
En 2021, mientras la Argentina post pandémica comenzaba a reabrir lentamente, Ike Parodi decidió hacer las valijas y enfilar hacia el norte con dirección a Estados Unidos. Con un equipaje mínimo y su guitarra a cuestas, el músico rosarino recaló por algunos destinos hasta que llegó primero a Atlanta y luego a Nashville, la autoproclamada “Music City, USA”. Como resultado de esa experiencia, Parodi regresó a la Argentina con aprendizajes y experiencias, y también con una canción grabada en un estudio local y su respectivo videoclip que se convirtieron en la semilla de Sin gravedad, el disco que publicó a finales del año pasado y que presenta esta noche en La Tangente (Honduras 5317, Palermo).
"Empecé a ir a los bares a tocar. Iba a Five Little Points, tocaba en placitas y veía bandas. Después llegué a Nashville y me adentré en todo lo que quería: vi músicos de country y bluegrass que tocan con pedal steel, contrabajo y la Telecaster al palo, y tuve la gran oportunidad de grabar en un estudio en medio del campo”, dice Ike Parodi sobre un viaje del que intentó asimilar todo el conocimiento posible. “Aprendí que hay que tocar mucho mejor y que hay cosas alucinantes allá, pero que los argentinos que estamos en el palo, no te sorprendes con cualquier cosa”, analiza. Y agrega: “acá hay un level muy muy alto de músicos de bandas y de composición. Vas por la calle de los bares en Nashville y no te sorprendes fácilmente, porque acá tenemos mucha calidad”..
Si bien Parodi ya se había probado como solista en 2018 con Al amanecer, la experiencia le permitió terminar de redondear su segundo paso luego de veinte años de estar al frente de Vudú. “Es algo loco después de haber estado en banda desde siempre, es la primera vez que lo hago, pero me siento muy cómodo”, dice sin desestimar el aporte de su equipo de trabajo. “Soy yo componiendo pero hay una banda detrás, un productor artístico y la gente con la que trabajo, pero me siento nuevo. Cada vez que toco lo siento como cuando aprendés a andar en bicicleta por primera vez y andás solo, es una sensación parecida. Me da libertad en todo sentido: en lo compositivo, en la manera de hacerlo, para ir para donde quiero y con mis tiempos. Creo que necesitaba eso en este momento”, completa.
A lo largo de los años, la música le permitió a Parodi ubicarse en escenarios (reales y metafóricos) en donde confluyen el músico y el fan. En 2005, Ike subió al escenario de Cosquín Rock durante el set de Pappo para interpretar “Rock & Roll”, el clásico de Led Zeppelin, el corolario de una amistad fugaz que nació el año anterior. “Cuando inauguró (la sala) Willie Dixon se hizo con dos fechas seguidas de Riff, en 2004. Como yo conocía a Vitico y a su hijo Nico, esas noches canté cuatro temas con ellos. Después fui con ellos a Córdoba y Pappo me dijo ‘Esta noche quiero que cantes, pendejo’. El único otro invitado con el que se reencontró andá a saber por qué mierda”. Años después, su viaje a Nashville le permitió ver por primera vez a The Black Crowes, y el círculo se ceró en marzo de este año, cuando abrió el show de la banda de los hermanos Robinson en el Luna Park.
Con una propuesta que se mueve entre el rock, el folk y el country, es atendible decir que la música de Ike Parodi no parece ir de la mano de lo que mandan las tendencias y los algoritmos, algo que parece tenerlo sin cuidado. “Para mí esto ocupa el primer lugar de todo; el resto, que lo analice un productor. Componer una canción y salir a tocarla con la banda me da una felicidad y una adrenalina espectaculares, es lo más. ¿Y cómo se sortea una brecha generacional evidente? “Uno se da cuenta de que el rock no es más convocante porque estamos más grandes, y la gente más grande no sigue saliendo como a los 20 años, es lo lógico. Obvio que hay pibes a los que les gusta y se compran su guitarra, pero no son la mayoría". Luego, ensaya una posible solución: “Podría ser que pasen más rock en la radio, pero ya nadie escucha radio. Quizás que en las escuelas te enseñan música, en vez de mostrarle una chacarera a los pibes, les muestren el rock de acá”.