
El regreso al Luna Park de Los Auténticos Decadentes tuvo como excusa la presentación formal de ADN, su última trilogía discográfica. Y si bien a lo largo de los tres discos la banda se encargó de homenajear a los y las artistas que definieron su linaje musical (de Sumo a Alaska, pasando por Los Tigres del Norte, The Cure y Moris), su show en el Palacio de los Deportes porteño fue la enésima prueba de que el grupo encapsula el código genético de la cultura popular argentina en su espectro más amplio, entendido desde un carnaval norteño a un festipunk con escala en una bailanta calurosa.
En el universo de Los Auténticos Decadentes, una presentación en vivo adquiere carácter celebratorio por propia definición, haya o no un motivo para hacerlo. Las canciones ofician de argumento válido: la auto definitoria “Somos” (“Soldado de plomo de tu alegría, somos la fruta prohibida / El desborde criollo que cura las heridas”) sentó las bases de un espíritu celebratorio que encontró en “Pendeviejo” una secuela necesaria e inevitable. Redoble de por medio, el tema de Sigue tu camino se fundió luego con “Enciendan los parlantes”, que con su aroma dulzón explicó cómo era posible haber pasado de un ska acelerado a un dub cadencioso, si total a eso le termina siguiendo "Los piratas".
El valor agregado de este regreso al Luna Park estuvo puesto en las canciones de ADN, cuyo tercer volumen verá la luz antes de fin de año, y del que sonaron “La ladrona” y una lectura de “Costumbres argentinas”. Al igual que en el cierre de su serie de shows en Obras Sanitarias el año pasado, Roberto Pettinato sumó su saxo y su mameluco naranja para “Los viejos vinagres”, para que después Bandalos Chinos oficiase de puente generacional (y también de estilo) en “Luna de miel en la mano”. El resto del recorrido del nuevo material fue sin invitados, lo que no jugó en desmedro de la emotividad de “Golpes en el corazón”, los aires corrido de “Oro” o el pulso disco de “Bailando”, de los españoles Alaska.
Fiel a su dinámica, después del primer tramo del show, Cucho Parisi cedió el protagónico a Jorge “Perro Viejo” Serrano, con la trifecta imbatible de “Corazón”, “Amor” y “Viviré por siempre”, y luego llegó el turno de Diego Demarco, con “Besándote” y “El gran señor”. Más adelante, el espíritu de banda de corso se materializó con “Vení, Raquel” y “El murguero”, interpretada junto a Rodrigo Medel y Amílcar Nadal, de los chilenos Tomo Como Rey, y con dos niñas bautizadas Las Princess en modo comparsa kid friendly. “Un osito de peluche de Taiwán” ofició de dique de contención para el fervor acumulado junto con “El pájaro vio el cielo y se voló”.
Cerca del final, Pipo Cipolatti fue invitado al escenario para versionar junto a Los Auténticos Decadentes “Por cuatro años locos”, de Alberto Castillo. La intervención del factotum de Los Twist fue tan errática como desopilante, y dio pie a una interpretación improvisada de una canción que asegura haber compuesto para la banda, una escena que podía haberse prolongado más en el tiempo si el redoble de batería no alertaba del comienzo inminente de “Sigue tu camino”. “Beatle”, su versión ska del tema de Attaque 77, estuvo hermanada musicalmente con “Skabio”, y su inclusión en la lista permitió irse lo más lejos posible en el tiempo con “La bebida, el juego y las mujeres” y “Ya me da igual”.
La aceptación de la falta de voluntad de “No puedo” (“Pasa el tiempo, gira el mundo y sigo siempre igual / Soy una víctima de mi debilidad”) y la profecía autocumplida treinta años después de “La guitarra” (“Y tuve una revelación, ya sé que quiero en esta vida / Voy a seguir mi vocación, será la música mi techo y mi comida”) antecedieron a los bises. Después del aire romántico “Loco (tu forma de ser)” y la ebullición eufórica de “Cómo me voy a olvidar”, “Y la banda sigue” cerró con el reconocimiento en primera persona de esa banda que puede tocar en el Festipunk, el Tropical, un bar mitzvah o el Luna Park. Con los abrazos y saludos al público, la banda se despidió mientras sonaba su versión de “Live is Life” y en la pantalla de fondo se veían las imágenes de Diego Armando Maradona precalentando en el estadio del Bayern Munich, la cultura popular argentina montada sobre una cinta de Moebius de la emotividad.
(Fotos: Agustín Dusserre y Juliana Wainsztein / Gentileza Los Auténticos Decadentes)