
En 2014, Super Ratones comenzó a pensar planes para el año siguiente. La cifra no era azarosa: en 2015, el grupo cumpliría 30 años de existencia y pensaba celebrar sus primeras tres décadas de vida con una gira acorde a la circunstancia, y también con la grabación de su décimo disco de estudio, tras más de un lustro de silencio discográfico. Pero un revés inesperado obligó a cambiar los planes primero y posponerlos después.
En marzo de 2015, José Luis “Person” Properzi, baterista, cantante y miembro original de la banda marplatense, fue diagnosticado con un cáncer irreversible que llegó con poco aviso y forzó a la banda a ponerse metas cada vez más cercanas en el tiempo, dada la gravedad de la circunstancia. “Lo que iban a ser la grabación y los festejos por los 30 años terminaron siendo un show con Estelares en Parque Patricios y un diploma de honor en el Congreso por las tres décadas de aporte a la cultura en invierno de ese año. Ya sobre septiembre se cambió el plan, porque supimos que él no iba a llegar”, explica Mario Barassi, cantante y guitarrista del grupo, para graficar un proceso que debió hacerse a un ritmo muy distinto al planeado.
Person murió en noviembre de 2015 y Super Ratones tuvo que atravesar el proceso de manera paulatina para poder encontrar cómo volver al ruedo. Con paciencia y el apoyo de amigos y colegas, ese décimo trabajo de estudio se hizo realidad a fines del año pasado. Carreras de aviones es el resultado de cinco años de ingeniería artesanal y el aporte de Richard Coleman, Los Tipitos y Manuel Moretti y Víctor Bertamoni de Estelares. El disco también incluye canciones firmadas por Person junto con su aporte de una forma sutil, para garantizar su presencia en el álbum que no pudo llegar a ver completo. “Nos gustaban mucho esas canciones y decidimos encontrar la manera de completarlas en el estudio”, explica Barassi sobre el álbum que presentará la banda el 9 de mayo en el Teatro Monteviejo.
Es un lugar común pensar que tu último disco es el mejor y toda esa historia, pero realmente lo siento como uno muy especial y representativo de lo que ha sido Super Ratones y de lo que es.
Ante este escenario, ¿en algún momento sintieron que Super Ratones había terminado?
No, y te digo por qué: esta es una circunstancia que uno no eligió. Person no eligió irse de la banda, no renunció. Él mismo lo decía, y además nosotros nos caracterizamos por nuestra resiliencia. Nunca nos planteamos seguir indefinidamente, pero ante cualquier circunstancia difícil sabíamos que íbamos para adelante. Con ese mismo espíritu que en el 88, 89, veníamos con nada a Buenos Aires desde Mar del Plata en las peores circunstancias, la idea de que el disco se iba a hacer y la banda iba a seguir estaba presente. Sí nos tomamos el tiempo: fueron más o menos seis meses donde nos juntábamos para contenernos, para ver cómo cada uno lo iba procesando y lo loco que empezaba a ser. Hoy sigue siendo loco y siempre lo va a ser, pero en ese momento fue tremendo.
¿Cómo decidieron la manera de incluir a Person en el disco?
Sobre septiembre de 2015 se cambió completamente de plan porque sabíamos que él no iba a llegar a completar el disco. Pusimos fecha para grabar aunque sea “Buen humor” y “Un minuto es mucho tiempo”, que están en el disco, pero la pura verdad es que nunca llegamos a eso. Lo fuimos a charlar y nos pidió que como no llegaba a grabar, que completáramos los demos que tenía él. Eso terminó siendo Via Properzi, que eran las canciones que estaba trabajando para el disco nuestro y que las quiso dejar como un regalo para su hijo. Charlamos mucho, y fue una inyección de ánimo que nos dio a nosotros mismos. Estuvo en la voluntad de grabar hasta último momento. Mientras veíamos los tracks, yo quería hacer algo como hicimos en “El último verano”, del disco anterior, que tiene una interacción mucho más directa, pero él me dijo “Para esto no me gusta, no veo esa cosa de homenaje al tipo que se fue y esas cosas”. Entonces buscamos que su aporte fuera más sutil, y por eso está en coros en dos canciones. Porque podría perfectamente cantar una estrofa, pero su pedido fue respetado a rajatabla. Incluso, si él hubiese dicho que no quería estar para nada, lo hubiésemos hecho de esa manera.
Para poder hacer el disco tuviste que adentrarte bastante en temas de ingeniería....
Fue como aprender a hacer una casa mientras la vas haciendo. Me di cuenta que uno tiene mucha experiencia después de grabar en algunas circunstancias y haber aprendido de gente muy grossa. Nosotros atravesamos los periodos dorados de la grabación en cinta, equipos analógicos y esas consolas de estudios que salen millones de dólares. Incluso hasta grabamos un disco casi en vivo en el estudio con DJ Fontana, el baterista de Elvis, en los estudios Sun. Pero llevar eso a mover las perillas y lograr el sonido que vos querés, fue una curva de aprendizaje.

¿Y de qué manera fue posible?
Mucha curiosidad propia, trabajo y mucha contención de amigos. Víctor (Bertamoni) se ha juntado conmigo a tratar de descular cosas del ProTools y el DAW, que son los estándares que se utilizan en la música en todo el mundo. Conocía el funcionamiento de tener siempre al lado alguien que lo maneje, pero de ahí a meterse... Es como decir "Más o menos sé lo que hace Photoshop"... ponerte a hacer eso es más complejo. Me llevó mucho tiempo, pero al mismo tiempo me llevó a reflexionar sobre el tipo de sonido que quería lograr, y fui descubriendo y aprendiendo. Sobre casi el final de la grabación pude coronar ese proceso con una clínica que hizo Geoff Emerick en la Argentina, que fueron tres días bastante intensos. Casi 30 horas que compartimos en las que vimos cómo grababa y mezclaba, y todo ese proceso de entrar a su cabeza lo pude aplicar al disco.
Recién mencionaste a Víctor, de Estelares, y el primer corte del álbum lo grabaron junto a Manuel Moretti. ¿De qué manera empezaron a aparecer los invitados del disco?
Los invitados están en función de las canciones porque son previas a elegir quién hace qué. Con Richard Coleman tenemos una relación de amistad de mucho tiempo: compartíamos el mismo management y teníamos un vínculo más cercano de prestarnos guitarras, ir a los shows del otro y demás. Siempre había quedado la cosa de hacer algo juntos, particularmente porque la idea del disco viene de hace casi diez años, y eso se terminó de cristalizar en "Para hacer una montaña", un rockabilly que queríamos que se pusiera espacial, y es hacia adonde la llevó. Tenés un tema como "Hijo", una canción en la que la idea era hacer una cosa muy coral con cuatro voces distintas, no solamente la segunda y tercera voz que hacían los Beatles. Con Los Tipitos habíamos hecho un experimento parecido con una canción de Bach una vez que nos invitaron a La Trastienda. Nos quedó pendiente hacerlo con una canción propia, y una vez que tuvimos la idea del tema, los llamamos a ellos. También está Jorge Maronna, de Les Luthiers, que ya colaboró en dos discos, es amigo hace 20 años ya y tiene la delicadeza de tocar la guitarra clásica, lo metimos en ese mismo tema.
En el álbum anterior tuvieron como invitado en un tema a Alberto Fernández. ¿De dónde viene ese vínculo?
Surgió porque nos invitaron a ser parte de un homenaje a Litto Nebbia en el San Martín en el que la Legislatura lo nombraba ciudadano ilustre. Hicimos un par de canciones sin saber que él estaba entre el público, pero nos contó después que le gustó nuestra versión así que empezó a indagar. Nosotros no teníamos ni idea de eso hasta que en 2003, cuando ya era jefe de gabinete, se supo que tocaba la guitarra, que tenía vínculo con la música y nos mencionó a nosotros. Le escribimos de manera muy formal y él nos respondió por fuera del protocolo y nos invitó. Fue un hallazgo para nosotros intercambiar experiencias, nosotros ávidos de saber lo que era ese nivel de la política y él ávido de saber lo que era una banda de rock girando y haciendo discos. Ese vínculo no solo creció sino que se acrecentó. En el 2008 estábamos grabando Super Ratones, nuestro disco anterior. "El último verano" es la canción que cierra el disco y le propusimos grabar una guitarra. Terminamos yendo a la casa con un Pro Tools y un micrófono y grabamos. Él acababa de dejar de ser jefe de gabinete, y eso ayudó a que fuera posible, en ese momento estaba regresando a su profesión de abogado, en ese contexto fue que grabó con nosotros. Ni él ni nosotros imaginábamos que 11 años después iba ser el presidente de la Argentina...
Muchas veces dijeron que Super Ratones tenía el estigma de ser demasiado cancionero para el público rockero y viceversa. ¿Pensás que Carreras de aviones puede equilibrar esa balanza?
Puede ser, pero ya sería futurología y entrar en un terreno donde uno no controla eso. Uno hace lo mejor que puede, y nos consta que hicimos eso para hacer este disco. Lo conseguimos y estamos orgullosos. También es lugar común que uno tiende a pensar que el último disco es el mejor y toda esa historia, pero realmente lo siento como uno muy especial y representativo de lo que ha sido Super Ratones y de lo que son. Después, lo que pase con eso es lo que uno no controla, y en ese sentido nos liberamos. A donde llegue... ¿qué más podemos hacer? Siendo completamente joven para el público, lo vuelvo a escuchar y siento que transmite. Hay algo que te pasa como oyente, y ese fue el objetivo, hacer un disco que transmitiera sensaciones. Se pueden cortar varias canciones como simples, pero a la vez tiene una coherencia de disco. Se abre el telón, se cierra y en el medio hay una película.