15/09/2017

Residente en el Luna Park: con el ritmo en el ADN

Cuando el aguante convive con la cumbia para los aburridos.

Mono Gómez / Gentileza
Residente

Nadie hubiese juzgado mal a René Pérez Joglar, mejor conocido como Residente, de haber decidido prolongar en el tiempo Calle 13, el proyecto que junto a sus hermanos lo catapultó de una humilde calle de Puerto Rico (adivinen el número) a la fama mundial. Es más: para muchos, hubiese sido lo más sensato. Una máquina de hits con capacidad de renovarse disco tras disco; un estilo propio capaz de deslizarse a voluntad entre los mundos de la música de baile y la canción de protesta sin nunca perder un ápice de credibilidad; un extenso número de premios que nadie hubiera imaginado capaz de ser ganados por una banda nacida en el reggaeton, género bastardeado por la "cultura aceptada" si los hubo... Tanto logro para luego dejar ir, definitivamente, suena a locura.

Y sin embargo, 2015 encontraba a los fans del grupo descubriendo que los días de fiestas de locos y cumbias para aburridos llegaban a un fin, si bien no definitivo, al menos temporal. La razón: el clásico caso del proyecto solitario, aquel que cobra fuerza de a poco hasta que no puede ser contenido y todo lo demás pasa a un segundo plano. "Durante dos años visité 11 países", cuenta Residente en un punto de su primer show en el Luna Park , resumiendo el hilo conductor que lo llevó a editar su primer disco solista. A partir de una muestra de ADN que develó que tenía raíces en diez lugares, de Asia a Europa y, naturalmente, América latina, René decidió ponerse en contacto con el mundo para hacerlo su hogar, cosechando sus sonidos en el proceso, en colaboraciones con tribus africanas, voces de artistas de China, y hasta bases rítmicas con origen en Georgia y Rusia. ¿"World music"? Si la etiqueta sigue teniendo algún sentido, pocas veces más preciso su uso que en este caso.

Por eso es que anoche Residente no sólo presentó material solista mezclado con clásicos de Calle 13, si bien el setlist estuvo compuesto precisamente de eso. Más que nada, fue la chance de ver a un artista sin fronteras jugar con ritmos cual niño con juguete, adaptando su sonido a una concepción omnívora de la música según la cual todo vale, todo sirve. Fue así que cada postal de la noche resultó distinta de la otra: un sample de canto de garganta siberiano creando expectativa antes de que el músico saliera a escena; el rap-rock combativo de "Calma pueblo" en un verdadero volantazo de estilos tras la balada para piano de "Desencuentro"; y dinamita para mover el cuerpo, porque de fiesta también se trató la velada. El primero fue el "Baile de los pobres"; pero también hubo "Cumbia para los aburridos" y el repaso inevitable de "Atrevete te te", aquel primer hito reggaetonero de Calle 13 ("oyeron este tema años atrás y hoy los va a hacer mover también").

Pero si el dejarse llevar y "brincar", como dijo en más de una ocasión el artista, formó uno de los principales ejes, la otra gran pata en que se apoyó la noche fue el compromiso político y social del rapero. Calle 13 mismo fue un buen reflejo de las inquietudes del músico: al reggaeton para baile poco a poco se le fueron sumando influencias, y a las rimas el peso de las luchas personales de su autor. ¿Cuáles? La eterna batalla por la independencia de los países más chicos ("Latinoamérica"), la denuncia de la cultura "de los que rapean sobre sus cadenas de oro" ("Adentro"), y el manifiesto anti-bélico de su debut solista "La guerra", para el cual apropiadamente las luces del escenario se tiñeron de rojo mientras Residente exploraba los traumas de  la lucha armada.

Como había dejado entrever en declaraciones previas al show, otro tópico ineludible para el artista fue la realidad de la Argentina, país ya conocido para el músico: "Esta lucha tiene que ser permanente hasta que aparezca con vida. Por favor no lo conviertan en cuestión de partidos. No permitan que lo usen para eso. Como derecho humano, que aparezca", dijo al público sobre la desaparición forzada de Santiago Maldonado, a quien sumó a la listas de causas y adversidades por las cuales luchar en "El aguante", de la placa Multi Viral de Calle 13 (2014).

Si una posible fuente de conflicto podía ser la dificultad de adaptar al formato en vivo las complejidades e intrincados juegos sonoros de Residente, plagado de instrumentación no convencional y colaboraciones con artistas del mundo entero, lo cierto es que no sucedió. A toda hora el músico se mostró bien acompañado por una banda que conoce a fondo el material, aceitada para seguirle el ritmo a su conductor y dispuesta a lucirse también, en su justa medida, con solos propios y muestras de destreza. Se destacaron en especial el trío de percusión y los coros de Kiani Medina, colaboradora histórica de Calle 13, quien debió hilvanar los multilingües feats del disco a lo largo de la noche.

Cuando poco más de dos horas después de iniciado el show el grupo volvía para los bises, de la mano de un explosivo combo para los fanáticos de Calle 13 de primera hora ("No hay nadie como tú" y "Vamo' a portarnos mal"), la sensación era que podría haber tocado hasta el amanecer, de habérselo propuesto. El entusiasmo de sus intérpretes fue palpable a toda hora y la fiesta vivida abajo se replicaba en el escenario. ¿Práctica y ensayo? Seguramente decenas de horas. Pero también algo más intenso y arraigado en el ADN, aquel que Residente se propuso a explorar en su vida y disco de estudio. "Como nuestra genética, que va de país en país, saltamos de tema en tema", afirmó en un punto Residente. Y fue una gran descripción del recital.