
Analizar la discografía de Blur representa un problema mayor del que podría parecer. En su primera etapa, la banda liderada por Damon Albarn se encargó disco a disco de darle forma a la identidad musical británica de la primera mitad de los 90. Una vez que lo logró, tomó distancia abrupta de ese juego, con resultados que se reparten entre la genialidad y el desconcierto.
La dinámica de Blur está regida por la alianza entre Albarn y el guitarrista Graham Coxon. Los picos de creatividad se dieron en los momentos de mayor entendimiento, pero también en varios en los que el antagonismo era evidente. Verba filosa, acoples y la britanicidad al palo. Aquí están, estos son.
8. Think Tank (2003)

La pluralidad de proyectos de Damon Albarn encuentra su razón de ser en que cada vez que apareció una inquietud artística distinta, se creó un emprendimiento nuevo. Think Tank es la excepción que confirma esa regla: con la banda diezmada tras la partida de Graham Coxon (que llegó a grabar un solo tema, el notable “Battery in Your Leg”), el cantante intentó pasear a Blur por el dub, la música de raíz africana, el punk y algún pastiche electrónico producido por Fatboy Slim, todo tamizado por una declaración política plasmada en su tapa diseñada por Banksy. Suena un poco a Gorillaz, otro poco a The Good, the Bad & the Queen, también a su aventura de Mali Music… pero casi nada a Blur.
7. Leisure (1991)

El debut de Blur cayó en un lugar cronológicamente incómodo, entre los últimos estertores de la escena madchester y el momento en el que las primeras semillas del britpop todavía no habían empezado siquiera a germinar. Como su sello discográfico había tenido éxito con EMF y Jesus Jones, la banda no quiso (ni pudo) esquivar la sugerencia de la disquera de hacer canciones en esa línea. El chiste sale con mayor o menor gracia en “Bang” y “Bad Day”, pero el disco funciona mejor en los chapuzones psicódelicos de “Sing” y “She’s So High”, o incluso mejor aún en “There’s No Other Way”, con lo mejor de ambos mundos.
6. The Great Escape (1995)

Embriagados por el éxito de Parklife, y tras ganarle una batalla mediática y comercial a Oasis, Albarn, Coxon, James y Rowntree apostaron fuerte para su sucesor… y terminaron dejándose llevar por la ambición. El disco con la mayor concentración de hits (“Stereotypes”, “Country House”, “Charmless Man”, “The Universal”) es también el más disperso y sobreproducido. Una decena y media de canciones aglutinadas con escaso criterio, que hacen difícil distinguir entre el oro (“He Thought of Cars”, “Best Days”) y el barro (“T.O.P.M.A.N.”, “Entertain Me”, “Fade Away”).
5. The Magic Whip (2015)

Tras firmar el armisticio con Graham Coxon, Blur encaró sendas giras reunión en 2009 y 2012 sin que hubiera en los planes un nuevo disco, hasta que el azar logró lo imposible. La suspensión de un show en Japón hizo que el grupo aprovechara los días en Hong Kong, la escala siguiente de la gira, para meterse en un estudio sin un plan determinado, con su formación completa por primera vez en una década. Creado a partir de improvisaciones e ideas desarrolladas in situ, The Magic Whip vino a ponerle un epílogo menos agridulce a la historia de la banda. “Lonesome Street”, “There Are Too Many of Us” y “Go Out” trazaron una continuidad lógica con su propio pasado, mientras que “Thought I Was a Spaceman”, “I Broadcast” y “My Terracotta Heart” mostraron el punto de contacto en los diversos proyectos que sus integrantes tuvieron por su cuenta.
4. Blur (1997)

Si el britpop fue una fiesta inolvidable, Blur es la resaca que le sigue a un festín dionisíaco. Con Damon Albarn enroscado en su adicción a la heroína (hola, “Beetlebum”), Graham Coxon tomó las riendas creativas en un disco que miraba poco a su Inglaterra natal y mucho a los Estados Unidos. Con Pavement y el hardcore como nortes artísticos, el guitarrista creó capas de distorsión para lo que sería el mayor hit de la carrera de la banda (“Song 2”). El resto se dividía entre folk en lo fi (la bellísima “You’re So Great”), chispazos punk (“Chinese Bombs”) y malos viajes psicodélicos en cámara lenta (“Theme from Retro”, Death of a Party”, “Essex Dogs”). Dato de color: según Albarn, en la electrónica juguetona de “On Your Own” está el germen de Gorillaz. Y tiene razón.
3. Modern Life Is Rubbish (1993)

Borrón (je) y cuenta nueva. Luego del traspié de Leisure, Blur luchó con su sello para poder tomar las riendas de su propia mirada creativa. Modern Life Is Rubbish es una suerte de mirada nostálgica a un pasado que fue mejor. Con The Who, Small Faces y The Kinks como padres putativos, la banda tejió un disco que hablaba al mismo tiempo al pasado y al presente británicos. Con la agudeza de Ray Davies y el abandono de Paul Weller, Albarn aprendió a posar la lupa sobre el universo que lo rodeaba para poder narrar microhistorias (“For Tomorrow”, “Chemical World”)), cuestionar tradiciones y empezar a poner en jaque al self británico (“Sunday Sunday”). Con un poco de poder de síntesis y una producción menos anclada en su propia época, estaría en el primer puesto de este listado.
2. 13 (1999)

Damon Albarn convirtió su separación con Justine Frischmann (líder de Elastica) en un álbum conceptual sobre las relaciones humanas en el que la experimentación tiró abajo todo límite artístico posible. El recorrido comienza con el góspel devocional de “Tender” (“El amor es lo más grande que tenemos”), celebra los placeres mundanos (“Coffee & TV)”, atraviesa miedos kafkianos (“Bugman”) y desbordes anímicos (“Trimm Trabb”, del fogón a las cataratas de fuzz, y “Caramel”, escrita e interpretada desde el centro de la desesperación) para concluir su marcha en “No Distance Left to Run”, la aceptación del luto. Con William Orbit en la silla de productor, Blur esquivó toda zona de confort posible en términos de instrumentación y la experiencia puso a prueba al grupo. Las tensiones se harían cada vez más evidentes, lo que convierte a 13 en la cinta testigo de un pico creativo antes de la explosión.
1. Parklife (1994)

A la manera de un Ray Davies moderno o un Martin Amis con chomba Fred Perry, Damon Albarn se propuso retratar la idiosincrasia londinense, con sus éxitos y miserias recopiladas por igual. En conjunto, Parklife está compuesto por una sucesión de viñetas costumbristas que pintan la caricatura del ciudadano promedio (el tema que da nombre al disco), la juventud y su celebración hedonista (“Girls & Boys”), proletarios con crisis de la mediana edad (“Tracy Jacks”) y la necesidad de disfrutar de un feriado para reponerse del yugo laboral (“Bank Holiday”). Con un crecimiento vertiginoso, Blur se permitió incorporar también chanson (“To the End”), psicodelia sydbarretiana (“Far Out”, compuesta y cantada por el bajista Alex James) y new wave (“Trouble in the Message Centre”) en un disco que incluye su canción épica definitiva, “This Is a Low”.