
Además de ser una de las personas más hiperactivas del mercado (o quizás como consecuencia de eso mismo), Damon Albarn tiene un gusto musical al que términos como “amplio” o “diverso” no parecen abarcarlo en su totalidad. Como si Blur hubiera pasado a ser una suerte de corset creativo, el cantante empezó a crear en 1997 junto al ilustrador Jaime Hewlett una banda virtual. Así, ambos entablaron una sociedad en la que uno aportaba música carente de escrúpulos mientras el otro inventaba un universo animado. La presencia en pantalla de cuatro personajes inventados (2D, Murdoc, Noodles y Russell) le permitió a Albarn no sólo saltar sin red, sino también desaparecer del primer plano.
Un cantante desdentado, un bajista vampiresco y yunkie, una guitarrista japonesa de 13 años y un baterista afroamericano eran la síntesis de lo que Gorillaz englobaba en su sonido: la propia historia de Albarn con Blur, la cultura nocturna, las incursiones a músicas de otras latitudes y una búsqueda recurrente en aguas del hip hop. Lo que empezó casi como un chiste en 2001, tuvo una lavada de cara en 2005 de la mano de Danger Mouse y alcanzó su maduración perfecta con un disco soberbio (Plastic Beach, de 2010), con una extensísima lista de invitados que podía ir de Lou Reed a De La Soul, y de Little Dragon a Mark E. Smith.
Después de varios años de silencio discográfico y animado, todo parece indicar que Gorillaz publicará su cuarto álbum cerca de fin de año o a principio de 2017. Para matizar la espera, decidimos ir un poco más allá del relieve para revisar el contenido profundo de sus discos e intentar entender de qué se compone su propio universo. Hay, como era de esperarse, para todos gustos. Incluye playlist de regalo al final de la nota.
Parece una obviedad, pero no. Albarn y Hewlett comenzaron Gorillaz mientras el cantante preparaba las canciones del sucesor de The Great Escape. “On Your Own”, una de sus primeras composiciones para el proyecto, al final terminó en el álbum homónimo de Blur, pero vista a la distancia (esas máquinas de ritmos, esos coros en falsete…) ya permitía divisar lo que se venía.
En los dos primeros singles de Gorillaz (“Tomorrow Comes Today” y “Clint Eastwood"), Albarn le dio el protagónico a su melódica, en espesos climas dub como los que creaban Augustus Pablo y King Tubby en Jamaica. A la hora del disco debut, el autor de “Parklife” se permitió husmear en el jazz afrocubano, y hasta se dio el gusto de convocarlo a Ibrahim Ferrer, de Buena Vista Social Club.
Detrás de su mascarada lúdica, Gorillaz recurre bastante a la música que tiñe de gris plomizo los cielos de Bristol. En el álbum Demon Days (2005), el MC Roots Manuva y Martina Topley-Bird, eterna colaboradora de Tricky, pasaron por el estudio para dar una mano con “All alone".
Damon Albarn pertenece a la generación que se crió al ritmo de la relectura británica del ska jamaiquino. Mucho de lo que integra el universo de The Specials (el sentido ácido del humor, el retrato mordaz de la vida del hombre cualquiera) aparece reiteradas veces en su obra, al punto que un sample de “Ghost Town” le da vida a “Slow Country”.
Un poco antes de su relectura noventosa del perfil compositivo de Ray Davies, Blur fue una banda que en su álbum debut acusó recibo de lo que un par de años antes Soup Dragons, Inspiral Carpets y The Charlatans habían encontrado al presentarle la cultura house al público rockero. Algo de ese espíritu quedaba en el tintero de Albarn cuando invitó a Shaun Ryder de Happy Mondays a cantar en “DARE”.
Entendido como el rhythm & blues clásico y no como la etiqueta con la que en los 90 se vendía a las boy bands. Albarn se permitió samplear el esqueleto rítmico de “Get Out Of My Life Woman” del arreglador Allen Toussaint en “Tomorrow Comes Today” y también bordeó la incorrección al invitar al polémico Ike Turner a sumar su piano a “Every Planet We Reach is Dead”.
Quizás el elemento que sobresale con más reiteración en la amalgama sonora de Gorillaz. A lo largo y ancho de todos sus discos aparecen sampleos que van desde A Tribe Called Quest y Salt N Pepa a figuritas más difíciles como Kurtis Blow. A la hora de los feats, las presencias de Snoop Dogg, Mos Def y De La Soul le dan al grupo animado su legimitación del ghetto.
La búsqueda sin fronteras artísticas y geográficas de Albarn le deben bastante a lo que Joe Strummer y los suyos dejaron entrever en London Calling y pusieron de manifiesto en Sandinista! El también líder de Blur se estudió la lección a fondo, y así es como el guitarrista Mick Jones y el bajista Paul Simonon pasaron a ser parte del elenco que le da vida sobre el escenario a la banda virtual.
A la hora de completar el banco de sonidos, Gorillaz supo samplear a Sly & The Family Stone y Maceo Parker. Dentro del estudio, Albarn contó con los servicios de Lafayette Afro Rock Band, y se permitió rescatar del olvido al inmenso Bobby Womack. El cantante tuvo que preguntarle a su nieta qué era Gorillaz antes de sumarse a “Stylo”, pero quedó tan asombrado con la experiencia que Albarn le produjo su último disco, The Bravest Man in the Universe.
Parte del chiste con el que Albarn y Hewlett delinearon Gorillaz fue que en la música estuviesen representados los perfiles artísticos de todos los integrantes de la banda virtual. La presencia de Noodle, la bajista japonesa de 13 años, encuentra la relectura occidental de un legado milenario de la mano de Yukimi Nagano de Little Dragon, y también en el aporte de Miho Hitari de Cibo Matto en “19-2000”.
Damon Albarn no pudo resistir la tentación de samplear a Ennio Morriconne en más de una ocasión, sino que también tomó muestras de la obra del musicalizador Don Harper para el pastiche sonoro que inaugura el segundo disco de Gorillaz, Demon Days.
Blur desarrolló parte de su carrera en paralelo a la del quinteto delirante de Gales. Aunque sus búsquedas después tomaron caminos distintos, ambas bandas parecían potenciarse del humor absurdo del otro. Unos años más tarde, Albarn invitó a Gruff Rhys, su cantante, a participar en un tema que simula ser el jingle de un sandwich de aguaviva. Todo muy normal, sí.
A pesar de que en ninguno de sus proyectos satélite esté explícito, Damon Albarn le debe mucho de su pluma filosa a Mark E. Smith y su cosmovisión que engloba socialismo y realismo literario, con Thomas Hardy como punta de lanza. En los 90, el líder de The Fall colaboró con varias bandas de la generación que siguió a la suya (Inspiral Carpets, Elastica, Edywn Collins), pero hubo que esperar una década más para que entrase al estudio junto a a Gorillaz en "Glitter Freeze", de Plastic Beach.
Al momento del lanzamiento de Plastic Beach, Albarn puso en el personaje de Murdoc la responsabilidad de explicar algunos de los feats del disco. "Crecí escuchando a Lou y los Velvets. Es gracioso, el tema tiene una onda medio Plaza Sésamo, y él es la úica persona que jamás aparecería en ese programa, así que es un mérito tenerlo ahí", dijo el bajista de ficción sobre su aporte a "Some Kind of Nature". Y agregó: "Grabé con Lou en Nueva York, y él quería hacer su pista de voz en privado. Ordenó que todos salieran del estudio, yo incluido. Te amo, Lou, pero viste, este es mi disco, quiero saber qué es lo que está pasando. Así y todo, su trabajo fue oro puro".