
Entre la pregunta y la afirmación, el escritor Luis Sagasti se propone dilucidar algo que a primera vista parece simple: por qué escuchamos a Led Zeppelin. Y así se llama el libro que acaba de editar Gourmet Musical Ediciones y que puede encontrarse en librerías a partir de esta semana.
Comenzando con la proyección de La canción sigue siendo la misma en los cines argentinos durante la década del 70, y sumergiéndose en el entramado musical y simbólico del grupo, Sagasti propone un ensayo de poco más de 100 páginas de lectura ágil aunque repleta de cruces y referencias. Como la música de Led Zeppelin, bah.
A modo de adelanto, compartimos el capítulo "Cuentas claras" donde el escritor aborda la cuestión de los plagios en la discografía del grupo.
Es verdad que más de una vez la dupla Page-Plant olvidó incluir como coautores de sus temas a algunos viejos bluseros. El asunto en verdad es interesante ya que si se tratara de un plagio descarado pues no se hubieran apoderado de canciones para nada ocultas. A veces nos encontramos con temas que repiten ciertos motivos ancestrales y por lo tanto anónimos, temas que no parecieran siquiera pertenecer a los abajo firmantes que les han hecho juicio. En este sentido, el caso de Bring it on Home, de Willie Dixon, es bastante elocuente. De todos modos, si bien es verdad que la primera parte de este tema es exactamente igual (apenas parece modificarse un poco la letra), la segunda, la más furiosa, cuando Zeppelin abandona el blues, es un potentísimo riff de Page y la composición pasa a ser otra cosa hasta que regresa al lugar desde donde comenzó. En las ediciones posteriores a 1972 se agrega el nombre de Dixon al paréntesis.
Otro tanto ocurre con Dazed and Confused, que es una canción de Jake Holmes, un cantante folk de San Francisco que, siendo telonero de los Yardbirds cuando Page era su guitarrista, solía tocarla en vivo (los mismos Yardbirds también llegaron a ejecutarla en sus conciertos). Page amplía la propuesta, le agrega solos, la explora, la deconstruye. El tema pasa a ser otra cosa de lo que fue en un principio, es verdad, pero aun así la omisión es flagrante.
Es verdad que hay temas que terminan siendo de quienes los interpretan. Así ocurre con Twist and Shout y los Beatles, My Way y Frank Sinatra, When the Saints Go Marching In y Louis Armstrong, por nombrar solo algunos (acaso eso haya sentido John Fogerty cuando firma abajo del clásico y anónimo carcelario Midnight Special del disco Willy and the Poor Boys).

La interpretación descomunal que Zeppelin hace de When the Levee Breaks, un blues de 1927 de Memphis Minnie y Kansas Joe McCoy, uno de los tracks con mayor cuidado de producción, en especial el sonido de la batería y el eco invertido de la armónica, sin duda le da derecho a colocar sus nombres como coautores, porque la canción, desde ellos, es de veras otra cosa.
Con Whole Lotta Love el asunto pasa por lo que acaso sea lo menos importante: la letra (si bien la melodía tiene algún punto de contacto, es un tanto diferente) es casi la misma que You Need Love del bueno de Dixon otra vez. Dixon gana el juicio y es incluido como coautor, lo que significa reconocer que el riff (y ni hablar de la sección intermedia) es Led Zeppelin puro.
Watch Your Step, de Bobby Parker, es muy parecida a Moby Dick, de acuerdo, aunque el acento es distinto (se podría decir que el tema de la ballena es muy parecido a I Feel Fine de los Beatles, también) pero no creemos necesariamente que se trate de un plagio. Cuanto mucho integra ese lote de canciones casi gemelas como puede ser la composición Burn, de Deep Purple, con Fascinating Rhythm, de George Gershwin; She, de Charles Aznavour (apropiada por Elvis Costello), con Bolero, de Ravel, o Song Sung Blue, de Neil Diamond, con el adagio del Concierto para piano N° 21 de Mozart. De este lado del río podríamos anotar cierta semejanza entre Iniciado del alba, de Luis Alberto Spinetta e Isolation de John Lennon. Y, claro, Como el viento voy a ver, del mismo álbum de Pescado Rabioso, con Since I’ve Been Loving You.