06/03/2022

Rulo Godar & Nación Wiphala, a la búsqueda del origen

El eterno retorno a las raíces del rock y el folclore.

Gentileza
Rulo Godar

En medio de un viaje de un año por toda latinoamérica, Rulo Godar tuvo una revelación que cambió el curso de su recorrido dentro de la música. Decidió dejar el rock y darle fin al grupo que tuvo durante años en Capital Federal para acercarse de lleno al folclore. Fue así como en 2017 nació Rulo Godar & Nación Wiphala, un proyecto experimental donde su esencia rockera convive con sonidos ancestrales, la electrónica y las músicas andinas. Esa fusión mestiza dio por resultado En la luz, el segundo disco del quinteto, que se percibe como la bitácora de un viaje de exploración y aprendizaje tanto personal como artístico y que lleva al músico mercedino de paseo (sin esquivar tensiones ni contradicciones) por su propia historia, la de sus compañeros de banda y la de los pueblos latinoamericanos. 

“Con Martín, el baterista, estando en México descubrimos una palabra que es 'mestizo'. Nosotros somos mestizos”, explica Rulo Godar. “No puedo dejar de pensar que tengo una doble identidad. Como artista me hice en la tierra que nací, mis ancestros capaz que escuchaban a Beethoven pero acá, en la tierra en donde yo nací, estaban los querandíes. Yo soy un artista que soy del rock y reivindico valores andinos, ¡pero me apellido Sánchez! La genética mía es de los tipos que vinieron, quizás tengo algún que otro guaraní por ahí dando vueltas por suerte. Y digo 'por suerte' porque es lo que yo reivindico como artista. Lo que intento recuperar es entender que también hay otro aprendizaje que fue acallado. Y en un momento me di cuenta que artistas como León Gieco, Santaolalla, Beck, Babasónicos, Café Tacvba, son tipos que entendieron eso”.

Para desenredar el ovillo de su acercamiento y el impacto que tuvo el descubrir dentro del folclore un lenguaje tan fuerte para habitar, Rulo repasa su propia crianza musical y el viaje de otros artistas en los que se vio reflejado. “Mi formación como bonaerense es rockera, porque yo no nací en el campo, pero tampoco en la gran ciudad. Y el mayor aprendizaje que tuve viene de ese mundo con gente como Lennon, Bowie, que son todos tipos del folk”, cuenta. “León Gieco, que era fanático de Bob Dylan, entendió que Dylan hacía folclore y fue el único que se dio cuenta, junto con Santaolalla, que el folk es el de ellos. Entonces él dijo 'bueno, yo voy a hacer folclore'. León hizo una vuelta inversa porque él venía de ahí, yo lo tuve que aprender”. 

En 2017, junto con su pareja, Rulo hizo un viaje fundacional que comenzó en el norte argentino y llegó hasta México pasando por Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. Con la falta de mirada federal de una industria musical porteño-centrista, llegar desde Retiro en tren a San Miguel de Tucumán generó un impacto detrás de otro y se abrió un mundo cultural y musical que a Buenos Aires llegaba en cuentagotas. “Ver que en una peña hay tipos que tocan 'Entre a mi pago sin golpear' o 'Luna tucumana' con tanta naturalidad... yo intento hacer lo mismo y me sale “El oso”. Mi primera profesora de guitarra de Mercedes me decía 'Che, tenés que tocar un tema de Atahualpa Yupanqui', ¡y yo no sabía ni quién era y estaba acá la vuelta!”, dice. “Estando en Perú me di cuenta de que existía algo que era muy parecido al norte nuestro, que es la baguala, y que la baguala peruana tiene mucho y poco que ver con la argentina. Ahí es cuando se me dispara la idea de Nación Wiphala, desde un lugar de pérdida. Yo tenía mi banda de rock sonando en Buenos Aires y tuve que volver y decirles: 'Chicos, yo no puedo más hacer esto'”. 

Y lo que en un principio fue un mundo revelado ante sus ojos desde una cuestión musical, también se transformó en algo con mayor profundidad en términos sociales, de reivindicación histórica, y también espirituales. “Yo hago meditación y para alguien que nació en la ciudad de Mercedes, un chabón que medita es medio raro. Pero si vas al norte, la gente hace una bagualita con su caja chayera, están 10 horas trabajando y tocando su cajita. Eso es muy parecido”, explica. “Digamos que lo que encontré, además de lo musical, es casi que una respuesta de, no sé, de vida. Me parece que Santaolalla, León Gieco, vuelvo a lo mismo, Bowie, todos en ese camino encontraron una respuesta espiritual en la música. Y el genio total y el nexo entre esas dos músicas es Atahualpa Yupanqui. Es el que supo bajar toda esa lectura sin tanto misticismo, fue en la búsqueda de la palabra, en el encuentro del gaucho con el indio, me parece que ahí está el mestizaje del cual yo quiero hablar”.

El debut de Rulo Godar & Nación Wiphala se dio, entonces, en 2020 con Desaparecer, el disco debut del quinteto que formó junto a Marcos Porcar, Martin Campissi, Santiago Suarez y Franco Di Catarina. En esa primera aproximación a la búsqueda de los orígenes en la que se embarcó la banda, cargaban con las voces de Bolivia, el son colombiano, la profundidad del Perú, el sincretismo mexicano y la esencia chilena de “La carta”, un cover de Violeta Parra. Para En la luz, su segundo trabajo lanzado a finales del 2021, la experimentación se profundizó y ahora se erige desde el mestizaje. La saya boliviana convive con chacareras, bagualas, zambas, electrónica y un pulso rockero, dando por resultado 10 canciones con una carga emotiva arraigada en la historia de los pueblos, la vida, el agua, el amor, la familia y, principalmente, el origen. 

El desafío, de esta forma, se planteó en cómo hacer propios sonidos tan disímiles, con sus propias cargas intrínsecas, sin faltarle el respeto al bagaje histórico de cada género. En un mundo globalizado e hiperconectado, la figura de la apropiación cultural es algo que suele escucharse en la industria de la música. Sin embargo, Rulo no lo siente como una acusación posible. “Yo debería rendirle cuentas a los artistas a los que yo reivindico, no al público. Si viene Falú y me dice 'Che, mirá, vos no te sabés una chacarera', yo agacho la cabeza y me voy despacito. Pero por otro lado, creo que lo que hacemos como banda es compartir la búsqueda”. 

Esa búsqueda, justamente, el camino de exploración personal y artística para acercarse a la música foclórica que Rulo Godar emprendió junto con sus compañeros embarcados en Rulo Godar & Nación Wiphala acomodó las fichas de sus propias historias, dándole sentido a esa revelación que el mismo Rulo tuvo en México años atrás. “Cuando Santi Suárez, bajista y amigo personal, llegó al estudio, medio que se puso a llorar, estaba muy sensible. Le digo '¿Qué te pasa, Santi?'”, cuenta. “Ahí me dijo: 'Vos no te das cuenta, pero lo que estás haciendo es muy parecido a lo que hacía mi papá'. Y yo no lo sabía, pero su papá formó parte de una banda que fue un hito, se llamaban Quinteto Tiempo. Es una banda que grabó con Mercedes Sosa, son muy conocidos. ¡Y eran parte del nuevo cancionero argentino!”.