
En 1967, en pleno auge de la psicodelia, Syd Barrett, en ese momento cantante y guitarrista de Pink Floyd, decidió llevar a cabo un experimento. Antes de salir a tocar, untó su pelo con una mezcla de loción capilar y pastillas Mandrax, un barbitúrico para el tratamiento del insomnio. Una vez arriba del escenario, el calor de las luces comenzó a derretir el menjunje, que dejó la cara del músico como una vela derretida, según sus propios compañeros. La anécdota pinta de cuerpo entero a alguien que decidió entregar su cuerpo y su mente a la experimentación, y que de tanto probar, terminó perdiéndose en el camino para no volver jamás.
Casi cinco décadas más tarde, Gori decidió utilizar esta historia como el punto de partida de una pieza de folk psicodélico y oscuro titulada, claro, “El mago Mandrax”. A lo largo de quince minutos, el líder de Fantasmagoria narra la peregrinación que Barrett emprendió desde la creatividad lúdica a la locura enfermiza, con boleto de ida más no de regreso.
Tan fuerte es la impronta de Barrett en el presente de Fantasmagoria que Gori decidió que su quinto disco de estudio lleve el título de esta rapsodia esquizoide. Pero para llegar dar forma al que probablemente sea su mejor trabajo como solista, pasó mucho agua bajo el puente. El ex Fun People devenido en anti estrella glam decadentista se alejó de la velocidad y la prolificidad que supone la ética D.I.Y., paró la pelota durante un tiempo y volvió con un aire renovado que se nota en cada una de sus flamantes composiciones.
"Hoy, para seguir haciendo rock y que esté bueno, tenés que ser muy capo."
Hacía cuatro años que no sacabas disco con Fantasmagoria. ¿Por qué pasó tanto tiempo?
Hay tres motivos por los que tardé tanto en hacer un disco. Uno es que habíamos firmado un contrato con Bingo Records para sacar El Río, en 2011. Pablito Romero, de Árbol, era el líder de esa movida y se fue a vivir a México, así que el sello se disolvió. Nosotros quedamos enganchados con ese contrato y después hubo un cambio de formación total, el único que quedé fui yo. En realidad, si ves el nombre… Gori, Fantasmagoria… Hasta que no me agarre un tren, no se separa la banda. Y el tercer motivo fue que hace poco empecé a limpiarme, entonces en ese momento era una vorágine que hizo que no me diera cuenta de que había pasado tanto tiempo. El disco lo grabamos hace dos años, porque conseguí rearmar la banda.
¿Y cómo llegaste al disco?
Cuando quedé solo, ya tenía grabado el tema “El mago Mandrax”. Quería editar en un single solamente ese tema, una locura. Después quise hacerlo en vinilo y agregarle más temas del otro lado, una locura más grande. Luego pensé hacer algo más terrenal, que era grabar el disco y dejarla para el final. Una vez que grabamos eso, salimos a buscar sellos. Hablamos con algunos grandes que nos dijeron que sí, pero vos los llamas y no te atienden, no te contestan el llamado ni un mail. Vos pensás “Uh, por ahí este me va a poder meter en tal festival”. ¿Qué me va a meter si ni me atiende el teléfono? Al final contactamos a Pablito, de Scatter, con el que ya habíamos hecho el EP Abracadabra. Nos habíamos llevado bien con eso y siempre me atiende el teléfono (se ríe).

El tema que da nombre al disco está inspirado en Syd Barrett. ¿Qué tiene su figura que te generó hacer algo así?
Barrett me flasheó mucho. Empecé a escuchar música a los 8 con Kiss, y hasta los 13 era sólo eso. Después empecé a escuchar hardcore y punk rock, y abrí un poquito más con música más extrema como grindcore y death metal, y por otro lado con My Bloody Valentine, The Birthday Party, y también The Stone Roses y The Charlatans. No me gustaban ni los Stones ni Pink Floyd, me parecía una cagada eso, de grande me empezaron a gustar. Lo veía a Gilmour con esa pinta de director técnico tocando la guitarra re limpia y decía “No, ese gordito no me gusta”. Hasta que descubrí el disco con Barrett y dije “Esto no es Pink Floyd, es otra cosa”. Por empezar, sonaba desprolijo y me gustaba eso. Empecé a investigarlo y me encantó su historia. Me gusta mucho su primer disco solista, The Madcap Laughs. Yo vivía en Barracas y tenía una novia que vivía en Vicente López, entonces me fumaba uno en la ventana, me ponía el walkman y el viaje a su casa me duraba todo el disco. Nunca había escuchado música de los ’60, y después me empezaron a gustar los Stones. El primero que escuché fue Sus Majestades Satánicas.
Tampoco entraste a ellos por la vía más convencional.
Claro. Escuchaba “She’s So Cold” y me parecía re grasa, y ahora es uno de los temas que siempre pongo cuando paso música. Empecé a hacer una investigación para atrás, a ver qué escuchaban los Sex Pistols, New York Dolls, y vi que escuchaban a los Stones, a Robert Johnson. Así empecé. Me fasciné con la historia de Barrett porque me hizo pensar que el chabón debía ser hiper sensible para hacer esa música en esa época. Me compré sus discos solistas y me fanaticé un rato. Justo empecé a grabar este tema, pero si me tocaba hacerla a los 10 años, por ahí se la terminaba dedicando a Paul Stanley. Coincidió eso, que tiene un clima muy psicodélico, y traté de contar la vida de él de una manera cinematográfica, con distintos momentos. Hay un momento en el que entran unas voces graves como una marcha, que es el momento en el que se le está yendo a la mierda la mente. Le puse “El mago Mandrax” por el episodio que él tuvo con las pastillas cuando se las puso en la cabeza, y porque la canción me parecía mágica y quería sumarle un condimento medio místico.
Además, esta idea de una fábula de alguna manera retoma esa psicodelia primigenia de Barrett, y es algo que está presente en todo el disco.
Sí, el primer tema se llama “La araucaria” y es el único tema de Fantasmagoria que no compuse yo, es de mi hermano. Él era el primer bajista de la banda y escribió ese tema para un grupo de amigos que habíamos estado festejando año nuevo en una casa de campo. Es un chiste muy privado, porque todas las frases de la canción están dirigidas a cada uno de los que estuvimos ahí. Nos la mandó por mail y nos volvimos locos, así que le pedí que me dejara grabarla en un disco. Él aceptó, pero con la condición de que no le dijera a nadie que la había hecho él, así que quiero aclarar que Gustavo Ramiro Loncharich es el autor (se ríe). Le tengo que dar crédito porque es terrible, es muy bajo perfil. Justo el primer tema del disco y el último hablan de un mago, pero no es el mismo: el primero es un amigo nuestro, que es el que había llevado el combustible para la fiesta (se ríe).
Puestas al principio y al final, ayudan a darle un concepto al disco en general.
De eso me di cuenta después de haber elegido la lista de temas. Es la primera vez que quedo conforme con eso. “La araucaria” me parecía por lejos el mejor tema, así que tenía que ponerlo primera. No me parece el más pegadizo, por eso le hicimos el video a “Las cosas de verdad”, que es más directo. En un momento pensamos en hacerlo con “Ni hablar”, que compuse después de una separación que me dejó bastante averiado. Estuve dos meses tirado en posición fetal sin poder hacer nada, y en un momento agarré la guitarra y fue como vomitar algo que me molestaba adentro. Fue la primera vez en dos meses que me sentía contento. Un día en un bar me encontré con un conocido que me contó que se estaba separando y le dije que tenía una canción para eso. Se la mandé por mail y me llamó a los gritos: “Boludo, la canción esa que me pasaste es exactamente lo que me pasa a mí”. Me ofreció su estudio para ir a grabarla bien, me regaló dos días. Le respondí “¿No te molesta si grabo diez más?” y no hubo problema, así que en ese tiempo grabamos las bases de todas las canciones.

Antes contabas que decidiste bajarte de Fun People en el medio de una gira. ¿Cómo te llevás con esa parte de tu pasado?
Perfecto, me llevo muy bien con Nekro. No estaba cómodo en ese último año porque quería hacer algo más rico musicalmente. Me encanta el hardcore, lo sigo escuchando. Nekro tiraba las canciones mucho más rápidas y para algunos temas eso quedaba buenísimo, pero había otros que perdían el groove, como “Leave me alone”. También me estaba empezando a llevar mal con él y después de una agarrada que tuvimos, en la que estuve dos días sin hablarle, decidí hacer dos giras más y después bajarme. Terminamos todos los compromisos porque no lo quería dejar a gamba, pero no quería seguir tocando porque íbamos a terminar peleándonos. Gracias a esa decisión, hoy nos vemos, nos damos un abrazo y nos sentamos a hablar.
De hecho, hicieron algunas vueltas sorpresa de Fun People.
Sí, queríamos que fueran sin anunciar porque si no iba a parecer que queríamos especular para que venga más gente o una boludez así. Además, el efecto sorpresa está buenísimo. A él van a verlo muchos pibes chiquitos que en 2000 no tenían edad para ver un recital de Fun People, y les ves la carita que ponen cuando se dan cuenta y es un flash.
¿Volverías a grabar un disco con Nekro?
Sí. Es una de las pocas personas con las que puedo componer canciones, porque a mí me gusta escribir solo. Pero con él fluía mucho, él es muy capo musicalmente. No sabe tocar bien, no sabe ni una nota, pero yo tampoco estudié nunca. Tararea y te transmite lo que quiere, y con él me salía componer. Cuando hicimos The art(e) of romance yo flasheaba, porque nunca me había pasado de componer tantas canciones tan rápido con otra persona, y solo ni te digo. Tocábamos y salía la canción, y si no él tenía un grabadorcito y buscábamos siempre dentro ahí. Ponías el grabador y aparecía él cantando una melodía, entonces ahí le buscaba las notas que a mí me parecía que tenían que ir y listo.
Al momento en el que dejaste Fun People, no sólo cambiaste a la guitarra acústica sino que además pasaste al frente. ¿Te costó sentirte cómodo en ese lugar?
Y, sí, pero ¿a quién iba a poner al frente, si no? Fue, no canto bien pero prefiero hacer las cagadas yo. Me meto y me hago cargo. Con esta formación me estoy sintiendo más cómodo, porque como hay un teclado y otra guitarra estoy más suelto. Estamos ensayando más, bastante más. Aparte, casi todas las canciones del disco nuevo están en mi tono para cantar. Antes escribía desde la guitarra y para cantar me quedaba todo alto, entonces me hacía mierda la voz, pero no podía transportarlo porque me quedaba cómodo para tocar. Ahora, cuando empiezo a escribir miro cuántas canciones tengo, veo que hay algunas escritas en mi, la o en sol, pero ninguna en re, entonces escribo una y listo. Son unas deformidades que están buenísimas, no te aburrís más de hacer esto, de inventar cosas.

El disco salió ahora pero lo grabaste hace un año y medio. ¿Ya sabés qué querés para el próximo?
Tengo varias ideas en el teléfono, porque por ahí voy caminando y se me ocurre alguna, entonces la tarareo ahí. Bueno, el teléfono se rompió. Está en mi poder, capaz que se puede resolver, pero cuando se rompió fue un alivio, porque quedé vacío mentalmente. Me parece que voy a tratar de aplicar eso: enfatizar los silencios, agregar cosas con tracción a sangre y no con tecnología. El problema es que el rock y el pop se inventaron hace sesenta años. No digo que está todo inventado, pero al principio era un lienzo virgen al que los Stones y los Beatles pintaban a pincelazos. Ahora ya son miles capas de pintura, y para seguir haciendo rock y que esté bueno, tenés que ser muy capo.
¿Y ves algo que hoy te parezca bueno y novedoso?
Soy muy hinchapelotas porque siempre quiero uno que le dé una vueltita de tuerca. El que copia a los Stones, que vaya a Tu cara me suena. Está buenísimo, te felicito, te salió, pero no me mueve un pelo. Jack White no me gusta, debe ser por el timbre de voz, pero cuando lo escucho reconozco que el tipo toca rock posta y que tiene una vuelta que es muy suya. No existe el “voy a tocar rock, pero nuevo” ¿Cómo pensás hacerlo? ¿Mezclándolo con música electrónica? Andá a lavarte el orto. Es una cagada eso, como el electrotango. El otro día fui a ver a la Fernández Fierro, me gustó mucho, es re oscuro. Pensé que iban a tocar “Caminito”, pero parecen Nick Cave. Me gusta la mezcla de géneros. Un ejemplo de acá es Sombrero, que es folk mezclado con folklore. Te meten un bombo legüero, por ahí te hacen un spaghetti western y de repente le meten una chacarera. Son country telúricos, no sé.
Hace un rato mencionaste que hace un par de años estás limpio. ¿Creés que eso te ayudó artísticamente?
Ojalá fueran años. Es hace siete meses, con unas recaídas… Pero pude sacar el disco, pudimos hacer shows, ensayar más. Me dio una prolijidad que antes no tenía. Marcar un objetivo y hacerlo, algo tan simple como ensayar los lunes y los viernes. Hasta el año pasado no existían los lunes. Me ayudó un montón en muchos sentidos.
¿Tuviste que reorganizarte en algunos aspectos?
Estoy aprendiendo, porque es un re laburo. Encima laburo de noche, entonces meto la cabeza en las fauces del león, me quedo un rato y la saco. Es jodido. Aparte tengo la costumbre hace más de veinte años. Llego a un laburo, voy a la barra y lo primero que me pedía eran dos tequilas. Ahora hago otra cosa. Ya tuve un par de recaídas grosas, de seis días, porque si recaigo hago de todo. Pero me sirvió un montón. No sé, pinté mi casa, aprendí a manejar. Tengo una camioneta, que la compré porque si salía una fecha en La Plata, ir en bondi era un pijazo y en remis nos salía el 70 por ciento de lo que ganábamos en el show. Estuve dos años sin poder manejarla porque no sabía y la usaban los chicos. En febrero aproveché e hice todo lo que tenía pendiente: saqué el registro, me puse brackets, fui a la dermatóloga…