
“Desde el principio queríamos ser una banda de rock and roll. Lo del garage llegó después cuando se nos fueron ensuciando los amplis”, dice Alex de Lucas entre risas desde Madrid. Junto a Diego García, su compañero y amigo, integra The Parrots en una aventura que ya lleva varios años. El dúo español acaba de presentar Dos, su segundo y esperado álbum, y si bien el rock de guitarras sigue siendo el norte, ambos han decidido ampliar horizontes sonoros y animaron a abrirse a la pista de baile. En canciones cargadas de nostalgia, amor fraternal y reencuentro, el grupo dialoga con su contexto y se despacha con un álbum ecléctico en su naturaleza.
Tras una espera de cinco años desde Los niños sin miedo, su disco debut, para The Parrots ha pasado de todo. Giras interminables, un viaje revelador a Estados Unidos para tocar en el festival SXSW, la necesidad de reformular la formación de la banda, la experimentación sonora y, encima, una pandemia. “Hacíamos giras muy locas, 25 sitios en 26 días, durmiendo en el piso. Así fue nuestra vida durante tres años por España, Europa y Estados Unidos”, cuenta Diego. “Cuando llegábamos a casa reventados sabíamos que teníamos solo 10 días para descansar. Nos hemos tomado un tiempo, hemos sacado algunas canciones, y hemos podido sacar el disco de la mejor manera. Nos daba rabia sacarlo en la pandemia y no poder tocarlo por el mundo”. El resultado de ese proceso de transformación interna fue Dos, su nuevo álbum, producido por Tom Furse, tecladista de The Horrors, y mezclado por Claudius Mittendorfer (Parquet Courts, Weezer, Panic! At The Disco, Temples).
Alex y Diego se conocieron en el primer día de universidad. “Nosotros estudiabamos comunicación, y en los primeros días ya nos juntamos y empezamos a ver que nos gustaba el mismo tipo de música, el mismo tipo de fiestas”, cuenta Diego. “Tampoco veíamos que hubiese tantos grupos que estuviesen haciendo la música que a nosotros nos gustaba. Entonces dijimos 'pues vamos a hacernos uno nosotros'. Al final fue algo productivo que hicimos en la universidad”, dice entre risas. Para esa época, entrado el 2007, ambos estaban encantados con The Strokes, Black Lips, Ty Segall, The Libertines y el vértigo de esas guitarras, y para 2013 The Parrots ya era una realidad establecida.
Lo que llegaron luego fueron sus primeros conciertos y el comienzo de la construcción de una escena madrileña con colegas de su misma generación. “En 2014 tuvimos la oportunidad de ir por primera vez a Estados Unidos, a un festival en Austin, el SXSW. A nosotros estar allá, con bandas de todos lados, nos abrió un nuevo campo, un nuevo sonido, esa cuestión más garagera”, cuenta Diego. “Ahí nos empapamos de algo que no habíamos vivido de cerca y fue importante para nosotros”. Esas nuevas inquietudes, sumadas a sus propios intereses, comenzaron a darle forma a la identidad de The Parrots, algo que lograron capitalizar en Los niños sin miedo, el disco de 2016. “Ese fue el broche final a todas esas cosas”, dice.
Si bien la banda tiene su búsqueda guiada por cierto espectro sonoro más asociado al rock, The Parrots sabe dialogar y convivir con su contexto. Las referencias iniciáticas al rock de The Strokes o la vorágine de The Libertines, conviven con un cover de Bad Bunny, una colaboración con C. Tangana en sintonía con la canción que El Madrileño hizo junto a Andrés Calamaro para cerrar su último álbum, o incluso ciertos colores cancioneros de Los Planetas. Y ese abanico de posibilidades quedó, además, plasmado en Dos. “Siento que lo que hemos sido es un poco más abiertos con todas las cosas que nos encantan y referenciamos a nivel compositivo”, dice Alex. “Antes no nos atrevíamos a meterlas. Nos hemos abierto a ser más eclécticos. En realidad somos así nosotros”.
Ese juego personal de The Parrots está totalmente vinculado con la figura de Tom Furse de The Horrors, el productor del disco. “Nunca habíamos tenido la oportunidad de tener un productor, alguien que piense diferente a nosotros, imaginar nuestras canciones y ver cómo se podían desarrollar”, dice Alex. “Es tener una figura de la que confiás, la que transmites lo que querés como banda y consigue llevarte a sitios a los que a lo mejor solo no hubieras alcanzado”, suma Diego. Y esos sitios nuevos para The Parrots fueron las canciones más bailables del álbum, con destellos disco y referencias a Giorgio Moroder o Donna Summer, algo inesperado para un dúo rockero y sucio.
El largo proceso entre disco y disco para The Parrots y retomar las presentaciones en vivo les da una sensación viva de vuelta y reencuentro con su público y con los escenarios. “Todo lo que estamos recibiendo son buenas noticias”, dice Alex después de haber tocado en Barcelona en el primer show de la nueva etapa. “Fue una muy buena vuelta después de todo lo que ha pasado. Ahora tenemos ganas de dar más recitales hasta llegar a la Argentina”. Y aunque esa expresión suene a expectativa, The Parrots se deja sorprender por lo que el nuevo disco podría regalarles. “Lo que hacemos es para divertirnos nosotros y ser felices. Lo que venga que sea bienvenido”, cierra Alex.