17/03/2018

Camila Cabello, Imagine Dragons y Zara Larsson en Lollapalooza: juegos de seducción

Pop, pop para divertirse.

Camila Cabello

Aunque el presente esté dominado por la música urbana, el pop siempre tiene sus métodos para seducir, y eso también se vio reflejado en la primera jornada de Lollapalooza 2018. Artistas bien diferentes como Camila Cabello, Imagine Dragons y Zara Larsson hicieron de la entrega (y la adulación al público) el complemento para sus canciones. Y, vaya sorpresa, funcionó en todos los casos...

El caso de Camila Cabello es extraño: salió de un grupo (Fifth Harmony) surgido en un reality (The X Factor) y volvió loco al mundo con un hit ("Havana", más de 750 millones de escuchas en Spotify), pero su show en la Argentina fue el primero que hizo en su carrera solista. De hecho, su álbum debut Camila salió en enero, pero su público local -con enorme mayoría de adolescentes-, sabía cada palabra y cada inflexión. Otro fenómeno pop, pero de los que hablan español, como para asegurarse una llegada muy fuerte también al sur del Río Grande...

En sus constantes agradecimientos -debe haber tenido el promedio de menciones a la Argentina por minuto más alto del festival-, esta veinteañera nacida en Cuba y criada en Estados Unidos mezcló idiomas, se emocionó con que los fans hubieran puesto a su disco en el número uno de los charts, tiró frases como "che, son muy copados" (los beneficios de tener una mejor amiga argenta) y juró que la iban a hacer lagrimear con tanto cariño. Y aunque era su primer show ever, habló varias veces de volver con una gira.

Se sabe que el pop es más que música, pero en esos términos lo que entregó Cabello no se salió de las normas y resultó un producto bastante obvio. Un comienzo grandilocuente ("I Never Be the Same"), un poco de reggaetón ("Inside Out"), una recreación de su hit con Major Lazer ("Know No Better"), pistas vocales propias como soporte para cuando el baile la dejaba sin aliento... hasta la redondísima "Havana" perdió encanto en una versión estirada a la fuerza. La puesta tampoco fue gran cosa, con unos bailarines que aparecían de vez en cuando y poca atención a las visuales. El fenómeno de Cabello es real, pero necesita más que lo que entregó hasta ahora para sostenerlo como carrera a largo plazo.

En medio de una grilla tan variopinta, Imagine Dragons funcionó como la puerta de entrada al rock para los centennials que tienen (algo de) tristeza. Atrapado por su franja horaria entre el pop chicloso de Zara Larsson y Camila Cabello, el hip hop en comunión con otros estilos de Chance The Rapper y la veteranía de Red Hot Chili Peppers, el grupo liderado por Dan Reynolds intentó -y logró con creces- que un sonido alejado del cánon se mantenga relevante.

"Birth", una puesta visual que recrea el nacimiento del tiempo, convirtió al Main Stage 2 en un curso introductorio sobre Pink Floyd antes del inicio formal con "I Don't Know Why", un batido efervescente en el que Daft Punk parece cruzarse con La Bomba de Tiempo. En esos guiños a géneros colindantes es donde se sustenta la propuesta artística en vivo de la banda: no hace falta conocer las canciones ni las letras a la perfección para quedarse a escuchar y sentirse a gusto.

Criado en una familia mormona pero alejado de esa fe desde la adolescencia, el cantante aprovechó cada momento para "sermonear" con mensajes de autoayuda y conciencia social. "Somos de diferentes lugares, pero ahora somos uno. Necesitamos amor, igualdad, tratarnos con respeto", reclamó antes de fustigar a Donald Trump en la previa del hit "It's Time"; un rato más tarde, buscó generar la cercanía con sus fans que profesa debajo del escenario. "Si ves todo gris, sabé que yo estoy con vos", dijo antes de "Kingdom Come", uno de sus himnos contra la depresión. Más allá de la fachada de frontman carilindo, Reynolds busca demostrar que tiene bastante más para dar.

Enfundada con la camiseta argentina de rigor -y el mandatorio nombre de pila estampado en la espalda-, Zara Larsson dejó en claro que conoce los trucos para cautivar a una audiencia esquiva. Incluso más allá de ese gesto (o de probar dulce de leche a pedido de un fan, o de tuitear en perfecto español), es en lo estrictamente artístico donde la sueca saca a relucir su capacidad.

Un himno feminista ("Make That Money Girl"), un reclamo de independencia amorosa en clave balada ("I Can't Fall in Love With You") y una potente versión electropop de "Shape of You", el megahit de Ed Sheeran, fueron algunas de las piezas clave de una maquinaria impulsada por la imbatible escuela sueca de productores, pero en la que Larsson tiene un rol protagónico en autoría de letras y potencia vocal. "No es mi culpa", exclamó una y otra vez en uno de los temas de su set; nada más lejano a la realidad.