13/10/2022

Las Armas Bs. As.: "el blues es un género futurista"

El mapa y el territorio.

Las Armas Bs. As.

Durante una buena cantidad de tiempo, el universo de Las Armas Bs. As. se construyó con una serie de elementos inamovibles. El blues y el soul se perfilaban como vehículos más que adecuados para un cancionero basado en la llanura pampeana, la veneración pagana y la vida al margen de la ley primero, y el relato de las miserias citadinas, la represión policial, el no future político y la explotación laboral después. Casi como la contracara de una escena indie centrada en el microuniverso privado de cada uno de sus exponentes, Las Armas Bs. As. se plantaba de lleno en el mundo real para dar forma a un repertorio que no podría haber salido de otro lugar que no fuera la llanura bonaerense.

Después de que Incógnito oficiase en 2020 como el fin de una posible primera etapa, ese cierre parece haberse materializado este año con la aparición de El futuro Vol. 1, un EP que marca un nuevo aire para la banda platense. En una suerte de formación expandida gracias a la participación de Amparo Torres, de Isla Mujeres, y Carmen Sánchez Viamonte, Las Armas Bs. As. adopta un nuevo pulso bailable en “Pantalla”, y también suma la melancolía narrativa de New Order a “Sobretodo marrón”. “Había una narrativa en esa trilogía y por ende también la idea de una suerte de cierre, e implícito, una nueva apertura. Coincidió que cada álbum o producción dialogó, a veces de manera más premeditada y otras no tanto, con lo que ocurría a nivel entorno. Nosotros siempre tuvimos la premisa de intentar ir cambiando sin por eso hacer algo forzado”, dice Ramiro García Morete (o Mister, si se gusta), sobre la nueva colección de canciones que la banda presentará este viernes en Strummer Bar junto a Juan Irio

El rock es una palabra muy amplia, de la que cada uno tiene su propia lectura. Es como el peronismo, que para algunos puede ser López Rega, pero para otros puede ser Evita o Rodolfo Walsh

 ¿Cómo llega Las Armas Bs. As. a esta refundación conceptual?
Después de la pandemia nos preguntamos qué hacer ante ese futuro, que era una pregunta que se hacía toda la humanidad, pero también una minúscula banda de rock. Y como nunca las canciones o los álbumes fueron un rejunte sino más bien construir pequeños universos y ciertas narrativas, encontramos que en las canciones que surgían había muchas que se hilvabanan entre sí, pero ninguna estaba sugiriendo la idea de un álbum. Entendimos que era un buen juego posible, desde las diferentes acepciones de la palabra, la idea de pensar que la banda podía tener muchos futuros posibles, y que en este caso había un puñado de canciones que dialogaban entre sí y que quizás circunstancialmente podía haber otros volúmenes de esos futuros.Entonces decíamos "este es uno de los futuros que tiene la banda y también este los futuros que puede tener la humanidad". Yo sé qué suena grandilocuente, pero me parece que es un deber del arte en sí plantear realidades posibles e imposibles o alternativas. 

¿Y qué definió hacia dónde dirigir ese cambio de rumbo?
Con El futuro Vol. 1, algunas personas nos marcaron un supuesto acercamiento a la electrónica. Pero lo cierto es que en realidad el primer álbum,que fue más asociado al blues y al soul, tiene mucho más procedimientos electrónicos, sobre todo de hip hop y demás, en la producción que este. El juego a veces consiste en utilizar los mismos recursos, pero desordenarlos, conducirlos u ordenarlos de maneras distintas, y es como si fuera una figura poliédrica que tiene muchas caras, pero a veces vos pones en primer plano una y otra no. También hay algo de retomar elementos, pero ubicarlos en distintos lugares: qué pasa si ahora esos elementos electrónicos los ponemos desde el lado de la ejecución orgánica. La idea de Las Armas Bs. As. es jugar con esos recursos, y entonces eso te asegura que esos cambios no sean forzados o que no derribes una identidad, porque también en esta idea de construir una narrativa, ese es el desafío. Si no, sería muy fácil decir “ahora vamos a hacer un disco de stoner”, de electrónica o de hiperpop. 

En todo este tiempo pasó algo particular con Las Armas, que es que los discos pasan a ser más cortos en cantidad de canciones, pero son mucho más compactos en concepto.
Hay mucho de eso. De hecho, la palabra “disco” supondría hoy en día un debate, porque según el jefe del 99% de la gente que hace música en el mundo, que es Spotify, porque no hay artistas independientes, no sería un disco. Eso no sería un álbum, sería un EP, como si el valor de la obra se sujetara a la extensión. Hay mucho más trabajo detrás de menos tiempo de resultado, porque tanto Incógnito como El futuro Vol. 1 son mucho más breves, pero no sé si eso ocurre por alguna cuestión en particular o sencillamente estos álbumes requirieron esa duración. Creo que la extensión de nuestro primer disco, que tiene 12 o 13 temas, me parece que está bien, es lo que requirió y también requirió quizás esa forma de grabación mucho más veloz más espontánea en cierto punto. esas categorías las sugiriendo la obra, te va solicitando. Se ha dado esa dinámica, muy condicionados por las vidas particulares y el entorno, se hace cada vez más difícil pensar en obras extensas, sobre todo desde la independencia. Todos dependemos de Spotify, pero la parte buena de depender no la tenemos, que es básicamente los presupuestos, entonces tenemos tiempo para encarar obras magnánimas. 

¿Y cómo es hacer rock en un contexto en el que el género pasó a ser una curiosa minoría?
Parte de mi pequeña obra está muy abocada a esta cuestión de cómo se cambia la producción artística en relación a la evolución de la tecnología. El rock es una palabra muy amplia, de la que cada uno tiene su propia lectura. Es como el peronismo, que para algunos puede ser López Rega, pero para otros puede ser Evita o Rodolfo Walsh. Para algunos, el rock puede ser un machirulo violador que toca hard rock cuadrado y no tiene sensibilidad, o pueden ser David Bowie y Patti Smith. Para mí, el lenguaje del rock es un lenguaje de libertad. Sí es cierto que se han corrido de la periferia ciertas sonoridades del rock, pero no deja de ser un género folclórico en cierto punto, porque responde a una tradición. Ningún género desaparece, quizás ocupa otros espacios en el consumo masivo. Creo que durante 50 años el rock fue lo que principalmente dialogó con la cultura pop, pero no ahora en Argentina, con este hip hop adolescente tardío que estamos teniendo. Lo más emocionante de tener una banda de rock es seguir apelando a una construcción colectiva en un mundo que está cada vez acentuando más el individualismo, la autoafirmación, la trampa del algoritmo como una satisfacción instantánea de reforzar semánticamente lo que ya pensabas. La misma idea de encontrarse con tres o cuatro personas en un garage, someterse a sus voluntades, a sus vanidades, sus miserias, sus pasiones, sus vidas o sus trabajos e intentar que de ahí suene algo, hoy en día le otorga al rock quizás el valor transformador que le añadimos durante años y no sé si lo tenía tanto.

¿Qué rol juegan las tradiciones en el universo de Las Armas?
Siempre entendimos que los géneros folklóricos y tradicionales no eran lenguas muertas, sino todo lo contrario. La tradición subsiste porque hubo gente que ya estaba previendo un futuro para ese lenguaje, como Miles Davis, Salgán, Piazzolla, Bowie o Bob Dylan. Nosotros no tememos a esos géneros tradicionales, pero después no los vamos a hacer de la misma manera, primero por una cuestión de talento. Me encanta el soul, pero nunca lo voy a cantar como Curtis Mayfield y menos siendo nacido en la provincia de Buenos Aires, pero me otorga un montón de elementos reconocibles para poder abordar una realidad y a la vez transformarla y deformarla. A nosotros no nos interesa el arte costumbrista si no todo lo contrario, nos interesaba para romper con eso y darlo vuelta y deformarlo, entonces ahí es donde vos recurrís a un lenguaje conocido como el rock and roll rutero y ves hasta dónde lo podés disparar. Siempre ha sido una referencia grande Historias extraordinarias, que tiene otra lectura de la provincia, o la obra de Salamone, una cuestión más fantástica. Lo fantástico no necesariamente tiene que ver con hablar de naves espaciales, sino con tener ciertas pretensiones de romper esa rigidez o esa cosa medio achatada o mínima de la historia mínima y pequeñita.

Tener una mole brutalista en medio de la nada.
Claro. Nuestra idea con el blues y el soul era explotar la parte onírica, psicodélica, donde las formas lejos de repetirse se desafían. Los primeros bluseros e incluso Pappo (no el Pappo que se quedaron los medios convertido en meme y él mismo compró), eran futuristas. El blues es un género futurista; que después haya gente que tenga una lectura conservadora es otra cosa. Para mí la llanura no es algo chato. Siempre digo la misma frase, pero lo más grande que tiene la llanura es el cielo, vos podés elegir hacia donde mirar. Quizás no lleguemos tan alto, pero por lo menos tener la pretensión de cuando hacemos blues o rock and roll no hacerlo exactamente como dicen que hay que hacerlo. Después seguramente vos dirás "Che, mira que ustedes no son Pink Floyd", pero intentamos correr un poquito y no hacer las cosas tal cual hay que hacerlas porque es lo que va a aportar a la identidad. Porque en definitiva esas rutas no tienen que ser más que una alegoría o una metáfora del viaje, que es la música. No importa el imaginario que construís, el imaginario sólo apoya una reflexión o una búsqueda sobre tópicos mucho más trascendentales y da lo mismo si hablamos de la provincia de Buenos Aires o no. 

¿Creés que este nivel de contenido por debajo de la estructura de la banda de rock decantó de alguna manera en el público?
Sería aventurado pretender analizar o tener un juicio exacto certero sobre qué pasa con les otres respecto a lo que hacemos y si hay un abordaje más o menos consciente, o más o menos profundo. Para mí es importante dejar en claro que no dejamos de ser una banda que está ofreciendo un puñado de sonidos que intentamos que conmuevan desde el lugar que tenga que ser y a las personas que tengan que ser. No podés pretender que el mundo tenga un seguimiento exacto sobre tu obra. Uno no puede mirarse el ombligo y desatender eso, pero tampoco puede perder mucho tiempo en eso porque hay una urgencia, que es la urgencia creativa. Supongo que esto es lo mismo que en esos caminos y en esas rutas, si uno viaja mucho va a dejar cosas atrás y va a tomar cosas nuevas. Me parece que Las Armas Bs. As. es un claro ejemplo de una banda que seguramente hizo eso y debe haber algún correlato con el público. A nosotros no nos queda otra que jugar en serio. Yo estoy jugando como los niños y las niñas que juegan en serio, no hay nada más aburrido que jugar sin ganas, no tomarse en serio un juego. Entonces intento tomármelo así, porque para mí entran en debate la vida entera, mi visión del mundo, del universo y de transformar la existencia, mínimo.

¿De dónde viene la necesidad de arraigar a Las Armas en un universo bonaerense?
Cuando iniciamos esto empezamos a darle nombre a algo que ya veníamos trabajando con un grupo de amigos y amigas, que era la idea de lo bonaerense, no desde un punto de vista tan geográfico o literal, sino más bien de algo que también fuera como contraponerse a un montón de cuestiones instituidas. Justo en La Plata estaban ocurriendo un montón de escenas que eran celebradas y de las que somos amigos, pero no nos sentíamos parte estéticamente. También está la idea de que la provincia de Buenos Aires siempre fue un espacio denostado desde su propia geografía que para mí es hermosa, esa llanura con sus pueblos dormidos en hilera, como decía Atahualpa. Además es un pueblo de la provincia, que alguien dijo que es el crossroads bonaerense, y no sé si leí muchas veces que usaran el gentilicio como un rasgo musical antes de que empezáramos a joder con esto. Hubo mucho de servirse de un imaginario potente para en realidad hablar de cosas más universales, esa quizás si es una confusión que se puede dar con las armas, la idea de asociarnos a lo sucio o a lo costumbrista o a lo geográfico cuando en realidad eso era sencillamente una vía, un recurso para hablar de otros temas universales como Dios o la muerte.