05/11/2018

Noel Gallagher modelo 2018: sin lugar para la nostalgia

Cuando el rock de estadios ya es tema del pasado.

Noel Gallagher

La seguidilla de shows de Noel Gallagher en la Argentina el fin de semana pasado (el sábado en Rosario y anoche en el Luna Park) dejaron ver una versión madura de su propia carrera, lejos de la maquinaria grandilocuente. El cambio puede sorprender si se tiene en cuenta que, durante las casi dos décadas que pasó al frente de Oasis, fue proclamado como el último gran compositor británico de himnos rockeros a escala estadio, un título revalidado con credenciales como “Rock & Roll Star”, “Supersonic”, “The Shock of the Lightning”, “Live Forever” y siguen los nombres. Pero, visto en la perspectiva, también es posible afirmar que ese formato no era más que un corset creativo para su curiosidad artística, un recorrido que se entiende con su presente, pero que tuvo su origen mucho antes.

Rotulado como un plagiarista del cancionero beatle, Gallagher pasó su adolescencia entre discos de Sex Pistols, The Smiths y Buzzcocks, pero también como habitué de la escena acid house de su Manchester natal. De ahí que en 1996 decidiera cruzar ambos mundos de la mano de The Chemical Brothers en el himno big beat “Setting Sun”, y también con Goldie en “Temper Temper”, un drum and bass frenético. Sendas alianzas podrían haber sido un buen disparador para llevar a Oasis a un nuevo terreno en su tercer disco, pero la magnitud de su propio fenómeno empují a la banda a enfatizar su propia fórmula a volumen 11 en el por demás grandilocuente Be Here Now. En el debut porteño del grupo en el Luna Park, en marzo de 1998, Noel se permitió traducir “Setting Sun” a un formato acústico de aires orientales, una maniobra por entonces inesperada.

Noel Gallagher intentó correr a Oasis de su propio terreno en Standing on the Shoulder of Giants, un disco en el que reemplazó la euforia de pub por la introspección post rehab. A pesar del resultado, continuar por esa senda era en cierto modo traicionar a su público… y también a su hermano Liam, de conocido carácter purista en lo musical. Noel entonces concentró los esfuerzos en una estrategia sutil: la de abrirle la puerta a terrenos menos esperados a cuentagotas, muchas veces en deep cuts, el eufemismo británico para las canciones que forman parte de los álbumes pero no llegan a tener difusión más allá del público fiel. Hacia el final de los días de la banda de la que era el principal compositor, ya le era imposible disimular su cara de fastidio en el escenario.

Es posible pensar que, desde que se fue de Oasis, Gallagher se libró de dos ataduras: la de lo que su propio público esperaba de él y de las limitaciones de fórmula que debía respetar para mantener a raya el malhumor de su hermano. Algo de eso asomó en el debut homónimo de sus High Flying Birds (2011), sobre todo en dos reversiones de canciones de ese disco hechas codo a codo con el dúo de neo psicodelia The Amorphous Androgynous. Esas relecturas de “If I Had a Gun…” y “AKA… What a Life!”, que duran 10 y 16 minutos, respectivamente, eran la antesala de un álbum experimental que se permitió abandonar porque la mezcla final no lo convenció. La experimentación fue un paso más allá en Chasing Yesterday, su segundo álbum, y pegó un vuelco radical en el tercero, Who Built the Moon? Bajo la tutela del productor David Holmes, Gallagher usó al estudio como un laboratorio en el que escribió el repertorio desde cero, con amplias dosis de psicodelia, soul y pop enérgico.

Como se pudo ver el fin de semana pasado, Gallagher recurre ahora a una formación de once integrantes para poder traducir al vivo las canciones de su obra más reciente. Entre sus compañeros se encuentran dos ex Oasis (el guitarrista Gem Archer y el baterista Chris Sharrock), pero su presencia es circunstancial, ya que cada vez que volvió sobre el repertorio de su antigua banda, lo hizo desde una óptica renovada: “Supersonic” convertida en una balada acústica, “Whatever” y “Half the World Away” endulzadas con arreglos de vientos en clave northern soul, y “Wonderwall” y “Don’t Look Back in Anger” reducidas a su mínima expresión.

Antes de todo eso, Noel y el núcleo duro de su banda (Archer, Sharrock, el tecladista Mike Rowe y el bajista Russell Pritchard) repasaron “Little by Little” de manera enérgica y fiel. La versión fue respetuosa y tuvo el mismo espíritu que la original, de 2002. Fue la única excepción a su propia regla y también una suerte de manifiesto: si quiere, Noel Gallagher es capaz de revivir el sonido de Oasis que él mismo inventó, simplemente no tiene ganas de seguir haciéndolo.