
En el año en el que la música en vivo volvió a su forma plena tras casi 18 meses de inactividad, el festival Music Wins también hizo su regreso triunfal. A seis años de su última edición, el 2022 encontró al evento en un formato ampliado, con cuatro escenarios emplazados en el Club Ciudad, y una grilla que dio cuenta de la última década y monedas de la escena indie, tanto del ámbito internacional, como también del plano local, con un universo de nombres en el que convivieron Metronomy, Winona Riders, The Magnetic Fields, Fonso, Devendra Banhart y Mi Amigo Invencible, entre varios otros.
La banda liderada por Joe Mount fue justamente la encargada de oficiar de cabeza de cartel, con un show que comenzó con su disco más reciente (“Love Factory”, de Small World, lanzado en febrero) y que culminó con su primer álbum (la rabiosa “You Could Easily Have Me”, de su debut, Pip Paine (Pay the £5000 You Owe)). Entre una instancia y otra, un show en el que la invitación al baile no es un interrogante a resolver, sino un recurso a explotar como dé lugar, ya sea a través de la invitación a la pista de manera explícita y con pulso orgánico (“The Bay”), o bien dejando que las máquinas despejen todo tipo de duda (“Corinne”, con teclados que parecían salidos de un arcade, un recurso que recrudeció poco después en “Reservoir”).
Y si bien algunos momentos del show de Metronomy buscaron ir por senderos distintos (el pop melódico de “Things Will Be Fine”, el intento rockero de “Salted Caramel Ice Cream” y su posterior arenga a lo Messi con Mount y el tecladista Oscar Cash diciendo “¿Qué mirás, bobo?”), la invitación al movimiento terminó por dominar la última parte de su show, con “The Look” y “Love Letters” como paso de mando tácito con The Blaze. Ya cerca de la madrugada, así como los británicos extendieron el baile con cierta sutileza, el dúo francés lo hizo sin vueltas ni elucubraciones, con un DJ set donde pisó fuerte el house en todas sus lecturas.
Sin más recursos que un arsenal de instrumentos y looperas, Chet Faker se encargó de montar una fiesta por su propia cuenta. El australiano Nick Murphy se encargó de armar un set que fue del soul (“So Long So Lonely”) al house más duro (“1998), pasando por el funk robótico (“Feel Good”). A partir de “Get High”, su set en el Music Wins hizo énfasis en la electrónica, con un show que ocurrió como un continuum con espíritu de DJ set, con “Whatever Tomorrow”, “Drop the Game”, “The Trouble With Us” y “Birthday Card” enlazadas cada una con el resto, como en un gran juego de encastre.
Totalmente ajeno a esa propuesta, Devendra Banhart apeló a una propuesta orgánica que se centró en sus tres últimos discos de canciones: Mala, Ape in Pink Marble y Ma. El músico estadounidense comenzó su show con “Mi negrita”, para después ir rumbo al soft rock de “Love Song” y al tropicalismo light de “Baby”. “Let’s See”, en cambio, le pasó por la esquina a The Strokes en su faceta menos cruda, un poco en sintonía con la sardónica “Fancy Man”. Cada vez más lejos de la figura del freak folk del cambio de milenio, Banhart condujo a su banda a una interpretación afilada de “Für Hildegard Von Bingen”, con su melodía en cascada, y la luminosa “Kantori Ungaku”. Después de intentar poner a su banda a tocar una cumbia, Devendra intentó recuperarse del traspié con “Abre las manos”, aunque la maniobra fue más efectiva al momento de su versión de “Helpless”, de Crosby, Stills, Nash & Young, cantado por la tecladista Sofía Arreguín. Para el final, “Carmensita”, un bolero psicodélico con aires hindúes, la síntesis más perfecta de todo lo que compone al universo Devendra Banhart.
La edición 2022 del Music Wins saldó una deuda pendiente del público argentino por más de dos décadas. En su primer y demorado show en la Argentina, The Magnetic Fields comprimió 20 temas en una hora de show para hacer un repaso lo más equitativo posible de su trayectoria. Hubo lugar para las canciones fugaces de Quickies (“Castles of America”, “Death Pact (Let's Make A)”), himnos autoexplicativos desde su mismo título, como “The Day The Politicians Died”, “The Biggest Tits in History”, y un set que tuvo su equilibrio entre la gola grave y cavernosa de Stephin Merritt, la dulzura vocal de Shirley Simms y el cello omnipresente de Sam Davol. Dentro del recorrido planteado para su primer show en la Argentina, los momentos de mayor fervor llegaron de la mano del majestuoso 69 Love Songs, con “I Don’t Believe in the Sun”, “Come Back from San Fransisco”, “All My Little Words”, “The Luckiest Guy in the East Side” y “A Chicken With It’s Head Cut Off”. En el medio, el talento superlativo de Merritt para pintar viñetas en sus canciones, desde el folk queer de “Andrew in Drag”, el country con sorna de “Born on a Train” y esa invitación a un plan tentador llamada “Take Ecstasy With Me”.
Mientras el sol seguía sin dar tregua en el Club Ciudad, Crumb combatió la inclemencia climática con su mezcla singular de psicodelia, jazz y ruidismo. La banda liderada por Lila Ramani sentó las bases de su búsqueda con “Part III”, una suerte de easy listening espacial tamizado por dream pop, para luego quebrar el clima en dos y convertirlo en algo completamente distinto. El yeite sentó las bases de su set, y reapareció en el clima de ensueño de “BNR”, reconvertida en una pesadilla sonora, o en el enjambre robótico de sintetizadores y máquinas de ritmo de “Fall Down”. “Trophy”, y su larga coda de acoples y disonancias, trasladó mentalmente al público a un sótano neoyorquino, para después romper con cualquier tipo de ortodoxia en “Tunnel (All That You Had)” y “Cracking”, decoradas con el saxo de Bri Aronow.
A mitad de jornada, el show de Alvvays se perfiló como otra deuda saldada del Music Wins. Con una búsqueda radicada en varios subgéneros que comparten el sufijo pop (dream, jangle, twee), la huella de la banda de Charlottetown es palpable en el indie local de los últimos ocho años. Gran parte de su set tuvo como denominador común a una serie de canciones de melodías diáfanas propulsadas con firmeza por la baterista Sheridan Riley. La fórmula se mantuvo firme en “Pharmacist” y “After the Earthquake”, y adquirió un giro más atmosférico y envolvente en “In Undertow” y “Tom Verlaine”. Después de alternar entre singles (“Not My Baby”, “Dreams Tonite”) y hits que no fueron pero deberían serlo (“Hey, “Belinda Says”), el tándem entre “Archie, Marry Me” y “Pomeranian Spinster” alcanzó el cénit de la comunión entre banda y público, para que la estocada final de “Pressed”, “Easy On Your Own?” y “Saved by a Waif” fuera todo ganancia.
Con la responsabilidad de ser la última artista local en presentarse en uno de los dos tablados principales (antes habían pasado Mujer Cebra, Fonso, Gativideo y Nafta), Zoe Gotusso salió a escena con “Una multitud toca mi puerta”, en un clima de comedia musical cinematográfica que desembocó en el baile contenido de “Ganas”. En lo que fue su último show del año, la ex Salvapantallas mostró la amplitud de su búsqueda musical con ancla en el cono sur, desde el cruce de fusión y candombe de “La culpa”, el aire abolerado de “María” y el ribete carioca de “Un bossa +”. Gotusso se permitió también alternar entre covers y canciones grabadas junto a terceros, y así aparecieron en su set “Amor loco”, de Emmanuel Horvilleur, “Ayer te vi”, de Louta, y “Fue amor”, de Fito Paéz. Como estocada final de un show caracterizado por la suavidad y lo modesto, la versión rockera de “Monoambiente en Capital”, para luego invitar a su equipo técnico a colgarse los instrumentos en lo que fue su último show del año.