
Para una banda que hizo una carrera con el humor como punta de lanza, la seriedad no parece un componente viable. En el caso de El Cuarteto de Nos, hizo falta una pandemia para que el foco pasase a estar en otro lado. Lámina Once, el disco que presentan esta noche en el Movistar Arena con entradas agotadas, debe su nombre al test de Rorschach, que evalúa la personalidad del individuo a través de diez imágenes ambiguas y carentes de interpretación lineal. La elección del concepto no es fortuita: como toda persona que atravesó la pandemia, Roberto Musso contempló el mundo a su alrededor y buscó la manera de retratarlo. Aunque no es un disco sobre el encierro, sí está atravesado por él y sus efectos, no desde el sufrimiento sino desde la introspección. “Estas canciones cuentan una realidad, un momento contemporáneo, con una hendidura de luz al final. Es nostálgico, esperanzador, no sé cómo llamarlo. La salud mental me motivó a escribir muchas veces, como lo hice en su momento con el bullying con ‘Buen Día, Benito’, Hay una identificación del público con esos temas y me ha llegado mucho feedback al respecto”, dice Musso.
Ojalá fuera una persona de pocas palabras y pudiera ser conciso en mi razonamiento. Envidio a los cantautores que pueden tener una frase maravillosa en una línea, me es muy difícil
El test de Rorschach tiene solo diez láminas, y no tiene respuestas correctas, es derivativo de las interpretaciones. ¿Adónde conduciría la lámina 11?
En un momento pensamos que la tapa del disco fuera esa lámina, con el escudo del Cuarteto, y que la gente dijera "a ver qué veo acá". Queríamos que cada uno pensara y viera para dónde podía disparar. Por eso le digo a la gente que yo no tengo la respuesta. No tengo respuestas de ninguna, pero me las imagino como un halo de misterio y de decir "a ver qué ves". Está bueno, fuera de las láminas, ver lo que genera el Cuarteto en la gente, es tan amplio también que no necesitamos una mancha de tinta ni nada.
Esta vez las canciones fueron cayendo de a poco, a medida que pudieron regresar al estudio. ¿En qué momento entendieron que había un concepto para englobar estas ocho canciones?
Fue al final, que es un proceso bastante común en nosotros. Rara vez nos pasa que partimos de un concepto para empezar a escribir canciones. No es como hacer una obra de teatro, que necesitás tener todas las escenas. Generalmente, y te digo 95% de los casos, ha sido al revés: voy haciendo las canciones que tengo ganas sin un hilo conductor, y después como que decanta el concepto, si es que lo tiene. En este caso, fue el momento de la pandemia. Yo solo puedo componer en casa en Montevideo, en gira no puedo. Si algo tuvo de bueno y positivo la pandemia fue que tuve más tiempo para dedicarme a eso, pero buscar el qué escribir... Yo no iba a hacer una canción sobre la generación Coronavirus, no me inspiraba en lo más mínimo. Busqué qué determinados temas estaban pasando, que le podían haber pasado a una persona hace diez años o más adelante, independientemente de que haya pasado la pandemia.
¿Y qué fue lo que quisiste retratar?
Para todos fue un momento de un montón de cruce de emociones, de cuestionamientos. A mí la pandemia me sirvió también para pensar lo que no quería seguir haciendo de ahí en más, me cambió la vida. Y al mismo tiempo veías a gente que perdió familiares, vio afectada su salud, que no estaba haciendo lo que quería hacer, y otra gente que al revés te decía "me vino bien, ya no tengo la presión que me exigía". Incluso había chiquilines a los que les pegó no estar en situación de sociabilidad, y otros a los que les hizo bien, porque la pasaban mal en el colegio y ahora estaban contenidos. Me llevó por todos esos lados, y de ahí salieron un montón de canciones. Había frases, posibles títulos o referencias que tenía escritas antes de irnos a la gira por México en marzo 2020, y cuando volví, me metí en cuarentena como 15 días y de repente se resignificaron un montón de esas cosas que tenía hechas, pasaron a tener otro significado. La frase con la que empieza el disco, "Aquí estoy, esperando que cambie el mundo", es algo que tenía escrito de antes, y nadie me lo podía creer.
Es la segunda vez que trabajan con Cabra y Hernan Castillo después de muchos discos hechos con Juan Campodonico. ¿Qué timbre distinto les da trabajar con ellos dos?
En general hemos tenido una búsqueda. Con Juan nos cambió la vida y el Cuarteto de Nos está donde está gracias a él. En un momento decidimos salir del lugar de confort, y fuimos con Cachorro López, y después buscamos abrir la cancha trabajando con más de un productor, que nos pareció una idea buenísima, porque lo hicimos con cuatro equipos distintos que tenían visiones diferentes con Juan, Camilo Lara, Cabra y Héctor. Nos gustó esa experiencia y quisimos repetirla para acá, pero el tema de la pandemia con los viajes y el hisopado eran un quilombo. Tanto Eduardo como Héctor vinieron a Uruguay, quedó una relación muy linda desafiando hisopados, cuarentena y todo eso. Grabamos en Montevideo, porque hacía mucho que no grabábamos en Uruguay, y creo que quedó muy bien. Héctor le da todo ese aporte de que laburó con Cerati, Bowie y Björk, que hace sonar las guitarras de una manera increíble. Y Eduardo tiene que ver más con lo rítmico, hay un balance muy bueno, yo lo seguiría haciendo.
El sentido rítmico del Cuarteto sale de un lugar raro, porque la mayoría de las veces lo marca tu propio fraseo al cantar. ¿Cómo desarrollaste ese estilo?
A mí lo que me pasa con el rapeo es que me sirvió mucho como para poder desarrollar una letra larga en formato de canción en una duración normal, digamos. Soy así en mi vida, ojalá fuera una persona de pocas palabras y pudiera ser conciso en mi razonamiento. Envidio a los cantautores que pueden tener una frase maravillosa en una línea, me es muy difícil. Hay algo lúdico, y creo que explica también por qué se engancha tanta gente joven, porque es como un juego, un desafío. Con las canciones nuevas hay videos en las redes de chiquilines que cantan los temas nuevos mejor que yo.
El humor es un componente muy fuerte de las letras del Cuarteto de Nos. ¿Te genera algún tipo de tensión el no dejar que la presencia de lo cómico le saque el foco a lo que querés contar?
Está bien lo que preguntas. Quizás hace un tiempo sí, hasta que me tiré a componer canciones que no tenían el más mínimo humor y fueron temas como "No llora", "Cuando sea grande", que no tienen nada de humor pero estaban hechos desde un lugar interesante. No sé si es un humor o una ironía lo que está presente en todo. Es un sentido del humor que está dosificado según me lo pide el relato de la canción. Ese equilibrio no es fácil de alcanzar. A veces, una frase o una palabra te pueden tirar todo abajo.
Muchas de esas canciones, sobre todo de los primeros discos, hacen humor con temas que ya quedaron fuera de época. ¿Cómo se siente tocar para un público nuevo que quizás hasta repudie esas canciones?
He escuchado todas las campanas, la mayoría como que no ha investigado, no conoce tanto o quizás escucharon y no les interesó tanto. También me he encontrado con gente que me dice "Qué buenas que están esas canciones, qué bueno que no las toquen", es una postura razonable. Yo siempre digo que todo vuelve. Otra navidad en las trincheras fue quíntuple platino, o sea que teníamos un público muy grande. Es el disco más vendido de la historia del Uruguay, más que Jaime Roos, y tiene las bizarreadas más grandes del mundo. Todo el mundo lo disfrutaba muchísimo, pero no fue indeleble al paso del tiempo. ¿Compondría de vuelta una canción así? Hoy no, pero yo qué sé si dentro de quince años… Para mí siempre habló bien del Cuarteto el no bajar línea y tener una postura más observadora, porque cuando hicimos “El día que Artigas se emborrachó” nos denostaron la izquierda y la derecha. Tiempo después, cuando fue el aniversario del Bicentenario, nos vinieron a pedir desde el gobierno que lo tocáramos en las celebraciones. Son ciclos,y creo que con ese tipo de canciones pasa lo mismo.