20/03/2022

The Strokes en Lollapalooza 2022: probando su suerte

Ensayo y error a cielo abierto.

The Strokes

Si la historia de The Strokes en la última década estuvo marcada por marchas, contramarchas y giros inesperados, su segundo paso por Lollapalooza Argentina fue el fiel reflejo de esa lógica. “Algún día tendremos un show normal en Argentina”, dijo Julian Casablancas al promediar el concierto, y de algún modo la frase parecía englobar de manera representativa el espíritu de un show que tuvo al mismo tiempo hits, canciones rescatadas del olvido, un guiño localista realizado con bastante esmero, omisiones llamativas y varios traspiés por responsabilidad propia y también ajena.  

El vínculo de The Strokes con la Argentina va más allá de la filiación de Albert Hammond Jr. (a quien igual Casablancas forzó a hablar en castellano): cada visita suya superó en convocatoria a la anterior, al punto que la banda dio el show más grande de su carrera en su paso por el festival en 2017. Como agradecimiento a su público, decidieron convertir en cumbia a uno de sus temas: después del primer estribillo, la cadencia de “Razorblade” sumó un patrón rítmico tropical, mientras las guitarras se paseaban por lo alto allá Los Mirlos. “Víctimas de la Internet”, sintetizó el cantante para justificar el motivo de la decisión.

En su cuarta visita a la Argentina, la banda neoyorquina puso el foco en las canciones de The New Abnormal. Temas como “The Adults Are Talking”, “Bad Decisions” o “Brooklyn Bridge to Chorus” empataron la efusividad de números puestos como “You Only Live Once”, “Take It Or Leave It” y “Juicebox”. La lista también tuvo lugar para canciones ajenas al espíritu de la alta rotación, como “You’re So Right” y “Electricityscape”, que no sonaban en vivo desde 2016 y 2017, respectivamente. El recorte satisfizo al fan pero también dejó afuera a hits aptos para todo público que parecían piezas inamovibles de su repertorio, con “Last Nite” como cabeza de un listado de ausencias que también incluyó a “Alone, Together” y “12:51”.    

Y así como The Strokes tuvo que sortear deslices de factura propia, como el comienzo en falso de “Someday” o algún que otro desentendimiento entre Casablancas y el resto de sus compañeros, en más de una ocasión el grupo manifestó su disconformidad con el volumen al que estaba sonando el portorriqueño Justin Quiles, que se mezclaba con el suyo. El cruce se tradujo a un nuevo intento de cumbificarse, esta vez con la intro de “Reptilia”, aunque el gesto no duró más que unos pocos compases. A la hora de los bises, “New York City Cops” y “Ode to the Mets” sintetizaron los dos extremos de su universo. De un lado, el garage guitarrero que sacó al rock de su letargo sobre el cambio de milenio; del otro, la reinvención de un grupo que nunca quiso quedarse en un mismo casillero. En el medio, un recorrido con altos y bajos que hace que en algunas noches haya poco de lo primero y más de lo segundo.