
Después de que Cucho Parisi compartiera escenario para la despedida de Turf, arrancó la fiesta de Los Auténticos Decadentes en el Quilmes Rock. Para ponerse en situación respecto a lo que eso significa, sobre todo encajonados en un festival, hay que imaginarlos como boxeadores. Desde el comienzo, la manga de sátrapas más conmovedora de la música argentina no dejó soltar cortos de nocaut uno atrás de otro. “Cómo me voy a olvidar” o “El murguero” hicieron que la masa colectiva se convirtiera en lo más cercano a lo que un mortal puede imaginar que se siente vivir el casamiento de Messi o Cristiano Ronaldo. Pero, ¿qué escucharán los Decadentes en navidad, año nuevo, casamientos, cumpleaños de quince? Porque ellos no evocan otra cosa que no sea alegría dionisíaca en los demás. Una vez acomodados, separados de las cuerdas, fue el momento de tirar chiche para Jorge Serrano con “Amor” y “Un osito de peluche de Taiwán”. En el medio se sucedieron los momentos que los vuelven absolutamente inimputables. “Vení Raquel”, “Los Piratas” y “La prima lejana”, a dúo con Turf, son su legado definitivo y la prueba de que trascienden cualquier signo de los tiempos. Que no pasan de moda, como el queso y dulce. Y cuando se les da por cometer locuras como hacer un cover de “Los viejos vinagres”, los pendeviejos gritan “juventud, divino tesoro” en esa síncopa única, como si Sumo hubiera planeado la canción para una banda como ésta.
Desde que Turf comenzó a mirarse en el espejo de la música popular, los festivales pasaron a ser una suerte de hábitat natural para la banda. De ahí que su set en el Quilmes Rock fuera uno de los más notables del festival, con un balance más que ajustado entre concentración de hits e interacción con el público. Vestido con un traje zoot suit, Joaquín Levinton se puso al hombro el show, que fue del disco porceliano de "Gatitas y ratones" al aire de big band de "No se llama amor" o el optimismo primaveral de "Loco un poco". Levinton se tomó muy en serio su tarea de entertainer, ya fuera cuando inició un llamada y respuesta con el público que empezó como Freddie Mercury y terminó como Carlitos Balá, o cuando se puso a jugar simulando manejar una moto invisible, antes de un potentísimo cover de "Lamento boliviano". En el medio, guiños a la patria primeriza con "Panorama" (o Supergrass tocando una de los Stones), momentos FM friendly con "Magia blanca" y "Pasos al costado". Sobre el final, "Yo no me quiero casar, ¿y usted?", y el escenario invadido por Cucho y Nito, de los Auténticos Decadentes, el comienzo de un ida y vuelta lúdico que continuó en el escenario lindero pocos minutos después.