
La primera jornada de Lollapalooza Argentina 2023 será recordada tanto por el calor inclemente que azotó al Hipódromo de San Isidro desde temprano como también por ser el lugar en donde se reunió Tan Biónica por primera vez en siete años. Entre una instancia y otra, una oferta lo suficientemente variada de shows antes de los dos headliners de la fecha.
Mientras el calor sofocante se expandía a lo largo y ancho del predio, las canciones comenzaron a perfilarse como un refugio mental ante la inclemencia climática. Después del show de Guillermo Beresñak, que cerró su set con una versión enérgica de “Agujeros negros”, de Juana La Loca, y el tour de force del folk al soul de Silvestre y la Naranja, que matizó la espera de la publicación de su inminente quinto disco, con el debut en vivo de sus dos últimos singles, “El Ding Dong” y “Tu veneno”. Poco después, Suki Waterhouse salió al escenario a Samsung a validarse como artista polifacética. Actriz, modelo y también cantante, Waterhouse repartió los tantos entre las canciones de su por ahora único álbum, I Can’t Let Go, con escalas en su EP Milk Teeth.
“Vine a Lollapalooza y todo el mundo me vio una teta”, bromeó Suki después de que se le corriera el top mientras interpretaba por primera vez en vivo “To Love”, su más reciente single. Su set había comenzado con una inmersión a una oscuridad gélida con “Bullshit on the Internet”, hasta que “Moves” llevó las cosas a un terreno más etéreo. Con una falsa introducción, “Neon Signs” amagó con una cuota de intimismo que se evaporó al primer redoble que llevó al tema hacia la pista de baile, en un medley sutil que desembocó en “On Your Thumb”. Ante un público que parecía celebrarle todas sus facetas, agradeció las demostraciones de afecto y aprovechó el título de “Coolest Place in the World” para deshacerse en elogios con el lugar que estaba pisando por primera vez. Bien jugado, Suki.
“Al calor se lo combate con más calor”. En el primer show convocante de la tarde, Dante Spinetta se propuso apagar el incendio con nafta, y lo hizo al frente de su propia New Power Generation, un combo capaz de ir del r&b al rock, y del rap al soul y el funk. Con las canciones de Mesa dulce como excusa, el mayo de los Spinetta puso primera con el tango deforme de “Ridículos” para luego engrosar su músculo con “La movie”. Después de “El lado oscuro del corazón”, Dante invitó al escenario a su hija Vida para interpretar juntos “Olvídalo”, el tema que en su versión de estudio grabó con Julieta Venegas, una muestra de que la sensibilidad artística fluye con firmeza en la genealogía Spinetta.
“Rebelión” y “Deja Boo” continuaron con el repaso de Mesa dulce, que tuvo su cénit cuando Trueno se subió al escenario para interpretar a dúo “Sudaka”. Con el show pasado el punto de hervor, Dante hizo un viaje al pasado con “Coolo” en un acto carente de nostalgia, con el tema traído hacia su propio presente. Las últimas estocadas llegaron con “Funk Warrior” y una versión polimórfica de “Mostro”, la enésima prueba de que en su universo no existen preguntas incorrectas.
Casi en simultáneo, el set de Villano Antillano tuvo mismas dosis de celebración y reivindicación identitaria. "No soy una chica normal, todo' saben que yo soy una muñeca" se convirtió en un grito de guerra que sonó entre beats ásperos, para después sumar un dancehall multicolor con "De$igner Pussy". Después de celebrar la presencia de la bandera LGBT sobre la valla, la rapera portorriqueña tomó la palabra para hablar sobre su propia historia. "Yo estuve con un hombre tóxico muy malo, pero fue el mejor sexo de mi puta vida", dijo previo interpretar "Yo tengo un novio", no sin antes dejar un consejo clave: "Mujeres, no dejen que ningún macho las límite.. pero disfrútenlo".
Aurora tiene la notable habilidad de pasar de lo angelical a lo siniestro. Con sus rasgos nórdicos y su vestido allá Wes Anderson, la cantante noruega es capaz de evocar un clima pop a dar forma a un folk lleno de sombras en “Exist for Love” para construir un ritual propio de Midsommar, la pesadilla pergeñada por Ari Aster. “Runaway” se paseó por las mismas sombras, pero llevó a poco el tema a una épica emotiva. Casi en un trance místico, Aurora comenzó a tocarse el pecho y alzar sus manos en “Churchyard”, apelando a las enseñanzas de Kate Bush sobre cómo hacer que lo arty sea también bailable, y poco después sintonizó con Björk en música y discurso con “The Seed”, dedicada a la Madre Tierra. A tono con su título, “Running with Wolves” pareció evocar un paseo nocturno por un bosque plagado de misterios y peligros, una situación algo sofocante que encontró su desenlace necesario en “Giving in To the Love”.
A esta altura del partido, Tove Lo puede permitirse ostentar una suerte de localía. La artista sueca hizo un desembarco triunfal en la edición 2017 (que también contó con sideshow propio) y regresó dos años después, por lo que su presencia en el escenario Flow cotizó en alza desde el momento cero. Su show en Lollapalooza estuvo centrado en su más reciente disco, el autoexplicativo Dirt Femme: ahora más que nunca, Tove Lo logra conjugar lo sensual y lo trash, capaz de amagar con un topless de microsegundos en “disco tits” para después concientizar sobre hacer las paces con el cuerpo propio en “Grapefruit”. Con la tarea de encender una pista de baile bajo los últimos rayos del sol, la cantante apuró el pulso en “How Long” y “True Disaster” y las convirtió en dos caras de un mismo bloque disco. Antes de que se disipase la espuma, invitó al público a acompañarla en “la canción que me cambió la vida” para “Habits (Stay High)”, antes de acelerar el paso para poder retirarse con “No One Dies From Love”.
Del Halabalusa al Lollapalooza. Durante un pasaje de freestyle, Trueno repasó su propio peregrinaje artístico, aquel que lo llevó de las competencias en los barrios a medirse entre los headliners de un festival internacional. En el camino, un proceso que se alejó de los purismos del género y que permitieron ampliar la paleta sonora: de ahí el guiño a “Y lo que quiero es que pises sin el suelo”, de Catupecu Machu, en “Atrevido”, o la cita al piazzoliano “Adiós, Nonino” en “Argentina”. Sin feats presenciales, el rapero de La Boca optó por no quedarse en un mismo lugar y abrirle el juego a las baladas de alto octanaje (“Mamichula”) y también al reggeatón de cepa pura (“Ñeri, “Salimo’ de noche”).
A la altura de “Lo tengo”, Trueno construyó un hit propio a partir de iteraciones a Jackson 5 y su “ABC”. Más allá de tratarse de la cita a un clásico, la elección también asoma algún paralelismo con un chico al que le tocó alcanzar el éxito antes de siquiera poder entenderlo, solo que ahora lo hace con los pies bien firmes sobre el suelo que le toca pisar.