26/07/2022

Bambi: "Ahora entendí quién soy"

La nostalgia es un lugar.

Gentileza
Bambi

Cuando comenzó la pandemia, Bambi Moreno Charpentier se quedó sin habla. La frase no es metafórica: después de transcurrir las primeras semanas del aislamiento en normalidad, el ex Tan Biónica colapsó y perdió la capacidad de expresarse a través de la palabra. Con un segundo disco recién publicado al que no podía presentar en vivo y con el mundo en pausa, de repente Bambi quedó en modo silencio. “Me había vaciado artísticamente, porque sacás un disco y de una manera te quedás sin nada, es como que no tenés eco. No hice shows por streaming ni nada porque para mí el contacto es en tercera dimensión, no en una pantalla. Eso me trajo una crisis terrible y estuve casi 15 días sin poder hablar”, cuenta hoy.  

Esa situación se mantuvo inalterable hasta que cambió, literalmente, en un sueño. Acto seguido, Bambi se encargó de bajar a música eso que se le había aparecido al dormir, y logró que fuera no solo la manera de volver a comunicarse, sino también un nuevo proceso creativo. “Me agarró un brote y compuse un disco en cinco o seis días. Después grabarlo fue una cosa más compleja, pero el gen compositivo y la historia del lugar que estoy contando salieron de ahí. Empecé a escribirlo como si alguien me estuviera dictando cosas”, dice. El lugar que menciona es República de la nostalgia, un terreno ficticio que dio origen a la narrativa de las 13 canciones del disco, y también sus correspondientes videos pensados como una suerte de road movie. El viaje se completó con el aporte de un elenco de invitados que incluye a Fito Páez, Miranda!, su hermano Chano, Kevin Johansen, Celli y Daniela Spalla, entre otres, y que presentará en vivo el 19 de noviembre en Vorterix. “Con este disco recuperé un propósito. Si no lo tenía, no sé qué hubiera hecho”, completa.  

Venía de un grupo que conocía mucha gente, pero cuando empecé un proyecto nuevo, no di por sentado que a toda la gente que conocía lo que hacía antes le iba a interesar lo que hago ahora

El disparador fue esta crisis. ¿Estas canciones reflejan esa angustia o son la vía de escape?
Es algo que nace en un lugar en el que no podía moverse nada, entonces decidí emprender un viaje un poco más mental. El disco tiene 13 canciones, es un material grande en cantidad, sobre todo para estos tiempos, con 9 colaboraciones, algo muy sustancioso y muy difícil de hacer. En mi equipo de trabajo somos cuatro personas, y un día a las 2 de la mañana los pasé a buscar y los llevé a un lugar en el medio del campo que está a 130 kilómetros. No había ni luz a esa hora, y fue para mostrarles cómo era el lugar con el que yo había soñado para la primera canción del proyecto. Ese proyecto me devolvió a la vida, porque habían sido meses muy complicados incluso haciendo sacado un disco. Estoy condenado a ser artista, porque tal vez no sé, si eso seguía me hubiera tenido que dedicar a la criptomoneda, de lo cual no entiendo un carajo. Tuve un propósito que fue hacer este disco, grabarlo lo mejor posible y sacarlo cuando se pueda. Ahí me metí a laburar en eso y fue mi boleto de supervivencia en la pandemia.

Ya llevás cinco años como solista. ¿Te hallás ya en ese lugar?
Ahora sí, pero tardé un montón. Yo no quería saber nada con ser solista, ni era cantante. Podía cantar como quien dice "si tengo que atacar, tengo este cuchillo y me defiendo". Para mi fue una experiencia de supervivencia, y este disco en particular encontré la profundidad de qué quiero escribir y de qué quiero hablar, qué quiero hacer. Siempre va a ser raro que cualquier artista te diga que un disco nuevo es peor que el anterior o algo, siempre nos parece que hay algo evolutivo. Pero yo no creo que esto es más evolucionado o mejor que lo anterior, lo que creo es que es más adonde tiene que estar, sé que es por acá. Ahora entendí quién soy, cómo hablo, cómo escribo, con quién… por eso en este disco la parte colaborativa no tuvo que ver con “hagamos un disco de colaboraciones”. Cuando entendí que estaba este concepto de que la historia que íbamos a contar era en un lugar, entendí a las canciones como un viaje en el que me cruzo con distintas personas. 

En ese camino para sacarle el peso a este nuevo rol hasta sacaste un tema titulado como tu apodo.
Eso fue clave. Una persona que quiero mucho me preguntó una vez "¿Vos quién sos?". Lo hizo mientras estábamos teniendo una conversación intelectualmente picante en la que nos planteábamos cosas,  medio en un plan de discusión. Pero la verdad no sé, estoy buscándolo. Lo que me mantiene vivo es la certeza de que todavía no lo resolví, calculo que el día que ya sabemos todo, para qué vamos a vivir… Entonces ahí escribí esa canción que terminé haciendo un poco en joda, porque era como tratar de explicar un poco quién mierda es uno. Surgió como una especie de chiste, pero era parte de este proceso de tratar de entender quién era, qué tipo de artista soy, cómo quiero sonar, qué quiero decir… Porque también cuando vos venís de un proyecto tan grande o con tanta relevancia, la gente conoce un montón de cosas tuyas.

Encima fue un proyecto que se disolvió en su apogeo.
Sí, sin querer lo dejamos en un lugar inmaculado y muy grande. El vocero principal era otro, pero yo sigo recreando ese imaginario, y cuando me preguntan por Tan Biónica digo que éramos cuatro inventores de algunas cosas: el obsesionario, la destinología, el 4 de noviembre, son todas cosas que no existían. Yo venía de una lógica de la invención, pero dentro de un grupo. Nos tomó casi 15 años llegar a eso, y de repente tenía que transitar ese camino hacia mi propio proyecto. Venía de un grupo que conocía mucha gente, pero cuando empecé un proyecto nuevo, no di por sentado que a toda la gente que conocía lo que hacía antes le iba a interesar lo que hago ahora. 

Desde tu primer disco incorporaste colaboraciones con muchas voces femeninas en los feats. ¿A qué se debe ese cambio?
Simplemente se dio bien. Con Tan Biónica  grabamos con Juanes e hicimos otra colaboración que no salió, porque era algo que no se usaba tanto en ese momento, los artistas eran más cerrados, cada uno en su castillito. Nosotros ya teníamos esa apertura de pensar así, y en el primer disco se dio la colaboración con Mon Laferte, desde una necesidad que era que había compuesto una especie de bolero que tenía que cantar como en dueto. Se me dio bien eso, entonces en el segundo disco grabé con Natalie Pérez y Debi Nova, que también era una cuenta pendiente entre nosotros después de que produje algunas cosas para ella. Ahora que vengo de dos años de no hacer nada voy a armar un proyecto nuevo para el vivo, y las mujeres van a tener mucha presencia, porque me parece que hay algo del equilibrio que se genera ahí que está bueno. 

La idea del disco con un hilo conductor se relaciona con esos “inventos” de Tan Biónica que mencionabas antes. ¿Todo tiene que responder a un concepto?
Con Desarmar, el disco anterior, fue al revés. Las canciones eran como islas que después entendimos que las podíamos juntar y crear algo más grande, un mar donde hay un montón de especies. En el primero no hubo concepto porque yo no sabía ni qué carajos estaba haciendo, El encuentro es el encuentro conmigo es el encuentro conmigo. Estaba realmente en una temporada donde me habían pegado muchas muchas piñas, entonces de alguna manera es un disco más introspectivo.  Este álbum sí siento que es realmente conceptual en el sentido que cuenta una historia determinada, donde capitulé canciones y es más homogéneo. Como se compuso en esos cinco días, entonces las canciones tienen mucho más que ver entre sí, y que sea sobre un lugar inventado me gusta. Vengo de un grupo de inventores, entonces sigo tratando de inventar. Y que participen Fito Páez y Santi Celli, que tiene una carrera más nueva me hace sentir que soy un puente entre dos generaciones de músicos, una de consagrados y otros que están empezando a serlo. Después la gente que lo escucha por ahí le vale un más u otro, no doy por sentado que uno tiene más jerarquía que otro.

Con Tan Biónica también estaban en un rol similar, no eran del todo pop ni tampoco comulgaban con el rock.
Nosotros no queríamos que nos quiera el rock. Veníamos de ahí, de Cemento, y no queríamos agradarle al rock. No nos daban bola, pensaban que éramos un producto. Nosotros intentamos y picamos la pared hasta que abrió. Nosotros tocamos en el Quilmes Rock 2004, y no volvimos a tocar en el festival 2013, donde fuimos cabeza de cartel con Blur, y no porque éramos unos jodidos, sino porque realmente no le veíamos sentido porque la escena no nos daba lugar. Tuvimos que hacernos un lugar siendo la cabeza del festival, y era ridículo. No es que dijimos “No me llamen del Quilmes”, realmente no se dio. Fuimos por un costadito y realmente se hizo que nos excedió de las manos. Tuvimos que crear ese espacio que no existía, porque el rock no nos quería, y para el pop escribíamos sobre cosas que no eran ATP. Por eso digo que éramos un grupo de inventores: tuvimos que hacernos un lugar. Y creo que le abrimos mucho espacio a un montón de artistas como Juan Ingaramo o Conociendo Rusia, gente que hace con mucha naturalidad algo que antes era mucho más jodido de hacer. Abrimos una corriente de que se puede ir por acá, y no lo digo con arrogancia. Muchos músicos de esta generación nos dijeron que abrimos el juego de que no hay que buscar la aprobación del rock.