13/02/2021

#FreeBritney: la historia detrás del movimiento que apoya a Britney Spears

De eslogan bizarro a símbolo de fidelidad.

Sony / Gentileza
Britney Spears

La semana pasada se estrenó Framing Britney Spears, el documental producido por The New York Times sobre la causa Britney y sobre uno de los fandoms más fieles y comprometidos de la historia de la música: el movimiento #FreeBritney. La película, que dura aproximadamente una hora y cuarto, reúne testimonios de personas cercanas a la cantante (como el de Felicia Culotta, la histórica asistente de Britney, una especie de segunda madre, que la acompañó hasta el comienzo de la tutela), abogados, periodistas y una gran recopilación de material de archivo para poner en evidencia el abuso y maltrato que los medios ejercieron sobre ella durante toda su carrera. Si bien en términos periodísticos el documental no aporta nada que quienes venían siguiendo el caso no supieran, la producción del Times es muy valiosa por ser una de las primeras publicaciones de un medio mainstream en abordar el tema desde una mirada alejada del consumo irónico, con perspectiva de género, e incluyendo un abordaje vinculado a la salud mental.

Framing Britney Spears no solo le da legitimidad a una causa que nació bastardeada y tildada de conspiranoica, sino que la hace masiva. Desde su publicación, los hashtags #FreeBritney y #WeAreSorryBritney fueron tendencia mundial varios días y usados por figuras públicas como Sarah Jessica Parker o Hayley Williams de Paramore. Y aunque Britney no hizo ningún tipo de referencia en sus redes, su novio, Sam Asghari, pateó el avispero con una desafiante historia de Instagram en la que se refiere a Jamie Spears, padre de Britney, como un “idiota”, algo que hasta antes del documental parecía imposible. Es como si el prestigio del medio neoyorquino y la masividad del reclamo les hubiese dado una espalda que hasta entonces, desde la marginalidad de las redes, no tenían.

En la película se puede ver desde una Britney Spears de 6 o 7 años sexualizada por un conductor de televisión hasta miles de paparazzis acosándola mientras ella pide llorando que la dejen en paz. También se muestra la grabación de un juego de preguntas y respuestas que, ante la consigna “¿Qué perdió Britney estos últimos años?”, pone como opciones “A: su pelo”, “B: su dignidad”, “C: su mente” y “D: sus hijos”.

Esa “trituración” de una persona por parte de los medios de comunicación refleja lo que tal vez sea el gran aporte del documental: contextualizar, mostrar cómo es que el padre de Britney mantiene aún hoy, 13 años después, una tutela sobre ella. De hecho, el gerundio del título, “Framing”, significa “poniendo en contexto” y “acusando” a la vez. Todo un juego de palabras.

Para quienes no hayan visto el documental (y para quienes lo hayan visto también), aquí la historia de #FreeBritney y el camino de Britney Spears en busca de su libertad.

El inicio

La foto de Britney rapada, vestida de entrecasa y con un paraguas verde, pegándole al auto del paparazzi que la estaba acosando es una de las imágenes más emblemáticas de los primeros diez años del siglo XXI. Fue en 2007 y a partir de ahí se convirtió en estampa, en pin, en remera: se le photoshopeó un patrullero, se le agregó fuego, se la hizo símbolo de rebeldía.

La vida real nunca tiene inicios y finales tan claros como los de un libro, pero aquella foto fue el comienzo de un nuevo capítulo en la historia de Britney Spears. Ese 2007 fue el de su actuación en los Video Music Awards de MTV, en donde se la vio con la mirada perdida y un andar dubitativo, pero también el del éxito de Blackout, un álbum que vendió 3 millones de copias y escaló posiciones en ránkings de todo el mundo. El video del single “Piece Of Me” ganó en tres categorías de los VMAs de 2008, mientras Britney comenzaba un enfrentamiento con su exmarido, Kevin Federline, por la tenencia de sus hijos. Un enfrentamiento que, en los tribunales, terminaría favoreciéndolo a él.

El 3 de enero de 2008, después de que pasaran la noche en su casa, Britney se negó a devolverle a sus hijos a Federline y terminó internada en un neuropsiquiatrico del que salió al día siguiente. El 1 de febrero, después de un episodio que se cree fue parecido al del mes anterior pero que nunca terminó de confirmarse, volvieron a internarla, esta vez con la idea de que pase allí 14 días. Fue en ese momento en el que Britney Spears, con 26 años y contra su voluntad, pasó a quedar bajo tutela de su padre gracias a la figura legal del “conservatorship”.

Qué es un conservatorship

Un “conservatorship” es, básicamente, un proceso en donde un juez le otorga a un adulto responsable la tutela de otro adulto a quien considera incapaz de manejar ciertos aspectos de su vida como sus cuentas bancarias, el tratamiento de su salud mental, la tenencia de sus hijos, etcétera. Hay diferentes tipos de tutelas, con diferentes grados de autonomía.

Como el caso Britney, por pedido de su padre, siempre se mantuvo “sellado” -es decir, que todas las audiencias y documentos de la causa eran confidenciales-, nunca se supo con exactitud hasta dónde llega su tutela. De todas maneras, lo que sí se sabe es que la cantante dejó de tener control sobre su dinero, dejó de tener permiso para manejar, votar, ver amigos sin previo aviso, postear en sus redes sociales libremente y -lo más importante- contratar a su propio abogado. Por lo general, este tipo de tutelas suelen comenzar como una situación temporal. Pero en este caso, a solo dos meses de la internación, la justicia californiana decidió darle carácter de permanente, dejando a Britney a cargo de su padre, Jamie Spears.

Hay un nombre más que aparece involucrado en la decisión de meter a Britney en este proceso judicial, el de Lou Taylor. Esta mujer, que para ese entonces era la manager de la hermana menor de la cantante, Jammie Lynn Spears, y que luego sería durante casi toda la tutela la gerente comercial de Britney, fue quien impulsó la idea del conservatorship.

Esa no fue la primera vez que Taylor estuvo metida en una situación como esta: hace algunos años, el padre de Lindsay Lohan denunció que también había tratado de convencerlo de que hiciera lo mismo con su hija. En diciembre pasado, Courtney Love contó en un comentario de Instagram que quiso hacer lo mismo con ella. “Su manada de lobos casi nos mata a mí y a mi único hijo”, dijo.

Pasaron 11 años…

A lo largo de una década, y sin novedades relevantes en el caso. Britney editó cuatro discos sin demasiado éxito en los rankings y siguió presentándose en giras alrededor del mundo, siempre bajo la tutela estricta de su papá. De hecho, en 2011 tocó en el Estadio Único de La Plata en el marco del Femme Fatale Tour, en un recital que algunos fanáticos amaron y algunos periodistas odiaron.

Más allá de que artísticamente quizás no fueron sus mejores momentos, en 2012 Britney fue nombrada por la revista Forbes cómo la mujer del mundo de la música con más ingresos del año, con un patrimonio de 58 millones de dólares, aunque la misma revista aseguraría luego que sus ganancias totales durante estos años alcanzaron los 600 millones. La conclusión es llamativa: para la justicia californiana, la cantante no estaba capacitada para manejar su dinero, pero sí para generarlo.

En enero de 2019, el caso volvió a la agenda pública cuando Britney Spears canceló una serie de shows que tenía programados en Las Vegas porque supuestamente su papá estaba muy enfermo. Muchos fanáticos pusieron en duda su enfermedad y le atribuyeron la cancelación de la gira a que, meses antes, James había sido violento con uno de los hijos de Britney, en un episodio que terminó con una perimetral que le impedía acercarse a cualquiera de sus tres nietos.

Unos meses después de la cancelación de sus shows, y luego de que también renunciara Andrew Wallet, el abogado de James, Britney fue internada en un neuropsiquiátrico. ¿El motivo? Que supuestamente estaba “angustiada” por el estado de salud de su papá, a quien en esos días se lo había visto jugando al golf y asistiendo a eventos.

El 16 de abril de 2019, el podcast Britney’s Gram publicó el audio de un informante anónimo -que se definía como un ex asesor legal de Jamie Spears- contando que Britney estaba internada en contra de su voluntad. Fue ahí cuando el hashtag #FreeBritney se convirtió en tendencia mundial por primera vez. En medio de los mensajes irónicos y la relación con teorías conspirativas, el apoyo de mujeres como Miley Cyrus Paris Hilton y Cher, comenzaron a darle entidad al tema.

A finales de 2019, y en medio de la supuesta enfermedad de James, la Justicia sumó a la administradora Jody Montgomery como co-tutora en los temas referidos a la vida personal de Britney, pero no así en lo financiero. Según las audiencias del último año, ella se siente cómoda con Jody y no tiene intenciones de removerla, por lo que se decidió extender la tutela hasta agosto de este año.

2021: ¿El año de Britney Spears?

El 2020 fue, sin dudas, el mejor año para Britney Spears en cuanto a los avances de su causa. Después de varios pedidos de su abogado Samuel Ingham, las audiencias y documentos dejaron de estar “sellados”. Esto significa que las intenciones de la cantante de terminar con la tutela de su papá dejaron de estar en el terreno de lo conspiranoico y pasaron a ser públicas y oficiales. También, por primera vez en 13 años, se le permitió a Britney contratar a su propio equipo de abogados. Luego de eso, Loeb & Loeb, un prestigioso estudio jurídico especializado en derechos civiles, se sumó a Ingham (abogado asignado por el estado de California) en la defensa de Britney.

Gracias a que las audiencias pasaron a ser públicas, se supo que Britney “le tiene miedo a su papá” y que su intención no es liberarse de la tutela, sino quitarsela a James. Incluso su abogado aclaró que no va a volver a tocar en vivo hasta que no finalice el “conservatorship”.

El 11 de noviembre, y después de varias audiencias, la jueza Brenda Penny finalmente aceptó nombrar a la empresa especializada en la administración de patrimonios Bessemer Trust como co-tutora financiera, pero negó remover al padre. Tal vez ahora, con el ruido que genera el documental de The New York Times, la presión social impulse nuevas audiencias e investigaciones para determinar si James efectivamente malversó o no parte del patrimonio de más de 60 millones de dólares de su hija. Y entonces ahora tal vez sí, #FreeBritney se convierta en realidad.