24/10/2016

No Te Va Gustar en el Personal Fest: cálido y frío

Los uruguayos avanzan por el camino más largo.

Siempre puede haber una primera vez para algo, incluso después de más de dos décadas de trayectoria. Con su presentación del domingo en el Personal Fest, No Te Va Gustar puede tachar de su bucket list el ítem "cerrar un festival en Buenos Aires", un hito que le era sorprendemente esquivo a pesar de su altísimo nivel de convocatoria en los últimos años. Ya sin cabezas de lista como Los Piojos (Quilmes Rock 2008), Kapanga (Pepsi Music 2009) o Andrés Calamaro (ídem, 2010) por delante, los uruguayos tenían la obligación de construir un show a la altura de las circunstancias, al menos en alguna de las múltiples acepciones del término.

La lista elegida, que priorizó hits de ayer y hoy sobre el abordaje excesivo de la discografía reciente, permitió integrar rápidamente a propios y extraños; incluso en el campo vip, un espacio que en los festivales suele poblarse de cierta apatía hacia cualquier artista que esté en el escenario, aquí dejaba saldo a favor en temas como "Al vacío", "Verte reír" (Aunque cueste ver el sol, 2004) y "Más mejor" (Este fuerte viento que sopla, 2002). El cover de "Cuando pase el temblor" de Soda Stereo -que había sido presentado originalmente hace cuatro años en el compilado La 100 Vivo 2- y el debut del single "Prendido fuego", anticipo de su próximo disco, fueron prácticamente los únicos sobresaltos a esa lista homogénea.

Desde lo estrictamente técnico, el planteo original se cumplió con creces. Lejos de los inconvenientes que tuvieron a maltraer a Richard Ashcroft 24 horas antes, aquí la calidad del sonido permitió contemplar con pureza tanto las voces como a cada uno de los instrumentos. Ese hecho atípico, sumado al uso eficiente y atractivo de las visuales en las pantallas de led (desde una lancha y una colección de engranajes en "Llueve tranquilo" hasta la sincronización absoluta entre vivo y videoclip en "Comodín" y "Chau"), evidenciaron la intención de desarrollar un espectáculo prolijo y complejo a la vez, una idea planteada desde el minuto cero con la variedad de géneros y estilos (del folk al ska, de la ranchera al reggae) que son revisitados en clave pop-rock.

Esa prolijidad, llevada al extremo en algunos tramos del show, termina atentando de alguna manera contra aquel objetivo inicial: cuando la banda juega a correrse al menos un milímetro del libreto -el clásico swing en los movimientos del trombonista Denis Ramos, una arenga del frontman al público para invitar al agite ("Verte reir"), un sampleo veloz de un tema ajeno ("Todo un palo" de los Redondos en "Te voy a llevar", "Cómo le digo" de Rodrigo en "Chau")- le aporta al recital la frescura que parece perder en otros tramos más estructurados. Las brevísimos comentarios de Brancciari hacia el campo, distendidos ("Hoy es el cumpleaños de Charly García... y de mi tía, que no pudo venir", se ríe después de "Fuera de control") y no tanto ("Todo trabajador debe ser remunerado en tiempo y forma", reclama justo antes del cierre en solidaridad con el personal de Rock & Pop), refuerzan esa sensación. Las dos fechas anunciadas para el sábado 3 y el domingo 4 de diciembre en el estadio Malvinas Argentinas serán la oportunidad para encontrar, en un recinto más íntimo que GEBA, Vélez o Costanera Sur, un poco más de ese histrionismo y esa capacidad de improvisación latentes.