30/09/2018

Peter Hook: "Me fui de New Order porque no podía seguir viviendo una mentira"

El bajista regresa para tocar "Technique", "Republic" y canciones de Joy Division.

Paul W. Dixon / Gentileza
Peter Hook

Como bajista de Joy Division y New Order, Peter Hook ha tenido que atravesar su propio "shadowplay", su juego de sombras. Pero desde principios de esta década, este hombre nacido hace 62 años en Salford, Inglaterra, está al frente de The Light ("la luz"), una banda con la que revisa y celebra su labor con los dos cruciales grupos de los que fue parte antes. En ese plan, Hookie regresará a Buenos Aires el 9 de octubre, esta vez para repasar los discos Technique y Republic, de New Order, y algunas canciones de Joy Division.

Luces y sombras, entonces, se conjugaron en el pasado y el presente de Peter Hook, que dejó registro escrito a través de tres libros autobiográficos: The Hacienda (sobre la mítica discoteca de Manchester), Unknown Pleasures - Inside Joy Division y Substance - Inside New Order. En este último, Hookie narró de modo crudo sus problemas de adicción a las drogas, alcoholismo y abuso de parte de su esposa. "Para mí sería ridículo siquiera considerar no contar la verdad", dice a través del teléfono. "Dije la verdad en el libro sobre The Hacienda y en el de Joy Division, pero si había un libro que necesitaba que contara la verdad -o un grupo que necesitaba que lo hiciera-, ese era New Order. Así que fue una decisión fácil".

Cuando toqué con New Order en Buenos Aires, nuestras relaciones eran tan malas que ya no quedaba amor por el grupo ni por la música. Ese fue el verdadero final de la banda.

¿Por qué tenías que decir la verdad más sobre New Order que sobre el resto?
En New Order siempre simulamos que todo estaba bárbaro, que éramos felices, y nunca abordamos los problemas internos. Obviamente, esos problemas se tornaron cada vez peores. En los 90 fueron puestos a un costado con la separación, pero cuando nos reunimos, muy rápidamente las cosas volvieron a ser exactamente como antes. Y yo no pude continuar viviendo una mentira. La gente tiene la libertad de leer el libro de Bernard (Sumner, cantante y guitarrista) y el mío, y después sacar sus conclusiones. No puedo hacer que la gente crea lo que yo quiero, sólo puedo tener la esperanza de haber dado un testimonio verídico. Y me siento muy feliz conmigo mismo porque dije la verdad. Hubo muchas ideas equivocadas en el libro de Bernard que yo objeté legalmente y que fueron cambiadas por mi pedido. Yo no recibí objeciones por mi libro, ni legales ni de ninguna clase.

Tuviste varias batallas legales con Bernard y Stephen Morris, tus excompañeros en Joy Division y New Order. ¿No te hace pensar todo el tiempo en ellos tocar las canciones de esas bandas?
No, no. Todavía seguimos una disputa, lo cual es realmente muy triste. No podemos ponernos de acuerdo en nada, incluso después de haber acordado abandonar las causas judiciales, así que el futuro tanto para Joy Division como New Order es muy difícil, ya que no hay un terreno en común. Todavía no tenemos relación, lo cual es muy triste después de tantos años, debo admitirlo. Me encantaría que eso cambiara. Pero, respecto a tu pregunta, tocar esa música es realmente la mejor parte. La música es maravillosa, soy un gran fan, y lo que sucede es que me subo a un escenario y la toco ante grandes fans de esa música. Entonces, no puedo pedir nada más. Me siento muy feliz. He disfrutado cada uno de los conciertos que dimos y puedo decirlo sin tener el temor de que me parta un rayo, acá en Nueva York. He disfrutado cada show inmensamente y si lo comparo con lo lamentable que fue ese último show de New Order en Buenos Aires…

¿Tan malo te pareció?
Fue por nuestra culpa, no de ustedes: nuestras relaciones eran tan malas que ya no quedaba amor por el grupo ni por la música. Ese fue el verdadero final de la banda. Ellos después decidieron continuar como New Order, algo que no hubiese tratado de impedir, pero lo hicieron sin preguntarme, sin siquiera avisarme. Incluso, decidieron cuánto iba a recibir yo por la decisión de ellos de continuar. Eso fue lo que nos llevó a los juicios. Nuestra relación se desmoronó por muchas razones, situación a la que no ayudó haber tenido que tratar a través de abogados y managers. El único modo que hay para resolver los problemas es cara a cara, como en un matrimonio o en un empleo regular: tenés una pelea, lo arreglás o te vas. Es muy simple. Es la vida. Pero nosotros elegimos no resolverlo…

¿Cuándo fue la última vez que se vieron las caras?
Hace siete años. Lo que yo pedía era más respeto, más reconocimiento y más dinero por el trabajo que yo había aportado, y ellos tres me dijeron que ya había tenido suficiente, así que tuve que hacerles juicio, cosa que no nos llevó a ninguna parte. Eventualmente nos las arreglamos para hacer un acuerdo, aunque no fue en persona. Todo eso es muy triste tras haber trabajado tantos años juntos como New Order y todavía hacerlo como Joy Division. Por el momento no creo que eso cambie, pero los fans son muy afortunados: tienen dos encarnaciones tocando distinta música.

Los fans argentinos nunca pudieron ver a los cuatro New Order juntos, porque de la reunión no participó la tecladista Gillian Gilbert.
Lo sé, lo sé, pero no puedo hacer nada al respecto. Es interesante, porque New Order ahora va de nuevo a Sudamérica: parecen tener el hábito de ir al mismo tiempo que yo (carcajadas). Es muy raro, porque parece que se fijaran adónde voy. Ya pasó la última vez y ahora de nuevo. Es insólito.

En tus shows con The Light cada vez tocás menos el bajo. ¿Sentís que tenés que ser un frontman más clásico?
No, no. Para ser honesto, cuando empezamos a tocar con The Light y a celebrar la música de Joy Division, nadie tuvo las pelotas de cantar. Tuve que cantar porque nadie más quería hacerlo, yo quería tocar el bajo. Igual, no estoy de acuerdo con vos, creo que sí toco mucho el bajo en los shows, aunque tiene que ver con cada canción. Lo que pasa es que, por una razón u otra, en el desarrollo de la carrera de New Order cada vez hubo menos bajo. Fue como si me empujaran para afuera. En el libro de Bernard dice que yo no entendía la onda… Pero el hecho es que hay menos bajo en los temas porque se pudieron más electrónicos. Por eso está buenísimo tocar Techinique y Republic, que son los discos que estamos haciendo ahora: tienen un montón de bajo.

Republic no tanto...
En Republic hay mucho bajo, sólo que está enterrado en la mezcla, así que va a ser fantástico poder mostrar ese sonido. El tema es que como tengo que cantar, va a ser el bajista quien lo toque… algo de lo que estoy muy celoso, la verdad. Pero estoy atorado en la venenosa posición de ser el cantante (risas). Igual, es interesante porque me hizo apreciar mucho más la profundidad de las maravillosas letras de Ian Curtis. En New Order hacíamos las letras Stephen, Bernard y yo, hasta Technique. Así que estos discos que estamos haciendo ahora son los primeros en los que no estuve incluido en la composición de las letras. Eso es interesante porque estoy cantando las letras de Bernard, mientras que antes había muy pocas canciones que él había escrito solo. “True Faith” y “Love Vigilantes” las escribieron ellos dos. Para mí es interesante tener otra mirada respecto a esos temas de los que él hablaba. De hecho, lo disfruto.

¿No vas a grabar un disco con The Light? No grabaste mucho desde la separación de New Order.
Eso no es cierto, he grabado un montón y tocado con mucha gente.

Pero no era material tuyo.
Sí, eso es verdad. Creo que el hecho de que con New Order hayamos tocado tan poco esta música que toco ahora, eso hace que mis urgencias creativas estén satisfechas por el hecho de poder tocarla. Literalmente, es como descubrir un tesoro perdido. Hay muchas canciones de Technique que no tocamos nunca, igual que algunas de Republic, entonces no siento la necesidad de grabar material nuevo. Para mí, New Order necesitó establecerse como una nueva banda sin mí, por eso hicieron Music Complete. Yo no tengo ese problema, no tengo que simular ser New Order, simplemente toco los discos y celebro ese sonido. No siento la obligación de sonar como el grupo, es puramente accidental que suceda de ese modo (risas). Y no siento la necesidad de encerrarme seis meses para escribir un nuevo disco y después, en términos prácticos, regalarlo. Como músico de los 80 y los 90, uno se encerraba un año, sudaba sangre, hacía un gran disco y la gente lo compraba, entonces eso generaba un balance. Ahora no hay balance.

Pero, como dijiste antes, sí has grabado en discos de otros artistas.
Sí. Debo admitir que hay mucha gente que me llama para tocar en sus discos y cuando escucho lo que hicimos, pienso “la verdad que está bueno, suena como New Order” (carcajadas). Supongo que a New Order debe molestarle que cada vez que yo grabo con alguien suene a New Order, debe ser algo que no pueden sacarse de encima. Ahora mismo estoy haciendo un EP con Richard Norris, de The Grid, y todo el tiempo me piden grabar. Estoy disfrutando tanto de tocar, casi de un modo físico, y en New Order tocábamos tan poco… Para mí era una gran frustración. Soy un gran fan de la música de Joy Division y New Order. Amo esta música, por eso me encanta tener la posibilidad de mostrar el bajo cómo debió haber sido mostrado en Republic, corregir ese error. Tengo la posibilidad de tocar las canciones del modo en el que yo las imaginaba en lugar de tener que transigir con los otros compositores. Ojo, eso también tiene inconvenientes: cuando empezamos con The Light hubo bastantes críticas acerca de lo que intentábamos hacer y también algunas acusaciones ridículas de querer sacar rédito económico. Imaginate, ser acusado de eso después de 35 años es muy extraño. Pero le hemos probado a todo el mundo que lo hicimos con los valores correctos en mente, lo cual ha sido maravilloso. Eso me hace incluso más feliz.

Peter Hook

Foto: Mark McNulty / Gentileza

¿Cuándo te diste cuenta de que Joy Division y New Order iban a ser bandas trascendentes?
En Joy Division era muy fácil porque Ian Curtis nos decía todo el tiempo lo maravillosos que éramos y cómo íbamos a conquistar el mundo. Eso no nos pasó en New Order, porque todos sentíamos un enorme peso sobre los hombros. Nos sentíamos culpables de aplaudirnos a nosotros mismos, razón por la cual siempre fuimos tan silenciosos. El dolor que sentíamos por la disolución de Joy Division se expandió hasta New Order y en muchos sentidos creo que incluso ahora sufrimos por eso, para ser honesto. New Order nunca enfatizó la importancia de lo que hacía, lo cual fue muy ridículo. Cuando me puse a escribir el libro me di cuenta de lo importante que New Order fue para los 80. Nosotros empezamos en mayo de 1980 y nos separamos después de la canción para el Mundial, en junio de 1990. Y durante esos diez años fuimos una parte vital para la música de todo el mundo. Los siguientes diez años no fueron tan felices, deberíamos decir (risas).

¿Notás la influencia de Joy Division y New Order en el rock actual?
Sí, sí, claro, y estoy muy orgulloso de eso. No es algo que uno esté persiguiendo en su vida diaria, digamos que es algo que no tiene mucho uso (risas), pero siempre es un reconocimiento agradable. Lo tomo como un cumplido porque lo que creamos en Joy Division fue musicalmente muy balanceado entre los cuatro, no era que una persona hacía más que el resto. Escucho mucho de Joy Division en New Order, más allá de que no estén las voces de Ian Curtis. Ese fantasma de Joy Division atravesó a New Order hasta Lost Sirens, el último disco que hicimos juntos. Y creo que cuando ellos hicieron Music Complete, empezó a desaparecer. Quizás en su próximo disco ya no esté, andá a saber… Es extraño, pero siempre hubo como un hilo que nos atravesaba. Y a mí me enorgullece mucho escuchar que cualquiera suene como nosotros, porque sé que cambiamos el mundo no una vez, con Joy Division, sino dos, con New Order. Y serían tres veces si contamos el acid house, cuatro si contamos Madchester, que no hubiese existido sin The Hacienda (se ríe). Como grupo de gente, estuvimos en el lugar y el momento correctos muchas, muchas veces. Creo que es algo irrepetible en este mundo para cualquier otro grupo.

Eso de estar en el lugar y el momento correctos empezó cuando fueron a ver a los Sex Pistols en el Lesser Free Trade Hall de Manchester en 1976, ¿no?
Sin dudas. Es increíble, hace poco estuvimos tocando en unos conciertos punk en Inglaterra, con 10 o 12 mil punks, y ninguno de nosotros hubiese estado ahí sin ese show de los Sex Pistols. Es muy increíble que, sin los Sex Pistols, millones de personas no hubiesen encontrado su vocación en la vida, que es ser un punk. Y estoy muy feliz de haber estado ahí, porque he hecho algunas cosas… En algún sentido, todavía soy un punk. Y siempre voy a serlo. Tiene que ver con creer en vos mismo, con ponerte de pie, con que nadie te diga qué tenés que hacer: es un rasgo bastante egoísta, pero supongo que para sobrevivir en este mundo debés ser un poquito egoísta.

Antes dijiste que ese fantasma de Joy Division que atravesó New Order ahora no se siente en la música de la banda. ¿Será que lo que falta sos vos?
Si me preguntás a mí, te digo “por supuesto” (risas). Obviamente, si les preguntás a ellos, te dirán que no, que jamás será así. Y eso probablemente resuma nuestra relación, ¿no? La verdad, todo tiene que ver con el respeto: todo lo que necesitamos los seres humanos es un poco de respeto. Cuando perdés eso de vista es cuando tenés problemas.

En el libro sobre New Order contaste que habías sufrido de depresión y ataques de pánico. ¿Eso te hizo entender mejor la decisión de Ian Curtis de suicidarse?
Sí, sin la menor sombra de duda. Lo que uno no se da cuenta es del momento en el que esa enfermedad empieza a afectar las acciones de una persona. Eso es lo más triste. Ian tenía epilepsia, pero yo estoy absolutamente seguro de que la destrucción de su matrimonio, no ver a su hija y la confusión que sentía respecto a su novia no lo ayudaron a actuar de modo racional. Yo sufrí depresión clínica pero tuve suerte, pude salir; Ian no fue tan afortunado. Y convivo diariamente con esa mala suerte de Ian. El 8 de diciembre voy a vender toda mi memorabilia de Joy Division, y fue muy extraño revisar viejos papeles, guitarras y equipos de esa época. Va a ser muy extraño venderlo porque lo guardé durante 40 años, pero creo que es tiempo de que el mundo tenga eso y que deje de estar en un depósito polvoriento. Será extraño, pero quizás así finalmente pueda exorcizar el fantasma, ese dolor.

¿Lo pensaste más de una vez? Capaz te arrepentís luego.
Sí, de hecho, lo pensé mucho. Lo que terminó de convencerme fue la batalla legal con los otros miembros de Joy Division, porque empecé a pensar en qué carajo hacía aferrándome a algo que ya no existía. Fue extraño, una suerte de revelación. Igual, va a ser muy difícil para mí decirle adiós a todo eso, porque son como 300 items que voy a vender. Pero creo, como siempre lo hago, que las cosas van a ser mejores después. Supongo que por eso he sobrevivido...