20/10/2021

Camionero, hard blues sucio y desprolijo

Choque de culturas.

Jesica Belous - Gentileza

“En un momento de mi vida me sinceré y dije: lo que más me gusta y me conmueve es el blues. Yo me quedo acá”, dice Santiago Luis. Junto a Joan Manuel Pardo hicieron de esa intención musical un hecho y entre ambos armaron Camionero, un dúo crudo de batería y guitarra que se pasea por el rock estadounidense más garagero y recoge las raíces del blues en la Argentina. El jueves 28 de octubre a las 21, en The Roxy Bar & Grill (Lacroze y Álvarez Thomas), la dupla presentará Club Camionero, su primer LP.

Camionero se formó en 2017 al fuego de una amistad que creció en un sótano de la zona norte de Buenos Aires. Santiago, el baterista, buscaba lugares para tocar con su banda y le recomendaron hablar con Joan, el guitarrista y cantante. “Ahí fundamos un sello a pulmón y bancábamos bandas del palo. Los grabábamos, armábamos fechas, festivales. Me compré una chata y les hacíamos la gira. Un delirio a pulmón. Todo lo que podíamos hacer con cero pesos, lo hacíamos”. De esa forma, la sala de Santiago, el sótano de su casa, se transformó en la base de operaciones del sello y de sus propias bandas, pero mientras esas se iban desmembrando, ellos compartían zapadas y tardes. “Empezamos a tocar para divertirnos”, recuerda Joan. “Hasta que Santi dijo: 'Che, vamos a hacer un dúo'”. 

Sin embargo, hacerlo no era fácil y para lograron debían reconfigurar su sonido, sus herramientas y su forma de tocar, porque estaban acostumbrados a tener un bajista en la formación. “Vamos a investigar, metámosle más graves. Yo cambio la batería, vos meté más dedos”, decía Santiago en ese momento. “Había que hacer cosas para que suene. Ya sonaba, pero había que hacer un par de cositas más y había que trabajarlo. Estuvimos como medio año laburando el sonido, hasta que apareció”. Entre las referencias de sonido y setups aparecieron bandas como Left Lane Cruiser, Black Diamond Heavies y más. “Mirábamos qué tipo de configuración de amplificadores usaban, qué pedales, dónde pasa primero un pedal, si antes o después del amplificador, si sacar todo por un mismo ampli o dividirlo”, cuenta Joan. “Empezamos a buscarle la vuelta, el tipo de guitarra. Creo que el momento en el que dijimos 'che, encontramos el sonido en vivo' fue después de grabarlo”.

Esa primera grabación dio por resultado dos EPs, de cinco temas cada uno, que los mostraba furiosos, sucios, y con una agresividad blusera galopante sobre riffs y la platos crecientes de la batería. “Eran más delirados”, admite Joan. “Buscábamos más la espontaneidad, no había tanto concepto detrás. Pero así arrancaba la banda, con ese power y suciedad, y ganas de tocar y grabar”. Sin embargo, la identidad del sonido de Camionero en vivo la lograron definir después de la mezcla que hizo Dylan Lerner. “Él también venía de un dúo, Soldadores, pero usaban otras técnicas. Hacían algo más denso, más cerca del stoner, el doom o una versión más Sabbath del blues. Cuando hizo la mezcla, empezamos a pulir ciertas cosas que estaban de más y tratamos de llevar al vivo lo que quedó del estudio”, dice Santiago.

Para Confianza en tí solo (2019), el siguiente EP, Camionero intentó otra fórmula, esencialmente similar pero más despojada. “Es un disco exageradamente con una intención. Es sencillo, iba atrás de un minimalismo. Seguir bancando la parada de ser un dúo y que se note que es un dúo. Todos los temas están en LA, son rocanroles sin mucha vuelta rara, sin mucho arreglo complicado”, admite Joan. Para “Agua asesina”, el tema que le da cierre, contaron con la ayuda de Juanse. Para edificar la poética, un disco oscuro, melancólico y con la tristeza de la ausencia y la soledad, Camionero decidió tomar un recurso que supo explotar La Patrulla Espacial con Raymond Carver en su primer álbum, tomar citas o frases de autores y en base a eso construir sus canciones. En este caso, el poeta peruano César Vallejo fue la fuente de inspiración.

Para Club Camionero, el disco del que ya adelantaron “Genio del Abasto” y “El español”, el dúo demuestra haber ganado sutileza con los años pero también haber retomado esa suciedad garagera e identitaria de sus inicios, ubicándose en un escalón intermedio entre los primeros EPs y el tercero. “Tiene algo de autenticidad. Creo que en lo profundo es lo que más vende: hacer lo que te gusta auténticamente, sin tener a nadie atrás ni que te corra nadie. Que se vea que lo disfrutas. Nuestra gente lo ve, lo disfruta con nosotros”, dice Santiago.

Joan, por su parte, no cree que Camionero haya cambiado tanto en estos años y sueña con generar un impacto más profundo con el nuevo disco, con sus canciones: “El arte es una manera de mejorar la vida, la de otros. Que una persona se emocione con una canción y que le pase algo, como yo cuando leí a Cortázar por primera vez. Me cambió la forma de ver el mundo, me llevó a cambiar cosas de mi vida. El arte tiene que transformar la manera en la que los demás se ven a sí mismos y ven su mundo alrededor. Creo que no cambió mucho lo que era antes a lo que es hoy Camionero. Pero sí tenemos más herramientas para tener un control sobre ese mensaje que estamos enviando”.