chico vivía a la vuelta del primer “bailable”, era El Palacio de las Flores, y después vimos transcurrir a la cumbia distinta delante nuestro, hasta consolidarse en los barrios periféricos de Buenos Aires, y en Santa Fe. Y son dos colores muy distintos. La cumbia de los barrios de Buenos Aires ya tiene 20 años, es ese género insólito con sintetizadores y percusión de salsa, y en la medida de los talentos que tiene el género, importa más y es más lindo de escuchar.
En Santa Fe es otro estilo: el río, los acordeones... En Santa Fe -la música- tiene una dulzura especial. Tuvimos y tenemos a Leo Mattioli, que fue mi buen amigo, a Dalila, que es mi cantante argentina preferida, y a Los Palmeras, que llevan 45 años tocando. Son dioses de la cumbia, de la música argentina. El repertorio que tienen es extraordinario, de música y letra; ¡cosas difíciles de cantar!
Creo que lo pensamos al mismo tiempo. Yo bajé el deseo a mi pequeño equipo de contactar con Los Palmeras -y Dalila- para cantar con ellos; no quería dejar pasar más tiempo sin reunirnos con Los Palmeras. Tengo amistad con el hijo de Cacho, Cristian de Astrobonzo. AB es EL grupo de rock nacional, lo que entendemos por rock argentino y sus tradiciones eléctricas.
Volviendo a la otra generación, es posible que Los Palmeras me hayan buscado a mí para grabar dúos porque cumplen años. El repertorio de Los Palmeras insólito de bueno. No sé qué compositores usan, pero tienen unas letras y unas melodías formidables, muy sabrosas.
Entonces los sueños despiertos se hicieron realidad. La semana pasada, cuando se filtró la canción, sentí que había vuelto a ganarme la lotería. La lotería de besos argentinos que ganamos con Los Palmeras.
Me dieron seis canciones para elegir. Estuve estudiando “Olvídala”, que es un pedazo de tema, pensado para dúo, con mucha letra, difícil. A último momento pensé en “Asesina” para cantar también la segunda voz armónica. Hacemos las dos voces juntas, tipo Beatles, que no es la producción habitual de Los Palmeras, con Cacho cantando o el coro entero. Pensé que “Asesina” podíamos cantarlo los dos juntos y eso hicimos. Estuvimos cantando dos horas -con el productor de Los Palmeras- y salió todo bien; grabamos el video ahí mismo, en el antiguo Circo Beat, ahora Romaphonic.
Gracias Palmeras, gracias Roma, Gracias Walter Fresco. Aguante la música argentina.