27/09/2017

Mammút en Niceto: cambiar para crecer

Los islandeses hacen de la diferencia su virtud.

Mammut

Si hay algo que comparten los artistas islandeses es una cierta idea de mística: unos ciertos "poderes" que sólo habitan en la música de ese país. En diálogo con Silencio sobre su más reciente trabajo de estudio, Kinder Versions, y sus casi 15 años de carrera, Katrína Morgensen, líder y cantante de Mammút, hacía referencia a esto: "Te cansás un poco de la naturaleza en Islandia porque parece medio un clisé, pero no lo es". Así, Björk se convierte en médium de fuerzas todavía desconocidas pero fascinantes, y Sigur Rós crea etéreos paisajes (post) rockeros que inducen al trance. ¿Fuerza natural? Algo así.

La propuesta de Mammút no es exactamente igual a la de sus contemporáneos en ese país en el que sobran glaciares y la vista de las auroras boreales es privilegiada, pero en donde la población apenas llega a los 320.000 habitantes. Su receta se compone de pizcas de post-punk joydivisionero, dosis generosas de rock alternativo noventero (piénsese en Mazzy Star o la preocupación por la atmósfera de medianoche de Portishead), e incluso algunos rastros de la propia Björk en el estilo vocal de Katrína, sobre todo cuando llega a los agudos.

Por eso es que cuando la banda subió finalmente al escenario de Niceto Club, luego de las presentaciones de Audia Valdez y Ruido, la misión número uno del grupo fue transformar el ambiente del lugar en el de su imaginario propio. El escenario, de luz tenue y oscura, fue una primera herramienta. Pero otra de las claves para conseguirlo fue la magnética figura de Morgensen, una suerte de chamán de negro que se contorsionaba al ritmo de la música, canalizándola más que interpretándola; gesticulando y encorvándose cual en trance. "Muchas gracias, estamos muy contentos de estar acá. Es nuestra primera vez tocando en Argentina... en Sudamérica. Disfruten el show", anunciaba antes de meterse de lleno en su material.

Las elecciones del setlist privilegiaron sin reservas al nuevo álbum -primero en que la banda se aleja de su lengua natal y opta por el inglés- casi de principio a fin, apenas dejando afuera a "Bye Bye". Probando que la transición de lenguajes fue sólida y no hizo mella en su estilo personal, allí estuvieron "What's Your Secret", que mantiene intacta la fórmula de post-punk a fuego lento pero intercala quiebres electrónicos y pausas falsas; "Walls", en las que las tendencias Björkianas de Morgensen no podrían ser más evidentes; y "We Tried Love", un coloso de más de 7 minutos en el que la atmósfera generalmente opresiva de la banda da lugar a un liberador "I love you" repetido cual mantra hacia su final. "The Moon Will Never Turn on Me", corte de difusión del disco y uno de sus temas más redondos, se vio empañado por algunos problemas con el sonido de la voz; pero al rescate llegaron "Pray For Air" y "Kinder Versions"..

Demostrando que no se olvidaron el islandés en casa, la garagera "Þau svæfa" adicionó a la noche un condimento de pesadez hasta ese momento no encontrado en sus demás canciones, aprovechando el formato en vivo para dejarse llevar y alcanzar intensidades casi metaleras. Pero algunas de las sorpresas vinieron de donde no se las esperaban. "La próxima canción bien podría ya ser su favorita", anunció la vocalista. Acto seguido, la banda se enfrascó en su personal visión de "Believe", de Cher. Puede que la elección de un himno pop autotuneado dejara algunas dudas al venir de una banda acostumbrada a un sonido más opaco y opresivo, pero la clave de un cover está en hacerlo en los propios términos de uno: parte de lo colorido y celebratorio de la original fue intercambiado por la oscuridad que los caracteriza, logrando así un pintoresco punto medio. La banda sabe que el tener sonido propio implica esperar ciertas cosas de ellos, pero gestos como este o el cambio de lenguaje de un disco para el otro son indicios de que Mammút tiene ganas de cambiar su juego.