
Hace diez años, sentadas en una pizzería después de ver un show de 107 Faunos, un grupo de amigas decidió dejar de hacer chistes con la idea de algún día formar una banda y finalmente pusieron una fecha para un primer ensayo en una sala de Caballito. Desde ese día pasaron un montón de cosas: dos discos, EPs, festivales inmensos, viajes al exterior, cambios en su formación, una participación en el Festival Coachella, una sesión grabada para KEXP e incluso una nominación a los premios Latin Grammy por mejor canción rock. Es por eso que, el jueves 7 de octubre en el Teatro Broadway de la Calle Corrientes, Las Ligas Menores (que integran Anabella Cartolano, Pablo Kemper, Micaela García, Nina Carrará y Angie Cases Bocci) se propuso celebrar su aniversario, su crecimiento como grupo y su actualidad. Las entradas se pueden comprar en este link o en la boletería del teatro.
“La primera vez que tocamos no éramos Las Ligas Menores”, recuerda Cartolano, guitarrista y cantante del grupo. “Nos llamábamos Pararrayos, pero esa misma fecha dije que el nombre no me gustaba nada y se me ocurrió Las Ligas por la canción de Pavement”. El recital en el patio de la casa en Mataderos de Topo Topino, exguitarrista de Bestia Bebé, fue el debut para la banda que, al tener pocas canciones, interpretó la lista dos veces. También fue el punto de partida desde el cual el grupo comenzó a crecer, ya que al año siguiente lo convocaron desde el sello independiente Discos Laptra para transformarse con el paso del tiempo, junto a El Mató a un Policía Motorizado, en uno de los nombres más emblemáticos del indie rock argentino.
“Estar con una nominación a los premios Latin Grammy me parece una locura. Es uno de los regalos más lindos para festejar estos 10 años”, dice Anabella. “Y no por los Grammy en sí, nunca fui muy de seguir ese tipo de premios. Pero es un reconocimiento grande siendo una banda independiente”. Y, justamente, desde esa autogestión es que toman mayor relevancia los pasos con el que el grupo avanza. “Cuando nos preguntan qué es el indie, esto para mí es lo más indie que nos pasó. ¡No estamos con ningún sello grande! Es más, no sabemos si vamos a ir porque nadie nos paga nada y es carísimo el pasaje y hospedaje. Pero ya estar en la terna nos parece algo hermoso e increíble. Es el espíritu que siempre tuvimos: hacerlo con humildad. No teniendo aires de nada, sino más bien `esto es lo que me gusta y esto es lo que hago´”.
Desde ese recital en el patio de Mataderos hasta hoy, Las Ligas Menores viajó por Perú, España, México, Colombia, Costa Rica, Guatemala y El Salvador. “Es una sorpresa enorme estar lejos de casa y ver gente cantando tus canciones. Eso también nos pasó adentro de nuestro país. La primera vez que fuimos al norte o cuando fuimos al sur. Hasta que estás ahí, uno no sabe que tu banda gusta. Y donde más nos damos cuenta de que lo que hacemos le gusta a la gente es cuando lo vemos en vivo. Sino son números”, dice. Y la conexión con el público, la devolución de energía de los shows, Anabella la reconoce también en las cosas a las que le canta Las Ligas. “El público se siente identificado porque son emociones, todos las tenemos. Mis letras son muy catárticas, muy a modo terapéutico. Por ahí a uno le cuesta más largarlas, hablarlas, llorarlas. Y por ahí para algunos es más fácil cantarlas. Eso me parece muy lindo”.
El paso de los años, sus dos discos (Las Ligas Menores [2014] y Fuego Artificial [2018]) y tantas presentaciones en vivo no solo forjaron el sonido de la banda sino que también las vio crecer a ellas mismas. “No es lo mismo los 20 que los 30”, dice Anabella. “Hay canciones que compuse, como "Accidente" por ejemplo, que me da mucha risa pensarla hoy. Tenía veintis y hablaba de ansiedad. Y la verdad a mi la ansiedad me pegó en la pandemia de una manera muy especial y digo, no tenía idea lo que era la ansiedad en ese momento cuando la escribí. Pero son los cambios que uno va haciendo a medida que va creciendo”. Y ese crecimiento, las nuevas inquietudes o preocupaciones, también fueron volcándose en sus letras. De hecho, “Hice todo mal”, la canción nominada al Grammy Latino, es un reflejo de sus últimos años, los temores económicos y su vida. “En la pandemia hubo un cambio. La letra decía: 'Si ni siquiera te escuché'. Y yo en la pandemia la cambié a 'Si ni siquiera me escuché'. Eso porque empecé a aprender a escucharme más a mí. Pablo dijo 'Epa, hubo un cambio de letra'. Y fue sustancial. Un te por un me es un montón”.
El aniversario de la banda las encuentra reanudando su actividad y para noviembre ya tienen fechas por Rosario y Córdoba. La participación filmada en el Centro Cultural Kirchner para KEXP aporta a su proyección internacional y las sorprende con la cantidad de visualizaciones. El show de festejo en el Teatro Brodway será, entonces, un reencuentro y una celebración de su momento. “Diez años es un montón de tiempo. Es lindo festejarlo, sobre todo después del año pasado que fue bastante jodido para todos. Disfrutando lo que hay para festejar”.