
“Era un animalito tratando de navegar aguas muy tramposas”, dice Shirley Manson sobre sus comienzos en Garbage. A sus 53 años, la vocalista vuelve sobre sus primeros pasos en la música y define su forma de plantarse como mujer frente a la industria como “instintiva”. “Yo no era muy inteligente, pero tenía claro que no quería jugar el juego de aparecer desnuda en Penthouse agarrándome el pelo y abriendo la boca”, dice desde el sillón del estudio de Goza Records, el sello discográfico que -junto a Futuröck, el British Council y la plataforma Conectaskyy- invitó a la vocalista a Buenos Aires. “Para mí era algo instintivo: prefería posar para las fotos metiéndome un puño en la boca o aparecer en un video meando parada. Nunca quise jugar a la cantante sexy, mi respuesta era simplemente lucir lo más bizarra posible”.
Durante toda su carrera, Manson hizo escuela al mostrar una forma de “lo femenino” distinta de la tradicional y con una impronta sexual fuerte, aunque definida en sus propio términos. Por eso parece tener todo el sentido su razón de estar en Buenos Aires, que es participar del cierre del Goza Tour, un ciclo de actividades y charlas coordinadas por Barbi Recanati -fundadora de Goza Records- en la que mujeres ligadas a la escena musical de todo el país se reunieron para compartir experiencias. Ese cierre fue el jueves pasado en el teatro Margarita Xirgu, junto a la cantante chilena Francisca Valenzuela y la referente del sello. El viernes, además, Shirley se reunió con periodistas en los estudios de Goza, en los que se extendió sobre algunas definiciones volcadas el jueves y sobre sus propias experiencias haciendo música durante más de 30 años.
En sus dos intervenciones, Shirley Manson se mostró muy cuidadosa respecto a sus dichos. “Yo no soy una experta en cuestiones de género”, dijo. “Solo soy una estúpida música que lleva 30 años grabando discos y tiene el privilegio de viajar para conversar con gente interesante”. Desde esa perspectiva, habló de la forma en que fue tratada en los comienzos de Garbage. “Yo tenía 32 años y para la industria ya era vieja. Querían mandarme a hacer negocios vinculados a la moda, me decían ‘ahí te va a ir bien’, y recuerdo que fui lo suficientemente feroz como para persistir, pero me costó años y años de angustia”. “Cuando sos joven, particularmente siendo mujer, nadie te enseña a valorarte más allá de si sos cogible o no”, continuó. “Es un aprendizaje que hay que hacer sola, nos debemos esa consideración”.
Sin el bagaje que hoy tiene, sabe que tanto ella como las mujeres con las que compartió una escena, fueron feministas a su manera. “Brody Dalle, Gwen Stefani, Karen O. Éramos todas unas hardcore motherfuckers. No teníamos idea de lo que era el patriarcado, no hablábamos de las desigualdades en esos términos, pero éramos conscientes de que pertenecíamos a un boys' club”, dijo. “Pero hay muchas formas de ser una hardcore motherfucker y no todas las mujeres tenemos las mismas herramientas. Tenemos que encargarnos de hacer espacio para todas las que quieran buscar otras formas de hacer las cosas, con el estilo que ellas deseen”.

La necesidad de la transversalidad recorrió todo el discurso de la cantante. “Creo que no podés llamarte feminista si no te interesa revertir todas las desigualdades de este mundo”, dijo. Así, se refirió a la participación que tuvo en un panel de género con mujeres negras trans que “cambió dramáticamente” su forma de ver el feminismo. “En esa charla yo hablé de paridad salarial entre hombres y mujeres, y recuerdo que muy amablemente me señalaron la forma en la que me olvidaba de mujeres pobres, que no tienen acceso a las necesidades más básicas. En Europa y en otras regiones, muchas veces el feminismo se convierte en cosa de mujeres blancas, y creo que es algo que hay que cambiar”. En el mismo sentido, se refirió a la identidad de género: “Creo que el paso más inteligente para dar es dejar de pensar en términos binarios, y el movimiento LGTBQI+ tiene mucho para enseñarnos al respecto. A mi siempre me interpeló lo no andrógino y lo no binario, y de alguna forma creo que nunca me terminé de identificar con ‘lo femenino’, pero fue hace muy poco tiempo que pude ponerle palabras”.
Shirley Manson también habló de los abusos en la escena musical. “Nunca me tocó vivir ni atestiguar situaciones de abuso, pero creo que tenemos que detenernos a pensar en por qué muchos hombres creen que pueden hacer lo que quieran con los cuerpos de las mujeres”. dijo. “No estoy diciendo ni por un minuto que así sean todos los hombres, pero así funciona con muchos de ellos. Hay una cultura permisiva que hace que no sea visto como algo grave, y que de formas retorcidas también nos hace admitir a las mujeres situaciones que no están buenas”. Además, se refirió al valor de Taylor Swift de contar públicamente la situación de abuso que vivió. “Para mí ella es una heroína, y el hecho de que la opinión pública, incluyendo muchas mujeres, la haya juzgado de esa manera, no hace más que hablar del lugar que ocupan los cuerpos femeninos en la sociedad”.
En referencia a las relaciones que las mujeres establecen entre sí en la escena musical, la cantante consideró que muchas veces están teñidas por una competitividad algo negativa. “¡Por eso odio la palabra sororidad! Creo que habla más de mujeres que pretenden ser amigas y no lo son que de otra cosa”, dijo. “Por supuesto que entiendo las múltiples razones por las que las mujeres nos enemistamos o somos competitivas entre nosotras, y son muchísimas. Por un lado, porque se nos exige que escondamos la agresividad. Si manifestás tu enojo o te peleás con alguien sos una terrible maníaca, entonces siempre tenés que mostrarte educada”, señaló. “Muchas veces podemos sentirnos amenazadas por la forma de ser de otra mujer. Creo que tenemos muy relegado nuestro mundo interno y eso no nos deja ver el valor que tiene cada una, pero eso no hace más que inhibir nuestras posibilidades de sentirnos plenas y de ser las luces más brillantes que podamos ser. Creo que no hay nada más feo que una mujer que quiere destruir la luz de la otra”.

El cupo femenino fue otro de los temas que apareció en las intervenciones de Shirley Manson, que pudo escuchar de cerca la formación de Ruidosa, la plataforma que impulsó Francisca Valenzuela en Chile y tuvo su efecto contagio en Argentina hasta convertirse un proyecto de ley que exige más participación de mujeres en los escenarios. “Hace algunos años no me interesaba tanto la discriminación positiva, pero con el tiempo entendí que puede motorizar y acelerar cambios”. En ese sentido, se refirió a otra de las formas que considera “poderosas” para exigirle a los organizadores de shows y festivales la inclusión de mujeres e identidades no binarias en su programación. “A la industria hay que tocarle donde más le duele: si no ponen mujeres en sus grillas, dejá de comprarle tickets y vas a ver cuán rápido cambian”.
La industria de la música, para Shirley Manson, "es como cualquier otra corporación de mierda”. Y añadió: “Lo veo como una estructura que me ayuda a distribuir mi arte, que es el de encontrar palabras que puedan contar lo que le pasa a las personas y conectar con quienes sienten las mismas cosas”.
Además, habló de algunas decisiones que tomó ella en Garbage, cuando pedía expresamente a los programadores de sus fechas que las bandas teloneras incluyeran mujeres e identidades no binarias en su formación. “Todo el tiempo nos decían que no había, que no encontraban, así que empecé a hacer yo su trabajo y nos ahorrábamos el 15% de las comisiones. Todo el mundo estaba feliz, conocimos gente maravillosa”, apuntó. “Lo que quiero decir es que hay formas de hacer cambios, no digo que sea fácil o que siempre vayas a tener éxito, pero si uno concentra su energía en algún momento ve resultados”.