
“Un día te llaman y te dicen que El amor después del amor va a cumplir 30 años de su salida. Lo primero que pensás es ‘qué rápido, lo segundo que pensás es que no te gusta nada y lo tercero es que es una realidad inapelable”. En un video en su cuenta de Instagram, Fito Páez conmemoró las tres décadas de su sexto disco de estudio, y el aniversario se volvió el punto de partida ideal para un repaso de anedas, estadísticas y cifras que no hacen más que ratificar que las esquirlas de su impacto siguen tan presentes como lo estaban en 1992.
Mucho antes del récord de ventas, de sus 12 cortes de difusión y la gira apoteósica que lo sucedieron, El amor después del amor era un éxito bastante improbable. El femicidio de sus tías en 1986 había transformado a Páez y puso en cortocircuito a su yo creativo con su persona pública. Después de exorcizar demonios en Ciudad de pobres corazones y de fricciones con su sello discográfico, que se negaba a que el rosarino bautizase a su cuarto trabajo como Napoleón y su tremendamente emperatriz por considerarlo un título largo y anticomercial, el músico finalmente se quedó sin contrato con EMI en 1990.
Por medio de Fabián Gallardo, Fito recaló en Warner y, con la ayuda de músicos amigos pudo dar forma a Tercer mundo sin presupuesto y con estudios prestados, y aún así nada parecía perfilarse como la luz a la salida del túnel. Con planes para irse del país para probar suerte en España, todo cambió una vez que conoció a Cecilia Roth, en una fiesta en Uruguay. En ese momento la actriz se encontraba casada, así que la relación comenzó tiempo después, luego de que ella se divorciase. “Yo no tenía 30 años, no podía entender cómo una chica tan hermosa se había fijado en un sujeto como yo. Sin embargo, aquello llegó a suceder”, explicó en vivo el propio Páez para graficar el estado exultante en el que se encontraba 24/7.
De alguna forma y desde su título mismo, El amor después del amor habla de la llegada de un momento luminoso después de un período con sombras, en este caso, el fin de su relación con Fabiana Cantilo. El fin de un amor como el principio de otro. Con esa carga positiva en sangre, Fito comenzó a darle forma al repertorio en unas vacaciones en Punta del Este, con Tweety González como aliado necesario. Mientras esas canciones comenzaban a cobrar vuelo propio, el contexto discográfico tomó otro tinte cuando la dirección regional de Warner quedó en manos de André Midani. Calificado como Fito como “el último mohícano, gran hombre de la industria de los 90”, el empresario brasileño desarrolló un plan para dar empuje a los músicos latinoamericanos, y vio en el disco de Páez el candidato ideal para convertirse en mascarón de proa.
Así, al elenco estable que formaban Tweety, Ulises Butrón, Daniel Colombres y Guillermo Vadalá, se sumó un elenco de invitados estelares que al día de hoy sigue apabullando por la cantidad de nombres propios que dijeron presente. Sin repetir y sin soplar, Mercedes Sosa, Luis Alberto Spinetta, Charly García, Andrés Calamaro, Fabiana Cantilo, Celeste Carballo, Claudia Puyó, Fabián Gallardo, Osvaldo Fattoruso, Daniel Melingo, Ariel Rot, Chango Farías Gómez y el español Antonio Carmona aportaron lo suyo al disco. Hasta Gustavo Cerati estuvo presente sin participar, ya que González sampleó un fraseo de guitarra grabado durante una prueba de sonido y lo usó para ornamentar “Tumbas de la gloria”.
El contexto histórico también hizo lo suyo: mientras Soda Stereo experimentaba a cielo abierto con Dynamo, Spinetta apostaba por la intimidad hogareña de Peluson of Milk y García comenzaba la lenta espiral descendente hacia los confines de lo que con los años sería Say no More, desde su lugar de erudito Fito fue capaz de perfilarese como el único artista mainstream del rock hecho en la Argentina capaz de interpelar a las grandes masas. En su primeros dos días a la venta, El amor después del amor vendió 30 mil unidades y de ahí en más cifras serían cada vez más astronómicas: 175 mil a a la primera semana, 300 mil al terminar el mes y, al momento de su vigésimo aniversario, el número ascendía a un millón cien mil.
Y al éxito discográfico le siguió el de las boleterías. El álbum fue presentado en una seguidilla de ocho funciones en el Teatro Gran Rex que oficiaron de puntapié inicial de La rueda mágica tour, una gira de 120 fechas que a lo largo de 1993 llevó al rosarino por todo el país y también por Uruguay, España, Venezuela, México e incluso Cuba, donde se volvería el primer música no nacido en la isla en presentarse en la Plaza de la Revolución, en diciembre de ese año. Pero el punto máximo de esa gira llegó bastante antes, el fin de semana del 24 y abril, cuando Fito y su banda se presentaron en el estadio de Vélez ante un público total de 85 mil espectadores. El concierto, que se televisó completo, fue también el pico de una exposición neutral: ya ratificado como artista de multitudes, tanto la vida privada como la obra de Páez serían analizadas y criticadas en demasía, muchas veces con una saña inusitada.
El mes pasado, en diálogo con Julio Leiva para el ciclo Caja negra, Fito anticipó su intención de regrabar El amor después del amor con nuevo elenco de acérrimos como Rubén Rada, Caetano Veloso, Chico Buarque y Elvis Costello, y también referentes del público centennial como Bizarrap, Nathy Peluso, Dillom, Ca7iel y Paco Amoroso. La noticia generó tantas celebraciones como chispazos de quienes cuestionaron la maniobra por considerarla una estrategia de no querer perder vigencia ante un recambio generacional evidente. Sin embargo, a medida que la discusión fue creciendo, el argumento más recurrente terminó siendo cuál era la necesidad de modificar algo que ya había sido perfecto en su génesis. y que treinta años después se siga reconociendo la durabilidad en el tiempo de la obra es, sin duda, su mayor legado.