
Ya no hay cassettes que sangren dulcemente, pero Duran Duran conserva los bríos pop intactos, como si hubiesen pasado sólo diez minutos desde que sus integrantes eran los poster boys de una generación (que ya pasó los 45). La nueva visita del cuarteto inglés fue una celebración compartida con la mayor multitud que lo vio por estas tierras, según el propio Simon Le Bon, y con una lista de temas inoxidable. Si a eso se le agrega que la banda suena tan ajustada como siempre y que la garganta del vocalista se banca como si nada el mismo tono de hace 30 años, nada puede fallar.
Y no falló desde el mismo comienzo, con tres hitazos como "Wild Boys" (con llamas en las pantallas y también frente al escenario), "Hungry Like the Wolf" y "A View to Kill". La banda, sólida en su amalgama pop, repartía colorido desde las vestimentas (jean y campera blancas, remera celeste y zapatillas verde fluo para Le Bon) y demostraba su oficio para adueñarse de cualquier escenario. Parte de esto quedó reflejado en el modo en que Duran Duran "trabajó" las canciones más recientes: el cantante incitó a hacer palmas en "Pressure Off", que terminó con lluvia de papelitos, y armó un mar de brazos en "Reach Out for the Sunrise".
En el medio habían pasado más clásicos: "Come Undone", "Notorious", "Planet Earth" (con conmovedora cita homenaje a David Bowie y "Space Oddity") y "I Don't Want your Love", entre otros. Por si la enumeración no resulta suficientemente contundente, quizá convenga explicar que esos señores -que no peinan canas porque la tintura hace maravillas- se sirvieron en los 80 del new romantic que asomaba, lo estilizaron con una pátina pop, lo enlataron y se lo mandaron a MTV para que los ayudara a conquistar el mundo. Y esas canciones sobrevivieron incluso los momentos erráticos de la banda -que fueron varios- hasta un presente en el que se apilan en un repertorio que envidiaría más de un colega añoso.
El "final" del show de Duran Duran fue con "Girls on Film", una salida en falso para que Le Bon pudiera ponerse su tercer atuendo de la velada y regresara a pedir que "las estrellas bajen del cielo" en forma de las luces de los celulares. La canción fue "Save a Prayer", como para conquistar a la señora que todavía se emociona cuando la programa Aspen (o sea que se emociona seguido) y también a un par de millennials desprevenidos que entendieron un par de lecciones sobre pop. "Rio" fue el cierre perfecto para un show energético que demostró que, cuando las canciones siguen vigentes, uno puede reírse de la nostalgia.