
En 1994, Daniel Melero ya había hecho más que suficiente para ser considerado un pionero de la música electrónica en la Argentina. Ajeno a la idea de estar a la vanguardia, en poco más de una década había fundado Los Encargados y plasmado su visión sintética del mundo en álbumes propios como Conga, Cámara y Recolección vacía, además de poner su ingeniería creativa al servicio de Soda Stereo, Los Brujos, Juana La Loca, Babasónicos y un largo etcétera.
Y entonces, el volantazo. Después de la sampleadelia burbujeante de Colores santos, hecho a cuatro manos junto a Gustavo Cerati, Melero decidió dar un giro abrupto con su quinto disco solista. El gesto fue tan importante que logró que, un cuarto de siglo después, su autor hiciera algo impensado: repasar en el presente un momento en particular de su pasado artístico.
Publicado en 1994, Travesti fue un punto de inflexión en la carrera de Daniel Melero. Lejos de los sintetizadores y samplers con los que había edificado su obra previa, eran las guitarras acústicas y el intimismo humano los motores de un disco preciosista que no tardó en desarrollar un status de culto, una figura a la altura de su creador. Y tan grande es su legado que Melero celebrará sus dos décadas y media con un show en el ND Teatro el 16 de noviembre, en lo que será también la primera edición del álbum en vinilo con una tirada limitada, tras años de estar destacalogado en CD. “Travesti es un disco del que sigo tocando canciones y faltaba editarlo, y nos pareció pintoresco lo de los 25 años”, sintetiza el músico.
“De alguna forma, me gustó la idea de por primera vez detenerme a mirar algo, y sé que también le agradaba la idea a los músicos que colaboran conmigo. Esa es la sencillez de esta idea. Es una situación eventual”, explica sobre una proyecto que, asegura, nació mientras daba forma a todos los demás a los que estuvo abocado en estos últimos años. Al igual que cuando publicó Cuadro, un boxset en CD con cuatro álbumes que llevaban años sin editarse, la edición 2019 de Travesti llevará una estampa en tapa indicando que se trata de un disco sin remasterizar.
“Me interesa que tenga su mácula original. Es un disco con un sonido muy adecuado para el vinilo porque no fue masterizado con esa ansiedad de la guerra del volumen; es un tipo de sonido muy adecuado para ese formato”, explica Daniel Melero. “Una buena mezcla y una masterización inteligente pueden funcionar en cualquier formato y no está en juego lo que quiere decir la música”, agrega, a contrapelo del revisionismo hecho negocio.
Si bien en 2019 no tendría por qué encender ninguna alarma, la idea de titular Travesti un disco en 1994 era algo bastante disruptivo. “Tiene una resignificación social por parte de otros. Era una palabra que se usaba de manera despectiva, entonces me parecía interesante la idea de ser un paria del rock haciendo un álbum así, donde cada canción era un tipo de personaje ornamentado sonoramente, hasta la canción desnuda, como ‘Quiero estar entre tus cosas’”, explica su creador. El título, 25 años después, parece cobrar una dimensión distinta e involuntaria.
“Me gustaba también la idea de la máscara y por eso en su tapa original estaba la foto del productor discográfico con mi nombre, porque para mí todos usaban máscaras, desde la señora que va a hacer las compras hasta el hombre con un attache de oficina yendo a trabajar. Era todo un juego, pero ahora parece como una afirmación. No tiene ese tipo de afirmación que hay alrededor del género y de las conductas que tienen que ser incluidas. Se ríe un poco de sí mismo, como lo hacían mis amigas travestis en esa época”, completa.
Aunque la banda que acompaña a Daniel Melero hace algunos años es la más estable en mucho tiempo, ninguno de sus integrantes formó parte de la concepción del disco, lo que en el último tiempo se tradujo a interpretaciones libres de sus canciones. Esta vez, asegura, el proceso será más purista, con el aporte de Carca y Diego Tuñón, que si formaron parte de la concepción de Travesti.
"Hay como un juego de de mostrar las canciones con unas vestiduras iguales o réplicas similares a las que tuvieron en esa época. Es un tipo de labor que definitivamente, si no estuviera rodeado de este grupo de artistas no lo podría hacer porque me resultaría etéreo casi, pero al escucharlo me reconforta mucho porque es un disco que casi ni se tocó en vivo, no tuvo una presentación en su momento”, aclara Melero.
Hay otra concepción más escondida en el título del disco y tiene que ver con la idea que los demás tenían con el propio Daniel Melero: de un momento al otro, el más moderno de los modernos plantó bandera con un disco que no buscaba dialogar con el presente, mucho menos con el futuro. “El disco está muy cargado de deliberaciones y es el último que hice sabiendo exactamente todo lo que tenía que suceder con las canciones desde la preproducción. Luego me torné mucho más lúdico a la hora de componer y de crear en el estudio”, explica, comparando su concepción con el Frankenstein del video de “Quiero estar entre tus cosas”.
Las herramientas modernas seguían estando ahí, sólo que ahora su principal recurso de funcionamiento provenía del pasado remoto del rock nacional: “Hay temas que están montados sobre un andamiaje que ahora cuando lo empezamos a revisar era sorprendente, con canciones como ‘Génesis’ de Vox Dei o ‘El parque’ de La Pesada, sampleados pero luego puestos con un andamiaje de músicos encima”.
Pero así como esta celebración es atípica en su política de trabajo, también será efímera, al menos para el futuro próximo. “Hacer giras alrededor del disco y cosas así no está está en los planes, y cualquier evento que haya, si es que lo hubiese en el futuro, surgirá o tendrá lugar si verdaderamente coincide con una agenda en la que no esté con ganas de tocar otras cosas”, resume. “Sería como una especie de 'período Las Vegas', pero bien suburbano”.
Esa idea del negocio de la nostalgia atravesado por el neón de la ciudad del pecado aparece tentadora para aplicar con algún otro hito discográfico, pero por el momento no está en la agenda: “Tal vez termine haciéndolo, pero de ninguna manera es un plan. Parece una respuesta política, pero no me voy a candidatear para hacer Rocío. Acá, me gusta la idea de ponerme a mirar a este disco sin detenerme a pensar en todo lo que pienso en este momento sino verlo también como recuerdo”.