
Para cuatro de las personas que fundamos y editamos Silencio desde hace más de seis años -Roque Casciero, Sebastián Chaves, Ignacio Guebara y Cecilia Salas-, el jueves 31 de marzo será nuestro último día como parte de este medio.
Les compartimos a continuación una carta escrita a título personal por Sebastián, pero que resume muchísimo de lo que cada uno de nosotrxs siente en este momento. Gracias por leer y por habernos acompañado en este recorrido.
Ceci, Nacho, Seba y Roque
Me gustaría alabar el silencio, sin usarlo de una forma concreta
(John Cage, 1949)
[Lollapalooza 2016, el día de Eminem] El gerente de prensa de una empresa de telefonía celular se acerca a nuestra mesa y arrima una silla: “¿Me puedo sentar con los Silencio? Quiero entender cómo es que siempre se están riendo y publicando notas al mismo tiempo”.
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Siempre me resultó atractivo el lugar que la cultura oriental le da al silencio en la música, la función que le otorgan. Según ellos, el vacío es un elemento fundamental para toda obra de arte. Sin él, aseguran, la obra no está completa pues carece de equilibrio. En una pintura, una película o una escultura, detectar el vacío no es tan fácil y suele ser más subjetivo. Puede ser una sombra pero también una luz o un resplandor. En música, en cambio, es fácil: el vacío se manifiesta a través del silencio. El silencio, entonces, le da a la música su plenitud y su equilibrio, es lo que la completa. Es un pensamiento bastante opuesto al occidental (nosotros tendemos a tomar los silencios y los vacíos como faltas, ausencias, lugares a llenar).
Me encantaría decir que elegimos el nombre de Silencio pensando en todo eso, sería una historia romántica. Pero no. Nos decantamos por razones más mundanas. Nos corría el tiempo para diseñar la web, teníamos que encontrar un nombre cuyo dominio no estuviese registrado, etc. Seis años y medio después, no tengo dudas de que Silencio fue para mí y mis compañerxs todo eso que dicen los orientales que es el silencio para la música: equilibrio, plenitud, completitud. Silencio fue para mí el lugar donde escribir como quise sobre lo que quise, con libertad absoluta desde el abordaje y con el futuro inmediato en la edición siempre constructiva de Ignacio, Joaquín y/o Roque. Una combinación casi perfecta de lo que quería y lo que podía.
Silencio fue y será mi carta de presentación, no solo laboralmente. A familiares y amigos con los que me ponía al día les contaba de Silencio, en primeras citas hablaba de Silencio, en un partido de básquet hablaba de Silencio, en terapia hablaba de Silencio. Era lo que me definía, lo que me daba orgullo, mi logro personal y colectivo. Puertas adentro, Silencio era un desafío de ir a más. Tenía al lado a los mejores y siempre me sobrevoló una especie de miedo por no estar a la altura. ¿Cómo no aspirar a escribir la mejor crítica de un show si después la nota iba a estar acompañada por fotos de Ceci? ¿Cómo no querer entregar una nota perfecta si después me la iba a editar Roque? ¿Cómo no intentar pensar la estructura de un medio si después iba a tener que hablarlo con Nacho? ¿Cómo no querer escribir rápido y bien si al lado tenía el oficio de Joaquín?
Cuando hablo de Silencio, entonces, hablo de las personas que lo hicieron conmigo.
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Que me tilden de agrandado y engreído / Pero los mejores de acá son todos mis amigos
(Duki, 2019)
Hicimos periodismo porque estuve rodeado de periodistas, yo nunca tuve ese oficio, ojalá lo tuviera. No solo aprendí a escribir un poco mejor, aprendí también a escuchar, a pensar más allá de un texto, a entender qué es tener un medio, a perder una votación, a pelearme y despelearme, a que me digan que no pero tratar de decir que sí siempre que el de al lado tuviera una idea. Tratar de no correr detrás de la primicia sin antes consultar fuentes, ir en busca de la historia. Nos importaba más el cómo que el qué. No importaba el artista o el género de música, nos importaba la historia que podíamos contar. A veces con seriedad, a veces con humor, siempre con datos, argumentos e imaginación. Porque, también -y esto es un deseo tan personal como este texto-, ojalá en algún momento haya logrado hacer literatura. En algún párrafo, en alguna oración, en alguna frase, me gustaría pensar que lo logré. Porque Silencio, para mí, era sentarme a escribir con los pies en el aire.
Silencio fue también el lugar para tender una mano a colegas y amigos talentosísimos que se habían quedado sin lugar para escribir porque el mundo casi siempre es hostil y no repara ni en tu corazón ni en tu sonrisa. Los medios de comunicación se han convertido en lugares en donde es cada vez más difícil encontrar almas, ahora hay robots que escriben noticias (y no es una metáfora). Claro que hay trabajos y ambientes laborales peores, esto no es una victimización, pero sí es un dato real: los medios periodísticos ya no quieren periodistas. Sumemos a eso la máxima que reza que el trabajo dignifica, una de las grandes mierdas del capitalismo pero también una lógica de la que es difícil salirse. Saber que, aunque sea por un ratito, dignificamos a colegas y amigos es un placer y una calma incluso dentro de todo este contexto perverso. Porque, claro, esos colegas y amigos hicieron mejor a Silencio con su aporte.
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Dejar Silencio es una decisión triste. Pero la vida, las personas y los contextos cambian. No puedo pensar mi aporte a Silencio si no es al 100%, porque, otra vez, Silencio es las personas que lo hicieron conmigo y también la gente que nos lee. Armamos el equipo que queríamos para hacer lo que queríamos: periodismo de música de calidad y jugar en primera con un medio propio nacido desde el vamos como un sitio web, sin una prehistoria en papel. Escribimos sobre rock, pero también sobre pop, tango, folklore, música clásica, electrónica, reggaetón, trap, hip hop, cumbia y cuarteto.
Ahora es momento de soltar alguna lágrima y también este texto despedida. No puedo imaginar cómo va a ser mi primero de abril sin discutir en el grupo de Silencio cuál es la historia del día. Sí puedo imaginarme toda mi vida diciendo sin miedo a exagerar que desde el 15 de octubre de 2015 hasta el 31 de marzo de 2022 co-fundé y co-edité uno de los grandes medios sobre música de habla hispana. Entonces… ¿por qué no habríamos de reírnos?
Tu vida transformó la mía, Silencio. Y nunca voy a dejar de agradecerte por eso.
Sebastián Chaves