
Cuando se trata de MCs talentosos, no importa si, en la competencia a la que van, ganan o pierden, porque siempre dejan contenido que va más allá de una victoria, una derrota, un tongo o un campeonato. Ese es el caso de Tata -flamante campeón de la Red Bull Batalla de los Gallos-, que en todas las competencias en las que participó, dejó minutos, rimas y momentos que se siguen reproduciendo a pesar del pasar de los años.
Esta vez, en la 13° edición de la Batalla de los Gallos -sin público por la pandemia-, Tata no dejó sólo un minuto como en 2017 o una batalla top como en 2015, sino que se quedó con el máximo trofeo nacional de freestyle de manera sólida, categórica y, por sobre todas las cosas, sin resultados dudosos en el camino. Con el precedente las anteriores finales nacionales de 2020, no podía no ser de otra forma: Tata se suma a una lista histórica de bicampeones que van a representar a sus respectivos países en República Dominicana el próximo 12 de diciembre.
Tata, el último sobreviviente
Al ser el único en haberse coronado antes campeón de Batalla de los Gallos entre los 16 de esta competencia, Tata partió con el plus propio de ser favorito, que compartía con Stuart, Acru y Dani. Perfo fue el único de ese cuarteto que pudo pasar de primera ronda: Stuart perdió contra Cacha, Acru contra Tiago y Dani contra Wolf.
No por eso el camino de Tata fue más llano, como sí pudo haberlo sido el de Dozer en la edición de 2018. Para llegar a la final, tuvo que pasar por encima de dos MCs nueva escuela que no se la hicieron nada fácil. Primero MP, un competidor que volvió al field después de un tiempo que usó para oxigenar su rapeo y actualizarlo a las exigencias de hoy, y segundo Mecha, el reciente ascendido a la Freestyle Master Series que no tuvo los mejores highlights en lo que va de la liga local.
Y, aunque ambos trajeron un aire fresco a la competencia, no pudieron contra un Tata que fue con su plan, que era el mismo si enfrente tenía a un MC joven, a una promesa, a un consagrado o al mejor del mundo.

El dueño del minuto de la jornada
La sobreexplotación del freestyle que existe hace ya algún tiempo trae como gran contra la enorme oferta de algunas competencias que terminan siendo vacías y carentes de espíritu aunque participen los mejores. Eso tiene un costo, marcado por la repetición de rimas, conceptos y enfrentamientos. El efecto negativo es que termina contagiando a los eventos que sí dejan huella en la historia del freestyle, como la Batalla de los Gallos. Últimamente, la BDLG no genera contenido para reproducir mil veces, no saca rimas memorables ni batallas para volver a analizar, como sí lo hacía en años anteriores.
Pasó en la Final Nacional pasada, en las de este año y también en la de Argentina: muy pocas cosas quedaron de esta jornada que puedan tener el mismo valor que las rimas o batallas que se siguen escuchando desde 2013 o 2015. Sin embargo, por las casualidades de la vida (o del freestyle), Tata no solamente se llevó la medalla de campeón sino que fue el autor del minuto de la noche: el que escupió contra Kusa en octavos de final es ese que los fans van a escuchar hasta la próxima edición.
Tata no tira personales, no hay recicladas, no hay dilogías, no hay rimas profundas. Hay sentimiento, hay pasión y hay, por sobre todas las cosas, un nombre que respalda a las palabras que se están escuchando. Porque, obvio, no es lo mismo escuchar a un histórico y top nacional diciendo eso que a… cualquier otro de la lista.
Kusa, un joven MC musical melancólico, articuló su minuto de manera sentimental en un trip familiero y entrañable. No estuvo para nada mal, pero en frente estaba Tata, el competidor experto en ponerle la piel de gallina al público con sus palabras. Al mejor estilo boomer y símil “Pendejo, problemas eran lo’ de ante’”, Tata empezó su minuto diciendo: “Me chupa un huevo tu dolor interno. Eso dejalo para tu casa”.
Mirá, tengo que cambiar pañales, levantarme a las tre’ y media de la mañana / ir a laburar, hacer un montón de cosas en mi casa. / A vos mamá te hace la comida y te dice 'Está lista'; / yo, mientras le hago upa a mi hija, imagino un gran freestyle.

Ni doble sentidos ni técnicas: rimas y aura
Entre los “ítems” que se tienen en cuenta a la hora de batallar, quizá la puesta en escena sea de los que peor se evalúan y de las que más fueron arruinados por la matematización del freestyle. Lamentablemente para algunos, la puesta en escena es algo que no se practica ni se mejora con el tiempo: se nace con ella y listo. Asimismo, las experiencias individuales hacen que uno se sienta peor o mejor dependiendo de cómo hayan resultado. Tata, para este evento, se plantó como lo que era: el único competidor que ya había salido campeón de Batalla de los Gallos.
Y eso se sintió. A través de una pantalla, pero se sintió. De vuelta, la matematización del freestyle hizo que se dejara de lado lo aurático de las batallas; es decir, lo que dice la hojita con los números contra lo que dice la sensación. Pero eso fue más relevante con un jurado que, al menos para el caso de Tata, entendió de lo que se trata Batalla de los Gallos: un show, no un deporte. Además de las rimas que tiró, se notó que Tata tenía puesto el manto de campeón y, voluntaria o involuntariamente, éste acompañó a cada una de sus rimas, dándoles un peso, un tinte y una valoración especial.
Por otro lado, en el repaso histórico de las distintas camadas de freestylers, se nota que sus estilos coinciden con las exigencias del público en esas épocas. Por ejemplo, Cacha, que salió a la luz cuando Kodigo y su doble tempo eran un objeto precioso; o Gazir, Stuart y Tirpa, que decoran sus rimas con dobles y hasta triples sentidos como síntoma de lo que fueron Blon y Chuty en 2016 y 2017.
En términos de competencia, Tata creció en un momento en el que ni el público ni los jurados exigían nada en específico: ni ciertas rimas para que se griten ni las mejores rimas para ponerle un 4. Era freestyle ida y vuelta; el argumento de uno contra el del otro sin importar si las frases eran más o menos complejas. Donde mejor se vio esto fue en el primer round de la final contra Wolf, cuando Tata respondió todos y cada uno de los conceptos que el rival le había propuesto.
A todo lo que Wolf decía, Tata lo daba vuelta con un argumento sólido. Y los tópicos fueron varios: golpes de la vida, definiciones de palabras, premios, representar al país y canciones. “Pensé que los temas formaban parte del Hip-Hop”, le contestó Wolf a Tata cuando éste que afirmó que los temas “no importaban un carajo”. “Los temas sirven fuera de acá adentro. Acá no. O sea, vos podés tener 100 millones de reproducciones que te las metés todas en el orto si no acotás al final de las terminaciones”, le respondió Tata.
Así fue durante toda la competencia, lo que a Tata le sirvió tanto para pasar de rondas y coronarse campeón como para que las más de un millón de personas que vieron el evento celebraran desde sus casas con sus rimas. Ahora tendrá que representar a esa gente, por primera vez en su carrera, a una Final Internacional de Batalla de los Gallos.