
Ayer culminó The End, la gira de despedida de Black Sabbath, y a pesar de que el rock no cuenta con buenos antecedentes al respecto, resulta bastante creíble que ya no volveremos a ver a Ozzy Osbourne, Tony Iommi y Geezer Butler juntos como un grupo en actividad. Con algunos intervalos, fueron cinco décadas de una carrera admirable, plagada de himnos metálicos como “Children of the Grave”, “Iron Man”, “Paranoid”, “War Pigs”, N.I.B.”, “Sweet Leaf” y “Sabbath Bloody Sabbath”. A continuación, enumeramos razones por las cuales su ausencia será muy notoria.
El heavy metal como se lo conoce, y muchos de sus derivados más puros, son responsabilidad de Black Sabbath. Desde aquel debut homónimo editado en 1970, Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward crearon los conceptos básicos del estilo, que terminaron de formatear con los tres discos siguientes (Paranoid, Master Of Reality y Volumen 4). Casi todo lo que vino después en materia de rock pesado es refrito, inspiración directa u homenaje a los monolíticos riffs de Iommi, las diabólicas vocalizaciones de Ozzy y a las densas bases creadas por Butler junto a Ward. Sin Sabbath no habría estilos como el doom, el grunge o el stoner, ni grupos como Metallica, Slayer, Megadeth, Faith No More, Alice In Chains o Queens Of The Stone Age, por citar algunos ejemplos.
Ozzy Osbourne era un chico disléxico y tartamudo, que por estos días hubiera sido un típico caso de bullying. Tony Iommi perdió dos falanges cuando en la fábrica que trabajaba se las cortó una prensa y tuvo que inventarse dos prótesis de plástico para poder seguir tocando la guitarra. Geezer Butler se crió en el seno de una familia de obreros con una fuerte influencia irlandesa católica. Pero juntos fueron el alma de Black Sabbath y cambiaron la historia del rock para siempre.
A partir del alejamiento de Ozzy Osbourne en 1979, distintos cantantes pasaron por el micrófono de Sabbath. Sin dudas, Ronnie James Dio fue el que mejor calzó en el puesto y con el que grabaron el maravilloso Heaven & Hell. El entonces ex Deep Purple Ian Gillan en 1983 aportó lo suyo en Born Again y, con un perfil más bajo, Tony Martin intentó mantener el legado de la mejor manera posible. Sin embargo, la versión de Black Sabbath que será más recordada es la que tuvo a Ozzy delante del micrófono pidiendo que todos se volvieran “fucking crazy”.
Ozzy pudo acomodarse muy rápido y su carrera solista fue muy exitosa desde su primer disco, hasta llegar a altísimos niveles de popularidad en los 90 con No More Tears. Aunque también tuvo sus baches, discos olvidables y coqueteos con otros estilos. Iommi sostuvo la bandera de Sabbath contra viento y marea, como en Seventh Star, su primer disco solista, que en tapa figuraba con el tramposo “Black Sabbath presentando a Tony Iommi”. Hubo otros intentos en pleno siglo XXI, pero lejos de nivel de inspiración alcanzado en la banda que lo hizo famoso. Butler formó en los 90 G/Z/R, proyecto solista con el que sacó tres discos apenas correctos. Caso similar para Ward, que sacó tres discos desparramados en el tiempo (1990, 1997 y 2015) que sólo los fans más acérrimos tienen en cuenta. Sin embargo, con los cuatro juntos era magia asegurada.
El 11/11/11 Black Sabbath anunció su regreso con una conferencia de prensa en el Whisky A Go Go. En principio, iba a ser con los cuatro originales, la grabación de un nuevo disco con Rick Rubin como productor y una posterior gira mundial. Ward se dio de baja a los pocos meses, pero los otros tres siguieron adelante y en junio de 2013 se editó 13, un álbum de canciones extensas y que resucitaban el espíritu del grupo, lo que les valió elogiosas críticas. La gira de presentación los mostró en gran forma: el tiempo parecía haber retrocedido casi cuatro décadas para disfrutar del mejor Black Sabbath. La Argentina fue testigo en dos ocasiones, en octubre de 2013 en el Estadio Único de La Plata y en noviembre de 2016 en el estadio de Vélez.